Cómo convertirse en un adorador (1a. Parte)

Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra.
Servid a Jehová con alegría;
Venid ante su presencia con regocijo.
Reconoced que Jehová es Dios;
El nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos;
Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado.
Entrad por sus puertas con acción de gracias,
Por sus atrios con alabanza;
Alabadle, bendecid su nombre
Porque Jehová es bueno; para siempre es su misericordia,
Y su verdad por todas las generaciones.” Salmos 100:1-5


La adoración es el alma de nuestra comunión con Dios. Son los momentos que vivimos para Dios y a través de nuestros actos, canciones, oraciones declaramos que Jehová es nuestros Señor, dando gracias por lo que él ha hecho, hace y hará en nuestra vida.
Es por ello, que es necesario convertirse en un adorador. Esto no significa ser un cantante o salmista. La adoración va más allá que los cantos. Es un estilo de vida que nos permite declarar nuestro amor a través de lo que somos. Así que a través del Salmos 100 aprendemos algunos consejos de cómo ser un adorador en Espíritu y en verdad.

1. Una Buena Actitud:
“Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra.” Salmos 100:1

Hemos perdido la pasión. Nuestra adoración proviene de la necesidad, de proyectar una imagen o de un simple acostumbramiento. Tenemos alabanzas listas para “tocar el corazón” y si no funcionan, se tilda como algo aburrido o que no llenó nuestra necesidad. Esta declaración es falsa. Adoramos no para llenarnos, sino para rendirle un tributo a nuestro Dios. Somos obedientes, no por la bendición o el miedo a ser castigados, sino por el amor que le profesamos a nuestro Señor.

Por eso el salmista detalla y aclara: “...Cantad alegres…” La adoración debe ser con la actitud correcta. Es para Él, para declarar lo que nuestro corazón siente, piensa y quiere decir, quién debe salir bendecido es Dios y no nosotros. La bendición que nos llevamos es lograr que Dios disfrute vernos. ¿Qué haría si su esposo(a), novio(a) o enamorado(a), no parará de bostezar en medio de una conversación que para usted es muy interesante?, o que ante una invitación a reunirse para algo que a usted le gusta le dijeran: “No tengo tiempo” o en esa misma reunión empezarán a ver el reloj y a ser desinteresados con lo que sucede, ¿cómo se sentiría?

Muchas veces tomamos esa misma actitud. El tiempo de adoración en nuestra reunión semanal son los 30 o 45 minutos de espera para que llegue el momento de la prédica. Mientras eso pasa nos levantamos, platicamos y le quitamos todo el interés a entregarle a Dios nuestra mejor adoración. Además, de haber pasado 6 días de la semana interesados más en nuestra satisfacción y nuestro éxito, que en pensar y hacer todo para la obra de Dios.

Nuestra alegría reside en cubrir nuestras necesidades o en lograr cumplir nuestros sueños, anhelos y éxitos, pero nada es más vano que esto. Santiago nos recuerda: “cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece.” Santiago 4:14. Cuando debemos buscar satisfacer a Dios, porque ello nos ayuda a cumplir con Su voluntad. Aprovechar cada instante sea en la iglesia, en el momento de la adoración; o sea en el trabajo o en otras actividades, para declarar que Dios es lo más importante para nuestra vida y hacerlo con alegría. Darlo todo, no importando quién este delante, ni las consecuencias, ni el rechazo que implique. 
David nos dio cátedra de ello. Al llevar el Arca del Pacto, que representaba la Presencia de Dios, su alegría fue tal que empezó a danzar con todas sus fuerzas delante de Jehová porque había pasado más de 40 años sin poder disfrutar de su Presencia, y a pesar de las críticas de su esposa, él respondió: 

“Entonces David respondió a Mical: Fue delante de Jehová, quien me eligió en preferencia a tu padre y a toda tu casa, para constituirme por príncipe sobre el pueblo de Jehová, sobre Israel. Por tanto, danzaré delante de Jehová. Y aun me haré más vil que esta vez, y seré bajo a tus ojos; pero seré honrado delante de las criadas de quienes has hablado.” 2ª Samuel 6:21-22

David conocía que Dios era el único que lo había tomado en serio y Él no podía desaprovechar este momento de entregarle a Dios su adoración y lo hizo. Es por ello que el salmista describe la importancia de que nuestra alabanza sea llena de alegría, porque Él la recibe y la disfruta.

Además, es una invitación global. Todos debemos buscar glorificar a Dios. Sea un niño, joven, adulto o anciano. Nuestra vida debe ser un reflejo que las 24 horas del día podemos disfrutar nuestro compromiso y darle todo para que podamos decir cada día: “Ya casi no tengo fuerzas, pero a ti siempre te tendré; ¡mi única fuerza eres tú!” Salmos 73:26 TLA

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