Provisiones y Gracia

Hola!!! espero que este blog sea de bendición para sus vidas, quiero compartir un capítulo del libro de Max Lukado (mi autor favorito) que se llama provisiones y gracia del Libro Cuando Dios Susurra su nombre (parecido al nombre de este blog) espero que les guste y cualquier comentario envienmelo para poder platicar.

ESTE RELATO me llegó a través de un amigo que lo escuchó de un amigo que lo escuchó de vaya a saber quién. Lo más probable es que haya sufrido cambios con cada nueva generación… pero aunque sólo haya una astilla de verdad en lo que escuché, vale la pena volver a relatarlo.
Parece ser que un hombre hacía compras en una tienda de abastecimiento de una base militar. No necesitaba mucho, sólo un poco de café y una hogaza de pan. Está parado en una fila frente a la caja registradora. Detrás de él hay una mujer con un carrito cargado. Su canasta rebosa de provisiones, ropa y una videograbadora.
Al llegar su turno se adelanta hasta la registradora. La empleada le invita a extraer un trocito de papel de una pecera.
-Si extraes el papel que corresponde, todas tus provisiones son gratis -explica la empleada.
-¿Cuántos papelitos «correctos» hay? -pregunta el comprador.
-Sólo uno.
La pecera está llena de modo que las posibilidades son escasas, pero el hombre de todas formas intenta e, increíblemente, ¡se saca el ganador! Qué sorpresa. Pero luego se da cuenta de que sólo va a comprar café y pan. Qué desperdicio.
Pero este señor es rápido. Gira y se dirige a la dama detrás de él, la del montón de cosas, y declara:
-¿Qué te parece, querida? ¡Hemos ganado! No tenemos que pagar un centavo siquiera.
Ella lo mira sorprendida. Él le guiña un ojo. Y de algún modo ella tiene la ubicación necesaria para seguirle el juego. Se le acerca, parándose a su lado. Lo toma del brazo y sonríe. Y por un momento están parados lado a lado, casados por la buena fortuna. En el estacionamiento ella consuma la unión temporaria con un beso y un abrazo, y luego sigue su camino con un cuento maravilloso para relatarle a sus amigos.
Lo sé, lo sé. Lo que hicieron era un poco dudoso. Él no debió haber mentido y ella no debió haber fingido. Pero aun tomando en cuenta eso, sigue siendo una bonita historia.
Una historia no tan diferente de la nuestra. Nosotros también hemos sido agraciados con una sorpresa. Aun mayor que la de la dama. Pues aunque su deuda era grande, la podía pagar. Nosotros no tenemos la posibilidad de pagar la nuestra.
A nosotros, al igual que a la mujer, se nos ha dado un regalo. No sólo en la caja registradora, sino ante el tribunal.
Y nosotros también nos hemos convertido en esposa. No sólo por un momento, sino por la eternidad. Y no sólo para provisiones, sino para el banquete.
¡Qué gran historia tenemos para contarle a nuestros amigos! ¿Verdad?

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