Los maestros de Thomas Edison decían que era demasiado tonto para aprender. Por ello, su madre decidió sacarlo de la escuela y enseñarle en su casa. Al joven Edison le fascinaba la ciencia. A los diez años ya había instalado su primer laboratorio de química. La energía y el genio inagotables de Edison, que el definía como "uno por ciento de inspiración y noventa y nueve por ciento de transpiración", produjeron a lo largo de su vida más de mil trescientos inventos. Cuando inventó la lamparita, realizó mas de dos mil experimentos hasta lograr que funcionara. Un joven periodista le preguntó qué había sentido con tantos fracasos. Él respondió: "No fracasé ni una sola vez. Inventé la bombita de luz. Sólo fue un proceso de dos mil pasos.
No importa lo que los demás te digan siempre mira hacia delante y nunca dejes de lucha por tus sueños.
Dios te ha brindado los talentos y las habilidades, para que los demás vean en usted las grandes cosas que puede hacer en la vida. Las grandes cosas empiezan pequeñas.
Dios le gusta que soñemos, pero lo que más le encanta es que el cumpla su voluntad en nuestra vida, lo hizo con Alba Edison, lo hará contigo. Recuerda: "El que comnzó la buena obra, la terminará hasta el día de Jesucristo." Filipenses 1:6
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