Lo que suele suceder es que preferimos vivir la «era Moisés», así que proclamamos entonces frases que suenan muy espirituales, tales como: «Yo solo me muevo si la nube de Dios se mueve», o «No hago nada sin preguntarle a Dios». Sin embargo, nos olvidamos de que el pueblo que seguía a Moisés pereció dando vueltas en el desierto debido a su incredulidad y su terquedad. Dios no mantuvo a Israel en el desierto, ellos mantuvieron a Dios allí.
No nos gusta tanto imitar a los que seguían a Josué, aunque la frase «esfuérzate y se valiente» se menciona en muchas más ocasiones que la expresión «y siguieron la nube», la cual hacía referencia a los que iban con Moisés
La diferencia radica en que aquellos que seguían a Moisés tenían mente de turistas, mientras que los que seguían a Josué tenían mente de soldados.
Los primeros salían de sus tiendas a buscar el maná del cielo.
Los segundos sembraban y cosechaban.
Los primeros esperaban que Dios ahogara a los egipcios que venían detrás.
Los segundos iban a conquistar la tierra que tenían por delante.
Los que seguían a Moisés vivían de los regalos de la gracia.
Los que seguían a Josué de las recompensas a causa del esfuerzo y el trabajo duro.
«Tal como le prometí a Moisés, yo les entregaré a ustedes todo lugar que toquen sus pies» (Josué 1:3). Piénsalo bien: ¿Quién decide la cantidad de bendiciones para tu vida? ¿Dios o tu pie?
El subconsciente nos dice que Dios decide lo que debemos poseer, pero aun cuando él quiere lo mejor para ti, no podrá darte nada si tu pie no está allí. Tú determinas la cantidad de bendiciones que deseas poseer. Y es más, préstale atención a lo que te indica el Señor: «Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el SEÑOR tu Dios te acompañará dondequiera que vayas» (v. 9). Es decir, que si te esfuerzas, él te acompaña.
En este caso, no se trata del hombre siguiendo a Dios.
Se trata de Dios siguiendo al hombre, acompañándolo a donde vaya.
¡Josué y compañía, no habrá nubes para ustedes! Se acabó el maná cada mañana. Esfuércense, sean valientes, solo avancen, que Dios los acompaña.
No nos gusta tanto imitar a los que seguían a Josué, aunque la frase «esfuérzate y se valiente» se menciona en muchas más ocasiones que la expresión «y siguieron la nube», la cual hacía referencia a los que iban con Moisés
La diferencia radica en que aquellos que seguían a Moisés tenían mente de turistas, mientras que los que seguían a Josué tenían mente de soldados.
Los primeros salían de sus tiendas a buscar el maná del cielo.
Los segundos sembraban y cosechaban.
Los primeros esperaban que Dios ahogara a los egipcios que venían detrás.
Los segundos iban a conquistar la tierra que tenían por delante.
Los que seguían a Moisés vivían de los regalos de la gracia.
Los que seguían a Josué de las recompensas a causa del esfuerzo y el trabajo duro.
«Tal como le prometí a Moisés, yo les entregaré a ustedes todo lugar que toquen sus pies» (Josué 1:3). Piénsalo bien: ¿Quién decide la cantidad de bendiciones para tu vida? ¿Dios o tu pie?
El subconsciente nos dice que Dios decide lo que debemos poseer, pero aun cuando él quiere lo mejor para ti, no podrá darte nada si tu pie no está allí. Tú determinas la cantidad de bendiciones que deseas poseer. Y es más, préstale atención a lo que te indica el Señor: «Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el SEÑOR tu Dios te acompañará dondequiera que vayas» (v. 9). Es decir, que si te esfuerzas, él te acompaña.
En este caso, no se trata del hombre siguiendo a Dios.
Se trata de Dios siguiendo al hombre, acompañándolo a donde vaya.
¡Josué y compañía, no habrá nubes para ustedes! Se acabó el maná cada mañana. Esfuércense, sean valientes, solo avancen, que Dios los acompaña.
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