El
amor de Dios nunca cesa. Jamás. Aun cuando le desdeñemos, le ignoremos,
le rechacemos, le menospreciemos, le desobedezcamos, Él no cambia.
Nuestro mal no puede disminuir su amor. Nuestra bondad no puede
aumentarlo. Nuestra fe no se lo gana así como nuestra necedad no lo
estorba. Dios no nos ama menos porque fracasemos ni más porque
triunfemos. El amor de Dios nunca cesa.
Sin embargo, entre más lejos de Él estemos, menos disfrutamos de su amor.
"Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti
con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos.."
Sofonías 3:17
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