Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo
que no se ve… Por la fe entendemos haber sido constituido el universo
por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no
se veía… Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario
que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de
los que le buscan (Hebreos 11.1, 3, 6).
En el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá (Romanos 1.17).
Estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no
desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no
destruidos … Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre
exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en
día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven (2 Corintios 4.8–9, 16–18).
Fe es la creencia de que Dios existe y de que es bueno… Es optar por
creer que aquel que lo hizo todo no lo ha abandonado y que aún envía luz
a donde hay sombras y responde a las expresiones de fe.
Fe es creer que Dios hará lo correcto.
Dios dice que cuanto más desesperanzadoras son tus circunstancias,
más cercana está tu salvación. Cuanto mayor es tu necesidad, más
genuinas son tus oraciones. Cuanto más oscura es la habitación, mayor es
la necesidad de luz.
La ayuda de Dios está a la mano, y siempre disponible, pero sólo se le da a quienes la buscan.
Tomado de Promesas Inspiradoras de Max Lukado
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