9. Disfrutar todos los momentos de la vida.
“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las
cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son
llamados.” Romanos 8:28
La vida es una escuela. Hay
pruebas complicadas que examinan nuestro carácter. Otras que
verifican nuestra integridad. Confrontan nuestra confianza en Dios. Así
también, hay momentos de tranquilidad, reposo y felicidad que llenan nuestra
vida y pulen lo que somos.
Debemos aprender que todo tiene un
propósito. Parezca bueno o malo, todo tiene una razón de ser y aunque no se
entienda en el corto plazo, puede tener un impacto en el futuro. Eso es parte
del aprendizaje. Sólo debemos tomarnos de la mano del Padre Celestial y caminar
seguros de que todo saldrá bien a su lado, que Él cuida de nosotros, que nos
estima y que todo ayuda bien. Sea fuego, agua, crítica. Dios tiene todo bajo
control y sabe que es lo conveniente para nuestra vida. Así que, no perdamos el tiempo
en ver lo difícil del presente, sino en los réditos y la fortaleza espiritual
que brindará a nuestro futuro. Recordando lo que dijo el profeta
Isaías en el capítulo 43, versículo 2, sobre una promesa de Dios: “Aunque tengas graves problemas, yo siempre estaré contigo;
cruzarás ríos y no te ahogarás, caminarás
en el fuego y no te quemarás”
10. Vivir para Dios.
“Pon tu vida en sus manos, confía plenamente en él, y él actuará en tu
favor;” Salmos 34:4
Hemos olvidado vivir para Dios y estamos
en una etapa dónde creemos que Dios debe vivir para nosotros para que cumpla
nuestros deseos. Olvidando la entrega, la pasión, el deseo
ferviente de que Dios sea glorificado. Relegamos a Dios a un segundo plano,
dándole valor por lo que puede dar y no por lo que es.
Abraham entrega la comodidad de Ur por confiar en
la palabra de Dios. José confía en que Dios tiene un fin con su vida y decide
no caer en la tentación de la esposa de Potifar. Nehemías deja la corte del rey
del imperio más grande su tiempo, por construir unos muros con una gran
oposición. Pablo deja todo por Cristo y sufre cárcel, apedreamientos, rechazos
y finalmente la muerte. Jeremías tiene la oposición de todo el mundo. Oseas se
debe casar con una ramera. Ezequiel debe comer cosas impuras.
Todos estos hombres no vieron a Dios como
su medio para lograr el éxito. Ellos se vieron como la herramienta para que
Dios hiciera su obra y eso es lo que nos falta a nuestra Generación.
Dejar lo que nos gusta, la comodidad y nuestras necesidades para velar por las
necesidades de Dios. Esta no es una palabra para ir a predicar a tiempo
completo a un lugar. No. Es más que eso. Es vivir las 24 horas del día
comprometidos a ser fieles. Que nuestro trabajo sea reconocido como el mejor.
Sufrir penalidades como buen soldado de Cristo. No apagar su Espíritu. No
cansarnos con las 2 horas de asistencia a un culto o servicio.
Vivir para Dios es más que una canción o un
estudio teológico. Es ofrendar nuestra vida haya o no haya recompensa. Haya o
no haya reconocimiento. Cumplamos nuestro sueño o no. Seamos hombre de dinero o
no. A
Él no le importa bendecirnos con cuestiones materiales, lo que necesita es un
corazón dispuesto a cumplir sus deseos, seamos llamados o no, tengamos las
competencias o simplemente seamos los únicos que estemos cerca y actuar
como Isaías ante la presencia de Dios: “Enseguida oí la voz de Dios que decía: «¿A quién voy a enviar?
¿Quién será mi mensajero?» Yo respondí: «Envíame a mí, yo seré tu mensajero».” Isaías 6:8.
¿Quién será mi mensajero?» Yo respondí: «Envíame a mí, yo seré tu mensajero».” Isaías 6:8.
Eso es lo que Dios necesita. Eso es vivir para Él. La
pregunta queda abierta: ¿Estamos dispuesto? Estar indispuesto a
vivir para Dios no significa condenación eterna. Simplemente, al llegar a su
Presencia nos avergonzaremos de las cosas que pudimos hacer, cómo nos
podía usar y no lo hizo porque estábamos
afanados en el éxito y la fama. Voluntad, convicción y emoción es lo que hace
la diferencia.
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