“No te pongas al nivel del necio,
o resultará que el necio eres tú.” Proverbios 26:4
La necedad es
contagiosa. No pierdas tu tiempo en el ocio porque terminarás en sus garras.
¿En qué se parece
el perezoso a la puerta? ¡En que los
dos se mueven, pero ninguno avanza! Proverbios 26:14
La pereza es
el inicio del fin. Sólo nos lleva a tener insatisfacciones y frustraciones.
“Quien de veras te ama
te reprenderá abiertamente.” Proverbios 27:5
El amor no
ciega a ver los errores. Por el contrario, es el único capaz de ser sincero si
fallamos o estamos a punto de hacerlo.
Quien esconde su pecado
jamás puede prosperar; quien lo
confiesa y lo deja, recibe el perdón. Proverbios 28:13
Sólo el
arrepentimiento es capaz de que logremos el perdón.
Existe un
contraste entre el orgullo y la humildad. El fin del orgulloso es ser alabado,
pero sólo consigue ser avergonzado por la actitud. En cambio, la persona
humilde conoce su condición y trata de vivir con gozo cada día.
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