“En este mundo todo tiene su hora; hay un momento para todo cuanto ocurre:
Un momento para nacer, y un momento para morir. Un momento para plantar,
y un momento para arrancar lo
plantado.” Eclesiastés 3:1-2
El
tiempo. No lo podemos ignorar. No lo podemos detener. No podemos cambiarlo.
Estamos sujetos a su cruel dictadura de la cual nadie puede escapar. Vienen las
estaciones y van. Los segundos se convierten en minutos, estos en horas, días,
meses, años, en fin.
En el 2010, se detalló que el promedio de vida de
un ser humano es de 69.6 años. Al compararlo con la edad que los científicos
creen que nuestro mundo tiene, es como un suspiro. Es por ello que debemos aprovechar el tiempo
que tenemos y disfrutar lo que hacemos y quienes nos acompañan en nuestro
camino.
Se nos ha otorgado el tiempo y es nuestra decisión
como utilizarlo. Se nos ha regalado una vida y depende de nuestra disposición
emplearla correctamente, derrocharla, subutilizarla o hacer cualquier cosa con
ella. De nuestra actitud depende hacer lo que nos amamos, vivir para
sobrevivir, amar lo que hacemos o hacer lo necesario para pasar por la vida sin
pena ni gloria.
Dios es claro cuando nos habla del tiempo. A
través de Salomón nos dejó un consejo útil para disfrutar la vida y el tiempo
que tenemos: “Cada vez que encuentres un trabajo que hacer, hazlo lo mejor que
puedas. En el sepulcro no hay trabajo, ni pensamiento, ni conocimiento ni
sabiduría y para allá vamos todos.” Eclesiastés 9:10 PDT.
Salomón nos recuerda nuestra sentencia de muerte
por el pecado. Nuestro camino termina en nuestra muerte. Nuestro paso por la
humanidad finaliza cuando nos presentamos ante Dios, con una decisión tomada:
Arrepentirme de mis pecados o vivir a mi manera. Esta es la primera decisión
que debemos tomar. Podemos generar riquezas, escribir libros, ser lo que siempre
soñamos, dejar un legado, caminar en rectitud, pero todo será vano si al final,
no nos dimos la oportunidad de recibir el perdón de Dios.
Todos queremos vivir eternamente, pero pocas
personas hacen lo necesario para obtener la vida eterna. Le tememos a la muerte
pero muy pocos caminamos a la Luz para evitarla. Esto no lo hará una pequeña
oración repetida para que no te molesten. No lo hará repetir 5 o 7 frases que
invitan a Jesús a entrar a tu corazón. La vida eterna y por ende, la salvación
se consigue cuando hay un arrepentimiento genuino, cuando sabes que tu vida va
a la perdición total, cuando sabes que tu vida va a la ruina y que venzas el
orgullo de tu capacidad y destruyas la vergüenza del pecado. Allí es donde tu
camino a tu eternidad con Cristo empieza a ser el correcto.
Esta es la mejor
decisión que puedes hacer en tu vida. Darle un giro a tu vida de 180° y caminar
con Cristo. Vivir para él. Entregarlo todo. Negarte al orgullo y a tu propia
satisfacción y seguirlo a Él, tomar tu cruz, es decir, caminar hacia su
Propósito cada día. La verdadera felicidad empieza cuando te despojas de tu ego
y entregas lo mejor de ti para Él. “Luego
Jesús dijo a sus discípulos: —Si alguno
quiere ser discípulo mío, olvídese de sí mismo, cargue con su cruz y sígame.” Mateo
16:24.
En segundo lugar, Salomón nos aconseja a
disfrutar lo que se hace. Es muy probable que la vida nos golpee duro y nos
haga despertar de nuestros sueños, de lo ideal y tengamos que hacer algo que no
parece nada a lo que queremos o anhelamos. Siempre hay que verlo como una
capacitación. Es una de las materias ineludibles y para finalizar la asignatura
pendiente es de tomar en cuenta todo. No te desanimes. No te rindas. No
destruyas y no huyas.
17 años y ser esclavo con un sueño de grandeza
puede ser un gran destructor de estimas, sueños y de vivir dando lo mejor.
Luego, ser enviado a la cárcel injustamente puede ser el clímax para bajar los
brazos y botar por la borda todo por lo que se ha luchado. Sin embargo, 13 años
después de sembrar diligencia, disposición, buena actitud, temor de Dios,
fidelidad, trabajo duro en las peores circunstancias, te pueden llevar a una
sola oportunidad de dar una respuesta oportuna y ser convertido en la segunda
persona de importancia en el imperio más grande del mundo. Si no hay que
preguntárselo a José.
José nunca dejó de aprovechar una oportunidad.
Tomó las decisiones correctas, trabajo para ganarse un buen nombre, mantuvo los
estándares de integridad aprendidos en cualquier circunstancia y fue fiel. Todo
esto lo llevo a administrar y dominar con diligencia todo lo que venía su mano
y al final, Dios cumplió su propósito y salvó a toda una nación de morir de
hambre.
Así que si la vida que llevas no es la que
planeaste, puede ser que Dios planeó capacitarte para que seas mejor persona.
Un versículo que se ha convertido en cliché, pero que no lo es para nada nos
dice: “Y sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de quienes lo aman y son
llamados según el propósito que él tiene para ellos.” Romanos 8:28. Es
decir, lo que vives hoy, Dios tiene un por qué y un para qué, así que no
pierdas el tiempo en averiguar las respuestas, sino para utilizarlo para
mejorar tu carácter, fortalecer tu fe y desarrollar una relación más fuerte con
Dios. Esta es la clave para disfrutar la vida y derribar las barreras que no
nos dejan avanzar.
Recuerda, lo importante no es que recibas mérito
o recompensas por lo que hagas. Sino que eres una mejor persona. Puede ser que
no logres ser un gobernador o alguien grande. Lo importante de aprovechar el
tiempo no reside en el logro final, sino en que tu vida no fue en vano.
Esto me recuerda a una breve historia de la cual
no recuerdo muchos detalles pero si la reflexión final. Es la historia de un
misionero que salió con grandes expectativas hacia un pueblo no alcanzado por
el Evangelio, sin embargo, en toda su vida no pudo ganar una sola persona, ni
pudo establecer una iglesia muriendo sin éxito aparentemente.
Sin embargo, luego llegaron otros misioneros que
con una gran facilidad lograron alcanzar a ese pueblo. La admiración es tal que
consultaron las razones y la gente del lugar dijo: “jamás habíamos oído hablar
de Cristo, cuando veíamos que el misionero hablaba de Jesús y actuaba como Él,
nos dimos cuenta que realmente era el Dios verdadero. Es por ello que casi toda
la aldea hoy reconoce a Dios.”
Muchas de nuestras acciones son las semillas que
recogerán grandes cosechas. Muchas vidas seremos esos anónimos que abrirán
brecha a nuevas generaciones. Muchos no recibiremos las promesas, sin embargo,
no importa quién lo haga, cuándo lo haga o cuándo ocurra, aprovecha tu paso por
la vida para que Dios diga con orgullo: ¡Ese es mi hijo, en quién tengo
complacencia!
“Dios estaba contento con todas
estas personas, pues confiaron en él. Pero ninguna de ellas recibió lo que Dios
había prometido. Y es que Dios tenía un plan mucho mejor, para que nosotros también
recibiéramos lo prometido. Dios sólo hará perfectas a esas personas cuando nos
haya hecho perfectos a nosotros.” Hebreos 11:39-40
0 Comentarios
Manda tus comentarios del blog, puedes escribir tus testimonios, o historias que desees.