Proponte
metas.
“Así que sigo adelante,
hacia la meta, para llevarme el premio que Dios nos
llama a recibir por medio de Jesucristo.” Filipenses 3:14 TLA
Se han escrito miles de
reflexiones y se han filmado muchas películas sobre el tema de las metas y el
éxito, sin embargo hay una historia que personalmente, siempre llama poderosamente la
atención y es un fragmento de la película “Corazón de Caballero” estelarizada
por el desaparecido actor Heath Ledger. Es una escena fascinante y que nos hace
comprender el valor de las metas:
“-Algún día seré un
caballero del rey -dice el niño rubio, mientras observa un desfile militar.
-¡Ja, ja, ja! ¿Un caballero? ¡El hijo de un techador quiere ser un caballero! -se burla un vecino algo viejo y molesto por los sueños de un niño demasiado ambicioso- sería más fácil cambiar las estrellas, antes que seas un caballero.
-¡Ja, ja, ja! ¿Un caballero? ¡El hijo de un techador quiere ser un caballero! -se burla un vecino algo viejo y molesto por los sueños de un niño demasiado ambicioso- sería más fácil cambiar las estrellas, antes que seas un caballero.
El sentido común dicta que las probabilidades son casi nulas, ese “casi” es lo que brinda esperanza al niño. Su meta es demasiada alta y sus posibilidades demasiado bajas. Los caballeros nacen en cunas nobles, gente adinerada o una historia familiar llena de heroísmo en batallas. Ninguna de estas descripciones corresponde al niño de nuestra historia. Así como nosotros. Nacimos en el país “equivocado” con los “padres equivocados” y sin los recursos necesarios. La lógica nos pide más de lo que tenemos para la vida. Sin embargo, lo que cambia la vida son dos cosas: la motivación del niño y las palabras sabias del padre. Mientras las risas del anciano continúan el niño exclama:
-¿Podré algún día
cambiar las estrellas? -pregunta a su padre.
-Siempre que quieras,
podrás cambiar tu estrella -responde el sabio techador.
Fascinantes ambos
momentos, pero ahondaremos en el primero. La M-E-T-A. Ser caballero. Sin este
destello en el corazón del chico, cualquiera de las palabras de su padre sería
inútil. Cualquier esfuerzo, enviarlo a que aprendiera el oficio, habría sido en
vano si la necesidad de ser caballero no nace en su pequeño corazón.
Una meta se puede
convertir en realidad cuando la hacemos nuestra. Cuando en cada latido y en
cada respiración se siente la necesidad de salir y enfrentar lo que se nos
viene enfrente. Cuando alguien nos pone una meta, la sentimos una carga. Cuando
es nuestra es una aspiración que sobrepasa cualquier entendimiento. Deseamos
alcanzarla a como dé lugar.
Segundo, el trabajo
duro. El proceso del éxito es más importante que el mismo éxito. El proceso
deja aprendizajes incomparables, deja huellas imborrables y marcas que nos
ayudan a comprender que sin sudor, sin lágrimas, no se le da el valor que le
corresponde. William (nombre del personaje de la película) tiene que dejar su tierra por más de una
década, en la que tiene que luchar con muchas vicisitudes hasta el final. Otra
historia, un poco más espiritual:
Josué, el guerrero, nos
da un ejemplo claro. Dios lo bendijo y le dio su bendición para conquistar.
“Yo
les entregaré todo territorio donde pongan el pie, tal como se lo prometí a
Moisés. Les
daré todo el territorio que va desde el desierto del sur hasta las montañas del
Líbano en el norte, y desde el gran río Éufrates en el este hasta el mar
Mediterráneo en el oeste, incluyendo el territorio de los hititas. Nadie podrá
derrotarte jamás, porque yo te ayudaré, así como ayudé a Moisés. Nunca te
fallaré ni te abandonaré.” Josué 1:3-5 TLA.
Dios no le
prometió que no habría guerra ni batallas. Él le prometió victorias. Cualquiera
podría haberse desmotivado al ver el enorme esfuerzo por derrotar a 31 reyes,
con enormes desafíos. Sin embargo, Josué tomó la batuta y trabajo hasta el
final para terminar su meta: Conquistar la Tierra Prometida. Hubo mucho
esfuerzo, pérdidas y fracasos. Pero todo ello tenía un propósito, tener una
nueva tierra para que muchas generaciones pudieran vivir. El trabajo duro, le
da vida a las metas, porque si no se esfuerza, se queda en un sueño, bonito,
pero sólo un sueño.
Tercero, no
desviar del origen. Cuando se propone una meta, se pueden realizar ajustes
necesarios para su consecución, pero jamás te conformas con poco o con una
parte de la meta. Todo proyecto debe ser finalizado conforme nació, debe
evitarse las desviaciones o los atajos que “venden” que se podrá alcanzar la
misma meta, pero sólo es un espejismo.
Además, dentro
de la meta se permite un cambio de estrategia, pero jamás de rumbo. Es
importante que el destino sea el correcto.
¿Cómo puedo
iniciar una vida plena que pueda establecer metas? Algunas herramientas son las
siguientes:
a) Una
meta debe ser específica.
El niño de
nuestra historian no divagó, no se entregó a la deriva. La meta fue clara y
precisa. Ser caballero. El problema que tenemos es que queremos alcanzar tantas
cosas, que no delimitamos lo importante.
Pareto
conocido por su diagrama 80/20, nos dicta que dediquemos el 80% de nuestro
esfuerzo al 20% de nuestras metas, porque es allí donde lograremos mejores resultados
y mayor impacto.
“Hoy mismo Dios me ayudará a vencerte, y te mataré y te cortaré la
cabeza. Hoy mismo alimentaré a los buitres y a las bestias salvajes con los
cadáveres de los soldados filisteos. ¡Y todo el mundo sabrá lo grande que es el
Dios de Israel!” 1ª Samuel 17:46 TLA
b) Una
meta debe ser medible.
William cambió
su meta de ser caballero a ser un campeón en las competencias en las que
luchaba. Mientras avanza, mejor ejecutaba su habilidad, hasta llegar a ser el
campeón del mundo. Las metas deben tener tiempo de ejecución. No les des largas
al inicio, no dejes que pase mucho tiempo entre una y otra actividad, porque
esos tiempos muertos se convierten en el pase de entrada del desánimo, lo que
no permitirá seguir avanzando hacia los resultados.
“E hizo Jacob voto, diciendo: Si fuere Dios conmigo, y me guardare en
este viaje en que voy, y me diere pan para comer y vestido para vestir, y si volviere en paz a casa de mi padre,
Jehová será mi Dios.” Génesis 28:20-21 RVR 1960
c) Una meta debe ser alcanzable:
Una meta debe
escribirse con los pies sobre la tierra, pensando en lograr lo más alto. No hay
límites para poner una meta, sin embrago, debes saber que entre más alta, habrá
más sacrificios, más esfuerzo, más recursos para su consecución. Muchas metas
se desvían porque no medimos que es lo que debemos entregar y terminamos
renunciando a ellas. Recuerda que las metas no dependen de la circunstancias,
depende del valor y la entrega para llegar a su fin.
Cada cierto
tiempo revisa, calcula, examina el rumbo, el destino, la estrategia, las
probables desviaciones, de tal forma que seas capaz de enrumbarte para
finalizarla con éxito.
“Porque
¿quién de vosotros, queriendo edificar una
torre, no se sienta primero y
calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla?” Sn. Lucas
14:28 RVR1960
d) Debe ser retadora:
Una meta debe
ser desafiante, lo suficiente como para levantarnos del sillón cómodo del cual
estamos y llenarnos de un gran interés para salir y conquistar. Debe desafiar
nuestro status quo y mantenernos activos. Esto nos ayudará a sobrepasar los
obstáculos llamados indecisión, desánimo y falta de compromiso.
“La
reconstrucción del muro quedó terminada el día veinticinco del mes de Elul.
El trabajo duró cincuenta y dos días. Cuando nuestros enemigos se enteraron de esto, los
países vecinos tuvieron miedo y se sintieron avergonzados, porque comprendieron
que esta obra se había realizado con la ayuda de nuestro Dios.” Nehemías
6:15-16 RVR1960
El niño de
nuestra película contra todo pronóstico se convierte en caballero, pero ya no
como aquel suplantador, sino con su nombre propio y su apellido. Su camino
arduo finaliza con éxito. Su padre, aquel que hizo todo por cambiar la vida de
su pequeño, logra escuchar (pues queda ciego) lo que su hijo ha logrado. Ese es
el valor de las metas, que dan un propósito, un destino, un camino. Así que
cada día que pase mientras tengas una meta, se podrá cumplir está frase
célebre: “Mientras haya una razón por la que morir, vale la pena seguir viviendo.”
Así que en tus manos está tener una vida mejor, con nuevas metas.
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