Guía para Padres: El Papel de los Padres en la Vida de sus Hijos

“He aquí, herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre" Salmos 127:1

 
Ama a tus hijos. No importa si son los mejores o si están llenos de defectos. Abrázalos y llénalos del valor que necesitan para enfrentarse al mundo. No los obligues a vivir tus sueños, pero enséñales a luchar por sus propias metas y a escribir su historia. 

Que sean diferentes, pero jamás indiferentes. Que amen con todas sus fuerzas y que nunca se alejen de Dios. Inspíralos a aprovechar las oportunidades. Diles que fracasarán, pero jamás serán fracasados. Que la vida podrá golpearlos y tirarlos al suelo pidiendo clemencia, pero que nunca se dejen vencer, sino que avancen con coraje hacia su propósito. 

Siempre deja la puerta abierta, porque ellos necesitarán de alguien que les tenga misericordia. No dudes que se equivocarán y que en algún momento se comportarán de manera rebelde, pero nunca les quites la gracia que necesitan. Perdónalos y cuida mucho su corazón. No los lances a la vida sin antes forjar un carácter indomable, inquebrantable y sincero. Enséñales que lo mejor no es lo que pueden acumular, sino lo que pueden entregar. 

Lucha para que disfruten del amor. Corrígelos con firmeza, asegurando que las primeras lecciones de la vida las aprendan en casa, para que el mundo no sea demasiado duro con ellos. No los intimides, pero instrúyelos. No tomes decisiones por ellos, pero ayúdalos a entender la importancia de la sabiduría al elegir.
Hazles entender que el tiempo se puede aprovechar o derrochar. Que la vida no siempre es fácil. Que lo peor que pueden hacer con su vida es luchar por la gratificación instantánea, porque siempre en lo difícil y complicado está el aprendizaje y lo que forma el carácter. Enséñales a ser libres, a que piensen, que tengan criterio propio; pero que nunca cedan al libertinaje y a la sensualidad. 

Háblales de la sexualidad, pero no les enseñes solo cómo usar una protección temporal para evitar un embarazo o una enfermedad de transmisión sexual, sino también a cuidar y valorar su corazón. Enséñales que, en el sexo, no solo se comparte el cuerpo, sino también el corazón, el espíritu y el alma; por ello, la promiscuidad solo traerá tristeza y muchas desilusiones. 

Enséñales que el amor espera, cuida y edifica. Que traten con delicadeza a quien comparta sus sentimientos afectivos y que no actúen por impulso, sino con dominio propio. Que sean capaces de respetar a la persona que los ama y que, si una relación debe terminar, lo hagan correctamente, sin causar daños colaterales. 

Lucha por ellos, ora por ellos. No los dejes solos nunca, tengan 2 meses o 60 años; simplemente reconvierte tu presencia y tu papel en sus vidas. De niños necesitarán un protector; como adolescentes, un mentor; y de adultos, un coach. Jamás te apartes de su vida, pero no trates al adulto como un bebé, porque pervertirás el plan de Dios. 

Escúchalos con templanza y paciencia. Juzga bien tus palabras y tu forma de reaccionar ante lo que te cuenten, porque, según cómo actúes, podrás convertirte en su juez, su verdugo o su motivador. En esos momentos, sé su hombro fuerte donde puedan llorar. Sé sabio siempre. Muéstrate apacible y cercano. 

Comprométete a ser mejor cada día (algunos días lo lograrás; otros, quedarás en deuda). Muéstrales tus aciertos y también tus errores. Que vean que su padre sabe caer, levantarse y continuar. Que sepan que pueden acudir a ti. No les resuelvas la vida, pero tampoco ignores sus dificultades. 

Ser padre es un rol fundamental para que el mundo sea mejor o peor; por ello, no renuncies a dar lo mejor y a amarlos. El mundo tratará de arrebatarte a tus hijos con hiperentretenimiento, con ausencias; pero sé el mejor ejemplo que tengan a su alcance. Si te equivocaste y destruiste una familia, trata de no quebrar sus corazones y esperanzas; ellos, en verdad, te necesitan. Ama y sé ese escultor que crea una obra de arte, porque este será tu mejor servicio a Dios. 

Haz que este mundo tenga una persona diferente, y recibirás una gran recompensa. No los chantajees ni los manipules; impúlsalos a ser íntegros y a que, cuando les toque su oportunidad, lo hagan mejor. Rompe con el ciclo de distanciamiento, dolor e indiferencia de generaciones anteriores. Ellos lo hicieron así porque no tuvieron referentes, pero tú puedes transformar esto y dejar esos espacios vacíos y llenarlos con calidad, ejemplo y mucha madurez, y no me cabe duda de que así será. 

No importa en qué etapa de tu paternidad o maternidad te encuentres, estas palabras sin duda son para ti. Son simples palabras que lleguen a tu corazón y logren darte una nueva perspectiva.

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