Siete cartas,
siete declaraciones que Cristo expone cuando le habla a los pastores de las
siete iglesias, realizando un examen que tiene validez a la actualidad, son las
cosas que a Dios le desagradan, aquellas que nos separan de Él, que tienen una
consecuencia para nuestra vida espiritual.
Examine cada una
de ellas y determine cómo esta su relación con su Señor, este test es válido
para aquellos que tienen un mes de ser Cristianos como aquellos que tienen toda
una vida de servicio a Dios. Es válido, puntual
y controversial, el cual nos lleva a meditar y
nos confronta a tomar una decisión sobre si lo seguimos por amor, por interés,
por costumbre o porque le tememos al castigo; este es el momento de plantearse
muy seriamente esta declaración: “Yo soy
el Dios de Israel, y quiero que piensen seriamente en
lo que están haciendo.” Hageo 1:7 TLA.
a) Dejar de amarlo “Pero tengo contra ti, que has
dejado tu primer amor.” Apocalipsis 2:4.
Dios nos pide sinceridad en todas
nuestras acciones, que no varíe nuestro amor, nuestra pasión por el paso del
tiempo, por una oración no contestada, por un mensaje que nos confronte. No hay
nada peor que una relación fragmentada por el acostumbramiento y dejar de un
lado el amor. Dios jamás cambiará su
amor, Él nos ama igual o más que el primer día y espera lo mismo de nosotros,
recuerde que es una relación en ambos sentidos. Por eso, debemos examinarnos y
tomar una acción para regresar al principio, volver a empezar. Esto no significa buscar
experiencias espirituales, sino que, aun y cuando se den o no esas
experiencias, si responde mis peticiones o no, seguiremos a Cristo con la misma
disposición, seguiremos trabajando por mejorar y sobre todo, por ser un ejemplo
de buen testimonio para los demás, que no nos ocultemos bajo el disfraz de la
religiosidad, sino en ser transparentes en nuestra relación con Dios, como lo
hizo David: “Dios mío, mira en el fondo de mi
corazón, y pon a prueba mis pensamientos. Dime si mi conducta no te agrada, y
enséñame a vivir como quieres que yo viva.” Salmos 139:23-24.
b) La doble vida (La fe
fingida): “…También sé lo
mal que hablan de ti los que se consideran judíos, pero que en realidad son un
grupo que pertenece a Satanás.” Apocalipsis 2:9.
No hay peor sentimiento para alguien
que sentirse engañado por alguien que no vive lo que dice vivir, aquel que se
oculta para pecar, No hay peor cosa que una mente y corazón
encallecido por el pecado. El pecado te envuelve y te hace tener mal olor y
llega un tiempo que nos acostumbramos a la podredumbre y a la hediondez que
pensamos que somos mejores que otros. Decimos estar limpios, porque otros están
peor que nosotros, pero la realidad es otra. No dejes que el pecado se apodere
de tu vida y sobre todo que en ti no haya una doble cara, una doble moral, una
doble vida. Recuerda que a Dios no lo podemos engañar, no puedes jugar para dos
equipos o eres cristiano o eres alguien que vive para sí y tiene al Señor como
su genio mágico que debe aparecer cuando lo necesita. Desecha todo aquello que
te hace vivir una doble vida, nadie es cristiano sólo asistir al Templo, cantar
un par de alabanzas. Un verdadero hijo de Dios es 24/7.
“No crean ustedes que pueden engañar a Dios. Cada uno
cosechará lo que haya sembrado. Si seguimos nuestros malos deseos, moriremos para siempre; pero
si obedecemos al Espíritu, tendremos vida eterna.” Gálatas 6:7-8.
c) Las falsas enseñanzas y sus
propagadores: “Pero tengo unas
pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam,
que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de
cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación.” Apocalipsis
2:14.
Dios detesta a aquellos que imponen
cargas pesadas para conseguir la salvación “Imponen mandamientos muy difíciles de
cumplir, pero no hacen ni el más mínimo esfuerzo por cumplirlos.” Mateo
23:4, como a las personas que desmeritan tener una vida de santidad, es
decir, que pregonan enseñanzas livianas de prosperidad, motivación sin enseñar
que la integridad es la base para recibir la bendición de Dios. “Tratan por encima las heridas de mi pueblo; dicen que todo está bien,
cuando todo está tan mal.” Jeremías 8:11
El Señor es
claro y detalla que la salvación es gratuita (no hay más, no menos) pero incita
a una vida de integridad, ya que sin ella no podremos estar en su presencia.
También nos recuerda que su perdón es total cuando llegamos delante de Él con
un arrepentimiento genuino. Por lo cual, la única fuente que brinda certeza de
lo que Dios pide para su pueblo, es su Palabra, ella debe darnos las
directrices de cómo guiarnos en esta vida, no te alejes de ella.
“Lámpara es a
mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino.” Salmos 119:105 RVR 1960.
d) La tolerancia al pecado. “Pero
tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa mujer Jezabel, que
se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas
sacrificadas a los ídolos.” Apocalipsis 2:20 RVR 1960
Hemos bajado los estándares de Dios
a nuestra conveniencia, hemos dejado que el pecado entre a nuestras casas con nuestra
autorización y licencia, hemos luchado por disminuir la integridad y que los
mensajes de Dios se enfoquen en el éxito, la prosperidad y en los milagros.
Hemos abandonado todo aquello que nos parece restrictivo, que condena y que
establece límites. Una persona abierta de mente es la que debe tolerar todo a
nombre de la modernidad. En nuestra vida se ha instalado el humanismo
(egocentrismo), el hedonismo (el
disfrute temporal) y el relativismo (no hay nada malo ni bueno, todo depende).
Hacemos todo esto y luego nos
quejamos de la violencia que hay en nuestras ciudades, nos quejamos del
libertinaje de nuestros jóvenes (y qué decir del de nuestros adultos), de los
divorcios, de las familias divididas, del sexo fuera del matrimonio, de las
críticas despiadada dentro de las iglesias, de las divisiones, de los pleitos,
entre otras situaciones, pero nunca creemos que sea nuestra responsabilidad,
siempre hay otro que tiene la culpa de que las cosas vayan de mal en peor.
Dios nos está enseñando a no bajar
sus estándares, no abrirle puertas al pecado, a llamar las cosas por su nombre,
porque las consecuencias son demasiadas costosas para todos, ya que estamos
viviendo una doble vida y conduciendo a muchos a ser iguales y sobre todo, a
muchos otros que no conocen al Señor a preferir mejor quedarse fuera y no creer
en Cristo.
“A cualquiera que haga caer en pecado a uno de estos pequeños que
creen en mí, más le valdría que lo hundieran en lo profundo del mar con una
gran piedra de molino atada al cuello.” Mateo 18:6.
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