Una Palabra de Dios para tu Corazón: Lo que el Espíritu Santo produce en nuestras vidas. Parte No. 3 (Benignidad)


En cambio, lo que el Espíritu produce es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. Contra tales cosas no hay ley.” Gálatas 5:22-23

e)      Produce amabilidad (Benignidad)

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La amabilidad siempre causa una sonrisa. Siempre cambia el ambiente. Cada vez en este momento de la historia de la humanidad, desconfiamos más de los demás. Un gesto de respeto o amor se confunde como que se busca algo de otros, que se busca una recompensa o una oportunidad para lograr un favor de otros.

La amabilidad destruye todos estos pensamientos. Lo bueno que se hace a otros es sin esperar nada a cambio, es para alegrar a alguien, para edificar la estima de otro, para ayudarle a los demás. Cuando el Espíritu Santo vive en nosotros resalta nuestro espíritu de servicio y nuestro contentamiento. Pablo lo manifiesta en la Carta a los Romanos: “Vivan siempre en armonía. Y no sean orgullosos, sino traten como iguales a la gente humilde. No se crean más inteligentes que los demás. Si alguien los trata mal, no le paguen con la misma moneda. Al contrario, busquen siempre hacer el bien a todos.” Romanos 12:16-17. Armonía. Humildad. Bien. Al pedir una definición de la palabra amabilidad, las primeras tres palabras que pueden identificarse son éstas.

Salude. Ayude. No trate mal a quién nos ayuda con los servicios (meseros, vigilantes, secretarias, recepcionistas, entre otros.) Sin interés. Sin oportunismo. Sin esperar un gracias o una recompensa. La amabilidad es uno de los pocos valores que van hacia una sola vía: Van hacia dar. Esto se logra, sólo por manifestar el cambio que Dios está realizando en nuestra vida.

Sé amable con todos, no sabes el día que eso pueda salvar tu vida, tal como lo narra la siguiente historia: Un señor trabajaba en una planta empacadora de carne en Noruega.  Un día terminando su jornada laboral, fue a uno de los refrigeradores para inspeccionar algo; se cerró la puerta con el seguro y se quedó atrapado dentro del refrigerador.  Golpeó fuertemente la puerta y empezó a gritar, pero nadie lo escuchó.  La mayoría de los trabajadores se habían ido a sus casas, y era casi imposible escucharlo por el grosor que tenía esa puerta. 
Llevaba cinco horas en el refrigerador al borde de la muerte cuando de repente se abrió la puerta.  El guarda de seguridad entró y lo rescató.  Después de esto, le preguntaron al guarda a qué se debe que se le ocurriera abrir esa puerta si no es parte de su rutina de trabajo?.  Él explicó:  “Llevo trabajando en esta empresa 35 años; cientos de trabajadores entran en la planta cada día.  Este señor es el único que me saluda en la mañana y se despide de mi por las tardes.  El resto de los trabajadores me tratan como si yo fuera invisible.  Esta mañana me dijo “Hola” a la entrada, pero nunca escuché “Hasta mañana”.  Yo espero por ese hola, buenos días, y ese hasta mañana cada día.  Sabiendo que todavía no se había despedido de mí, pensé que debía estar en algún lugar del edificio, por lo que lo busqué y lo encontré”. 

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