“Pero Dios le dijo: «Samuel, no te
fijes en su apariencia ni en su gran estatura. Éste no es mi elegido. Yo no me
fijo en las apariencias; yo me fijo en el corazón».” 1ª Samuel 16:7 TLA
Marcar la diferencia. Tres
palabras. 18 letras que marcan un desafío. Una frase muy utilizada hasta
convertirla en “cliché”. Sin embargo, para los cristianos no es una opción. Es
una obligación, una responsabilidad de mostrar al mundo que vivir para Dios tiene
un significado, un propósito.
“Y no vivan ya como vive todo el mundo. Al contrario, cambien de manera
de ser y de pensar. Así podrán saber qué es lo que Dios quiere, es decir, todo
lo que es bueno, agradable y perfecto.” Romanos 12:2 TLA
“Ustedes son un pueblo especial. Dios los eligió de entre todas las
naciones del mundo, para que fueran su pueblo preferido. Pero
si Dios los prefirió, no fue por ser ustedes un pueblo muy importante. Al
contrario, eran el pueblo más insignificante de todos.” Deuteronomio
7:4-5 TLA
“sino, como aquel que
os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra
manera de vivir;” 1ª. Pedro 1:15 RVR 1960
Estos tres versículos resumen lo que Dios quiere de
su Pueblo. La santidad no significa legalismo o cumplir tradiciones. Ambas cosas son una carga. Una obligación muy pesada que hasta los más grandes religiosos no se
imponían a llevar: “Imponen
mandamientos muy difíciles de cumplir, pero no hacen ni el más mínimo esfuerzo
por cumplirlos.” Mateo 24:3.
Dios quiere consagración. Y para
hacer esto, debemos:
1. Cambiar nuestra manera de
ser: Esto es, dejar todo aquello que nos ata al pasado. Los
recuerdos de lo que hicimos. Celos. Hedonismo. Satisfacción personal.
Destrucción. Esto sólo se puede hacer en compañía de Cristo Jesús. Sólo es
capaz de darnos la capacidad de salir de los errores y problemas del pasado.
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas
viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” 2ª. Corintios 5:17. Los
errores fueron borrados. Los archivos de la derrota han sido eliminados del
disco duro. Los pecados han sido echados a lo más profundo del mar. “El volverá a tener misericordia de nosotros;
sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros
pecados.” Miqueas 7:19
Dios hace su trabajo. Toma nuestra
vida y la amolda a sus estándares. Él pide una renovación. Una metamorfosis.
Sólo de esa forma nuestra manera de ser cambiará. No se excuse con: “Así soy yo”,
“¡Así tienen que quererme!”, “¡Toda mi familia ha sido así!” La vida nueva
implica formatear y cambiar.
2. Cambiar nuestra manera de
pensar: Dar un giro de 180° grados. Determinar cómo avanzar.
Destruir las barreras que impiden acercarnos a Dios con confianza y plenitud.
Remar contracorriente. Son algunos de los pensamientos que deben reinar en
nuestra vida.
“y toda altanería que pretenda impedir que se conozca a Dios. Todo
pensamiento humano lo sometemos a Cristo, para que lo obedezca a él.” 2ª. Corintios 10:5. Muchas veces el
pensamiento vence nuestra fe. Nos propone bajar la guardia. Que si todos lo
hacen, no es necesario cumplir lo que Dios dice. Tomarnos ciertas licencias
para no estar al límite. Pero Dios nos pide que andemos con él y pensemos en lo
correcto. “Finalmente, hermanos, piensen
en todo lo que es verdadero, en todo lo que merece respeto, en todo lo que es
justo y bueno; piensen en todo lo que se reconoce como una virtud, y en todo lo
que es agradable y merece ser alabado.” Filipenses 4:8. Que este sea
nuestro tamiz.
3. No adaptarse a los valores
del mundo: La
sociedad actual ha borrado los límites. Sexo casual. Suicidio. Adulterio. No
importan las consecuencias, no importa el daño, lo interesante es disfrutar
hasta la saciedad. Muerte espiritual y física. Destrucción moral. Culpa. Dolor.
Dios nos ofrece una vida muy
diferente. Nos ofrece la tranquilidad de llegar a casa sin engañar a nuestra
esposa. Nos ofrece la oportunidad de reivindicarnos ante errores cometidos. Nos
asegura una vida sana y sin las dolencias de los vicios.
El mundo camina a su destrucción.
Marcar la diferencia es lograr dar la vuelta y buscar grandes cosas. No pensar
en mí, pensar en los demás.
Esto no será una batalla fácil.
Pero tendrá una gran recompensa. El desafío de caminar con Cristo implicará:
a) Pagar el precio.
b) Alejarse de los límites.
c) Cargar la “cruz” todos los
días.
d) Una entrega total y
desinteresada.
e) Amar hasta el final.
f) hacer un pacto de fidelidad.
g) Desarrollar el dominio propio.
Esa es la huella dejada. Un buen
nombre. Un nombre del que puedan disfrutar nuestras futuras generaciones. En conclusión,
marcar la diferencia no sólo significa lograr las metas o ser famoso. Es vivir
cómo Dios quiere que vivamos. Que pensemos siempre en hacer lo correcto.
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