Hace un par de años, me enviaron un correo con un mensaje titulado: La Fortaleza de un hombre el cual se transcribió a este blog, el cual puede verse aquí (Solo de CLIC AQUÍ) el cual establece algunas cualidad que debe poseer un hombre y de donde depende su fortaleza y valor.
En ese sentido, algunos estudios detallan que de las características más admiradas de los hombres por las mujeres, es la INTEGRIDAD, es por ello que creo que Dios y toda la sociedad le agrada ver a un hombre capaz de sustentar sus palabras con acciones totalemente coherentes. Es por ello que se escribe esta primer característica:
La
integridad:
"El que camina en integridad anda confiado; Mas el que pervierte sus caminos será quebrantado." Proverbios 10:9
Un hombre que cumple lo que promete, que tiene
una coherencia entre sus palabras y actos, que no alardea de sus conocimientos,
sino que vive lo que sabe, cumple con la característica No. 1 de ser un
caballero: La integridad. La autenticidad de un hombre, que sabe que comete
errores, pero es capaz de admitirlos y cambia su rumbo. Que logra ser el mismo
acompañado que solo.
Esa cualidad agrada a Dios. Si nos dejamos guiar
por ella, Dios depositará su confianza en nuestra vida y nos permitirá cumplir
su propósito.
Nuestros hijos y esposas admiran a un padre y/o
esposo que vive como ejemplo y que permite conocerlo tal cual es, disfrutan de
alguien que conoce sus virtudes y que acepta sus errores y lucha cada día por
mejorar.
Es por ello, que como hombres debemos trabajar a
diario para corregir nuestra conducta y conducir a que nuestras palabras sean conformes
a nuestros hechos. No cabe duda que la integridad tiene frutos. Observa este
proverbio: “Camina en su integridad el justo; Sus hijos son dichosos
después de él.” Proverbios 20:7. Es decir, nos permite dejar un legado
de verdad a nuestra familia, porque la gente conocerá la calidad de enseñanza
entregada. “Instruye al niño en su camino y aun
cuando fuere viejo no se apartará de él.” Proverbios 22:6.
Otro de los frutos de la integridad es la
estabilidad. Sin mentiras, no hay nada que esconder. Sin secretos, no hay nada
que ocultar. Se pierde el temor a ser descubierto y eso genera una paz y
tranquilidad que logra mejorar nuestra vida.
Así que, en este camino por convertirte en un
hombre de valor, la primera etapa del camino es vivir con la verdad, darle
valor a tus palabras, evaluar tus actos, identificar tus errores y mejorarlos y
desarrollar una vida auténtica delante de tus propios ojos, los de Dios, tu
familia y la sociedad.
“En
cuanto a ti, Salomón, si te comportas bien y me obedeces en todo, Israel
siempre tendrá como rey un descendiente tuyo. Así también se lo prometí a tu
padre David; compórtate como él lo hizo.” 1ª. Reyes 9:4-5 TLA
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