Claves para Convertirse en Adorador: Tener Hambre de Su Presencia. (No. 3)

Determinado a la búsqueda de su presencia:
“…Venid ante su presencia con regocijo.” Salmos 100:2 (b)

Existen dos hombres admirables en las Escrituras, que nos dejaron una frase que llama la atención por su sinceridad y autoridad, porque nos permiten entender el grado de cercanía con Dios. Literalmente estaban en su presencia. Observa:

“Y le dijo Elías: Vive Jehová de los ejércitos, en cuya presencia estoy, que hoy me mostraré a él.” 1ª Reyes 18:15

“Y Eliseo dijo: Vive Jehová de los ejércitos, en cuya presencia estoy, que si no tuviese respeto al rostro de Josafat rey de Judá, no te mirara a ti, ni te viera.” 2ª Reyes 3:14

Estos profetas nos enseñan claramente la clave para tener éxito: vivir en la Presencia de Dios. Esto no implica ser perfecto, pero si amar la santidad de Dios. Tampoco implica marginarse de la sociedad, sino dejar de involucrarse en aquellas cosas que le desagradan al Señor.

Cuando hablamos de la Presencia de Dios entra un poco de temor. Temor a ser descubierto. A que nuestro mal proceder nos incomode y perturbe el estilo de vida que llevamos. Isaías experimentó ese sentimiento. Estuvo frente al trono de Dios, vio Su Gloria y al sentir Su Santidad sólo le que decir y pensar: “Y pensé: « ¡Ay de mí, voy a morir! He visto con mis ojos al Rey, al Señor todopoderoso; yo, que soy un hombre de labios impuros y vivo en medio de un pueblo de labios impuros.»” Isaías 6:5

Su pecado fue expuesto. Su vocabulario no era el adecuado y no le quedó más que reconocerlo. Es por ello, que mientras más buscamos estar cerca de Dios, hay culpa. Pero no es la culpa que destruye, la que causa remordimiento y dolor. La culpa que causa el Espíritu Santo, es aquella que nos encamina al arrepentimiento, donde nace el deseo de pedir perdón, de resarcir el daño y cambiar el rumbo de nuestra vida. El remordimiento causa dolor sin acción; pero el arrepentimiento implica reparar el daño y mejorar nuestra vida.

Es por ello que pocos persiguen el fin de la búsqueda de su Presencia. Muchos (me incluyo) la visitamos y nos gustan las sensaciones vividas. Los escalofríos, las lágrimas, la paz. Sin embargo, cuando llega el momento de tomar la decisión de quedarnos a vivir en comunión con Él, nos cuesta. Somos de los que visitamos, pero Dios quiere que nos quedemos a vivir con Él. El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente.” Salmos 91:1 y así podamos disfrutar de escuchar su voz, de saber sus planes, proyectos, ambiciones, que nos cuestione, que nos pueda consultar pero no porque no porque lo merezcamos sino porque subimos de nivel.

En la búsqueda de Dios, podemos decir que hay fases, hasta llegar a la intimidad. Primero nos convertimos en Hijos. A través de la salvación, logramos está primera etapa. Alcanzamos por su gracia y amor la oportunidad de vivir la eternidad con Él. No hay precio que pagar. Todo es por su misericordia. Ustedes han sido salvados porque aceptaron el amor de Dios. Ninguno de ustedes se ganó la salvación, sino que Dios se la regaló.” Efesios 2:8

La segunda etapa es cuando nos convertimos en Siervos de Dios. Cuando entregamos parte de nuestro tiempo para que su obra avance, cuando le hablamos a otros de su amor, cuando ayudamos al necesitado, cuando formamos parte de un ministerio. Aquí hay un precio que pagar. Rendirnos. Entender que además de nuestro Salvador es nuestro Señor y somos sus servidores y aprendemos a ofrecer nuestros recursos para que otros conozcan de su amor. Muchos nos quedamos en esta etapa. “Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer.” Sn. Juan 15:15


Sin embargo en el interior del círculo, se encuentran los Amigos. Aquellos que conocen el corazón de Dios, que renuncian a sí mismos y viven para Él, que lo buscan con intensidad, que obedecen, que tienen fie ciega, que lo aman, que viven su vida buscando agradarle, que no sólo apartan tiempo para Él, viven las 24 horas agradándole. Este es un nivel superior. No son favoritos. Es un puesto ganado a base de amor y esfuerzo. Son aquellos que pueden preguntar con confianza. Aquellos que son llevados a reuniones de extrema urgencia para conocer que Dios tiene preparado para sus Hijos, no porque lo merezcan, esto es porque se lo han ganado. Fueron cambiando su posición, fueron disfrutando la compañía de Dios. Dejaron de pedir (hijos) y dieron (siervos). Dejaron de dar esperando una recompensa y lo hacen por amor (Amigos). Así se cumplió lo que dice en la Biblia: «Abraham confió en la promesa de Dios, y por eso Dios lo aceptó». Fue así como Abraham se hizo amigo de Dios.” Santiago 2:23
 
Es por ello, que nos debemos convertir en buscadores de su Presencia. Crecer, luchar, esforzarse. Que estar delante de Él sea algo memorable, que todos los días vivamos en comunión con Dios. Y esto implica:


a) Entrega: Buscar su Presencia para convivir con Él y no por buscar resultados o beneficios.
b) Renunciar a “yo”: Tomar nuestra cruz y seguirlo.
c) Confianza plena: Seguirlo a donde quiere que vaya, sin importar las consecuencias.
d) Ser transparente: Nada se puede esconder de Dios. Nada. Tus pensamientos, hechos serán reflejados y necesitarás arrepentimiento.
e) Rendición: Es un total estado de dependencia.


Ante todo esto, sólo nos quedará disfrutar de Él. Procuremos cada día cambiar nuestro lugar dentro del círculo íntimo de Dios y así poder ganarnos el título de Amigos de Dios.

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