El
mundo está lleno de soñadores. Todos deseamos algo. Mejorar nuestra vida. Hacer
algo extraordinario. Triunfar. Tener dinero. Dejar un legado. Sin embargo, lo
que marca la diferencia es salir y caminar hacia el sueño. Es allí donde
clasifican muy pocos. Aquellos que dejaron la zona cómoda de la
autocomplacencia. Aquellos que arriesgaron a dar el primer paso a pesar de que
no haya nada seguro. Aquellos que dejaron de soñar y se pusieron a trabajar.
Apostaron sus pocos recursos a la vida, sabiendo que lo podían perder todo. “Todas
esas personas murieron sin haber recibido las cosas que Dios había prometido;
pero como tenían fe, las vieron de lejos, y las saludaron reconociéndose a sí
mismos como extranjeros de paso por este mundo.” Hebreos 11:13 DHH
No
hay secretos para el éxito. Todo logro está basado en el esfuerzo, en el
trabajo duro, en distanciarse de la mediocrid ad. Estas palabras resuenan en mi
vida, porque muchas veces he soñado con cosas grandes y al hacer un recuento,
hay muy pocos sueños alcanzados. Es aquí
donde llega la bifurcación de la vida. Tomar la decisión de escoger un camino
de los dos posibles: Seguir igual, hasta donde la vida nos lleve y disfrutar de
las alegrías encontradas o tomar el camino de cumplir la voluntad de Dios,
donde en cada metro hay un reto, un desafío. Donde cada noche se disfruta del cansancio
del día, porque se sabe hacia dónde se va y que cada hora que pasa nos acerca a
cumplir nuestro propósito.
Donde
mejoramos porque hay errores, debilidades y tropezones que hacen evidentes
nuestra condición. Donde dar “la milla extra” no es una carga sino un
placer. Donde podemos ver a Dios con una
sonrisa en su rostro y una expresión de satisfacción.
Es
allí donde tomamos la decisión. Puedes esperar poco o mucho tiempo. Pero la
vida siempre te dará un plazo. No habrá garantías solo una promesa fiel y con garantía
de parte de Dios: “Yo
os he entregado, como lo había dicho a Moisés, todo lugar que pisare la
planta de vuestro pie.” Josué 1:5 RVR1960.
Quizás no haya nube o columna de fuego que nos proteja. No habrá maná a diario.
No habrá codornices que salten al sartén. Habrá que sembrar para cosechar.
Luchar para conquistar. Obedecer para recibir bendición. Santidad para ver a
Dios. Es por ello que el Señor le dijo a Josué hasta tres veces: Esfuérzate y
sé valiente. El esforzado trabaja y el valiente, confía.
Es por ello que Dios le dijo: manos a la obra y confía en mí.
En tres ocasiones. Tres momentos donde mandó a Josué con estas palabras: Habla
menos y trabaja más. Ya no sueñes, ahora toca seguir adelante. Tienes un
propósito y una promesa, por lo cual, es hora de avanzar. “Nadie te podrá hacer frente en
todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te
dejaré, ni te desampararé.” Josué 1:6 RVR 1960.
Avanzar es más difícil de lo que parece. Es salir de la
comodidad que nos da la vida y emprender, abrir brecha y salir golpeado, pero
las recompensas de esas heridas, son la satisfacción de una vida de trabajo que
no ha quedado en vano.
Así que,
Sueño + palabras = Soñador
Sueño + Acción = Emprendedor
Sueño + Acción + Convicción = Luchador
Sueño + Acción + Convicción + Esfuerzo = Logros
Alcanzados
1 Comentarios
Excelentes palabras mi estimado, sobre todo tomadas de la mano de Dios. Que tengas buen dia.
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