La
integridad es la capacidad de mantener las convicciones bajo presión.
Cuando
la tentación llega y no se actúa conforme a los instintos o para satisfacer un
deseo, eso es Integridad.
Cuando
todas mis palabras y actuaciones pueden ser a la vista y no hay nadie que se
incomode con ellas, se está actuando con integridad.
La
integridad nos libra de la culpa del pecado. Nos rescata de las consecuencias
de las malas decisiones y nos permite tener la frente en alto.
La
pregunta es ¿cómo se puede ser íntegro en medio de un mundo que nos acosa para
satisfacer nuestros deseos? , ¿Cómo vencer al mundo que nos pide que rompamos
las reglas, elimina los límites y que nos acecha hasta hacernos tropezar?
Existen
algunas características que nos pueden ayudar a caminar con integridad y ellas
son:
a) Examinar nuestros
pensamientos:
“examíname, ¡ponme a prueba!, ¡pon a prueba mis pensamientos y mis sentimientos más profundos!”
Salmos 26:2
Jesús dijo: “No lo que entra en la boca contamina al hombre;
mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre.” Sn. Mateo 15:11
RVR 1960. Nuestras palabras y actos tienen un origen común
y son nuestros pensamientos. Ellos nos hacen decidir hacer o decir lo correcto
o incorrecto. Por lo cual, es necesario
revisar que está nutriendo nuestra mente. En muchas ocasiones consumimos
desechos que llenan nuestra vida de parásitos y que poco a poco toman el
espacio de lo bueno y al final, nuestras actuaciones son destructivas y llenas
de putrefacción.
Es por ello que se debe revisar a qué se le está
dedicando tiempo. La pornografía te destruirá la idea de Dios sobre el sexo,
inundará tus ojos de lujuria, tus pensamientos se ahogarán en el mar de la insatisfacción.
Las malas conversaciones destruirán tus convicciones y te orillarán a que
hables mal de otros y que te enrolles en chismes que crearán grandes problemas.
En fin otra serie de situaciones que pueden dañarte: orgullo, jactancia, música
desagradable, entre otras.
Así que la integridad se construye en la mente
con la fortaleza de las convicciones y el valor del carácter. Lleva tus
pensamientos a Cristo y que sea el que gobierne tu corazón, así no lucharás
solo. “…Todo pensamiento humano lo sometemos a Cristo, para que lo obedezca a
él,” 2ª Corintios 10:5
Pablo deja claro como es un pensamiento de
calidad: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto,
todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si
hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.”
Filipenses 4:8 RVR 1960.
Es
decir, los pensamientos deben estar compuestos de verdad para que no tengamos
nada que ocultar, honestidad para que no haya nada de qué avergonzarnos,
justicia para estimar a todos como iguales sin denigrar a nadie ni nada, pureza
para no darle posibilidades de entrada al pecado, amabilidad para siempre estar
dispuesto a ayudar y a mejorar la vida de otros y entusiasmo, para que nunca el desánimo se
apodere de nosotros. Al final, poder establecer una única idea y que no nos
avergoncemos de lo que somos.
b) Mantener una
conducta correcta:
“Desde que yo era joven, y hasta la fecha, he sido el jefe de
ustedes, y mis hijos son parte del pueblo. Pero ya estoy viejo. Ha llegado el
momento de que, delante de Dios y de su rey, me digan cómo me he portado. » ¿Con quién he sido injusto? ¿A quién le he
quitado algo con engaños, o a la fuerza? ¿De quién he recibido dinero para
cometer injusticias? ¿A quién le he robado su buey, o su burro? »Si algo de esto he cometido contra cualquiera de ustedes, éste es
el momento de decirlo; ¡éste es el momento de acusarme! Así pagaré mis deudas.
Pero ellos le respondieron: —Jamás nos has robado. Jamás nos engañaste,
ni aceptaste nunca dinero para cometer injusticias.” 1ª Samuel 12:3-4
Una buena conducta
siempre está acompañada de un carácter firme y de convicciones correctas,
porque el carácter nos permitirá poner freno o decir que no en algo que no es
correcto y las convicciones nos harán revisar lo que nos edifica o no nos
edifica.
En ese sentido, deberás
estar consciente que tu conducta será evaluada por los demás. Tu forma de
actuar pasará por el examen de los que te rodean y debe pasar aprobado. Samuel
nos enseñó a que ser transparente y consultar si hemos cometido yerros es parte
importante para establecer lo correcto o lo incorrecto.
c) Evitar ocultar cosas desagradables:
“Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni escondido,
que no haya de salir a luz.” Marcos 4:22
En este mundo no se puede ocultar nada por mucho tiempo. El engaño siempre
sale a luz. La basura amontonada siempre crea mal olor. A Dios no se le puede
esconder nada. Para caminar en integridad, es necesario evitar ocultar nuestros
errores y pecados, es necesario exponerlos y cambiar el rumbo que hemos tomado.
Lo oculto te va destruyendo hasta que es insoportable y no te deja vivir con
tranquilidad. Debemos ser transparentes ante Dios y darle la oportunidad que
nos ayude a salir de lo que nos ha atrapado. Recuerda que Dios está presente en
cada lugar dónde estás y qué el mira lo que ves, escucha lo que hablas y lo que
oyes. Por lo cual debes evitar caer en la tentación de tratar de esconderle
algo, porque el ya lo conoce. “Yo conozco
que todo lo puedes, Y que no hay
pensamiento que se esconda de ti.” Job 42:2
Deja un legado de integridad que te permita mostrarle
a tu descendencia el camino correcto. Que ante situaciones de presión, duda o
tentación puedan recordar que su padre o madre pasó por lo mismo y tomó la
decisión correcta. Deja que Dios tome el control de tu vida, que Su Palabra sea
tu filtro o espejo para determinar si los pensamientos son correctos, si tus
actos son firmes, si tus convicciones son las adecuadas. Esta es la única forma
de vivir en integridad. Vivir a la manera de Cristo. Así puedes dar orgullo a
tu familia:
“¡Felices los hijos que deja quien ha vivido con rectitud y honradez!” Proverbios
20:7
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