10 Cosas de las Que Debemos Despedirnos: La Soberbia (No. 4) ¡Nuevo!



 Y quebrantaré la soberbia de vuestro orgullo, y haré vuestro cielo como hierro, y vuestra tierra como bronce.” Levítico 26:19 TLA

La soberbia salió a pasear. Se vistió de vanidad para ser aplaudida. Habló de ella con jactancia. Presumió sus éxitos. Excelsa, se atrevió a caminar y a ver con altanería. No lograba ver sus fallas. No lograba entender su soledad. Probablemente su perfección era tal que nadie se atrevía a acercarse. Mientras colocaba sus mejores fotos en cada lugar donde llegaba, procuraba siempre parecer más lista. Lo publicó. Lo presentó. Lo dio.

Agradece a Dios que otros tengan la oportunidad de estar a su lado. Bendice a quién  la admira. Reta a quien no la adula. En ese paseo cometió un error. Subió muy alto y aunque sus brazos eran fuertes, sus pies, que la sostenían eran muy débiles. Sin embargo, no le importó. Trató de llegar a lo más alto para recibir elogios y alabanzas. Pero no se dio cuenta que su atractivo era demasiado pesado y sus raíces muy débiles.

Así que cayó y cayó. El impacto fue doloroso. Su imagen quedó en la superficie. Nada de integridad. Todo era apariencia. La vanidad se convirtió en vergüenza. Su altanería en humillación. Los aplausos se transformaron en burlas. Los elogios en chistes. Sonrojada, abochornada, salió y nunca más se le volvió a ver. Lo que creía de ella, fue su perdición y lo es para nosotros.

La soberbia. Una de las cargas más pesadas que llevamos como seres humanos. Todo es apariencia. Cubrir las imperfecciones. Presumir pequeñas cosas como grandes. Es muy probable que la soberbia tenga un excelente departamento de marketing pero un olvidado departamento de producción y de cuidado personal.

Si la amargura es un veneno, la soberbia es una droga. El veneno afecta a muchas partes del cuerpo. La droga, principalmente al cerebro. Excelente comparación porque la soberbia ataca nuestra mente y se ocupa de tener una visión distorsionada de la realidad. Nos hace vivir para nuestra entera satisfacción. Dijo Agustín de Hipona: La soberbia no es grandeza sino hinchazón, y lo que está hinchado parece grande, pero no está sano.”

Se puede decir, que el orgullo es un exceso. Exceso de Yo. Yo soy. Yo puedo. Yo hago. Yo Soy Mejor. De tal forma que nos hace perder la perspectiva de quiénes en realidad somos, tratando de ocultas nuestros defectos, desarrolla un espíritu criticón, sabio en nuestra opinión, inflando conquistas, que a la vez nos cierra la vida a servirnos a nosotros mismos. Creyendo que somos merecedores de todos y nuestros derechos son privilegios que están por encima de los demás.

Lastimosamente, la semilla del orgullo crece a una velocidad impresionante. Isaías 14 muestra la caída de un orgulloso. Satanás, con una responsabilidad grande en los cielos, lo vio como un privilegio, cambió su perspectiva, desenfocó sus ojos de lo verdaderamente importante y prefirió ver sus propios atributos. Su fin fue destrucción. Observa:

Descendió al Seol tu soberbia, y el sonido de tus arpas; gusanos serán tu cama, y gusanos te cubrirán. ¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo.” Isaías 14:11-14.

Observa bien. Siempre que se habla del orgullo hay caídas, derrumbes, dolor. El hombre más sabio del mundo antiguo, Salomón dijo:

El orgullo acarrea deshonra; la sabiduría está con los humildes.” Proverbios 11:2
“De la boca del necio brota el orgullo; de los labios del sabio, su protección.” Proverbios 14:3
“Tras el orgullo viene el fracaso; tras la altanería, la caída.” Proverbios 16:18

¿Cómo saber si el orgullo nos ha invadido?, ¿cómo saber si nuestra estima es demasiado alta y nos hemos enfermado de yo?

  1. ¿Te fijas en los errores de otros sin dificultad y siempre sabes cómo arreglar esa conducta?
  2. ¿Percibes que otros no están a la altura de tus conocimientos, habilidades y destrezas?
  3. ¿Te gusta tener siempre una buena atención y eres crítico de aquello que te parece que no cumple tus expectativas?
  4. ¿Te motivan los aplausos, luego de hacer una acción que los merece?
  5. ¿Te preocupa lo que otros opinan de ti?
  6. ¿Cuándo te equivocas y te lo observan, casi siempre te pones a la defensiva?
  7. Cuando quieres que otros hagan algo por ti ¿tiendes a manipularlos?
  8. ¿Te cuesta pedir perdón o en su defecto, perdonar?
  9. ¿Crees que eres especial y que nadie puede llenar tus expectativas?
  10. ¿Siempre te estás comparando con otros y te sientes digno entre los que parecen peores que tú?
Si dos o más de estas preguntas tienen como respuesta un sí, estamos en grandes aprietos. El orgullo se ha apoderado de nuestra vida. Es necesario examinar nuestra vida y determinar nuestras áreas de mejora. Un FODA personal es imprescindible para ello. Todo, a la luz de las Escrituras. Recuerda que ellas son las instrucciones, el mapa, el espejo y la luz que permitirá ver nuestras manchas. El salmista escribió: “Tu palabra es una lámpara a mis pies y una luz en mi camino.” Salmos 119:105 DHH y Pablo nos describe la importancia de hacer un test personal para enfrentarnos a la realidad de nuestra conducta. “Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados” 1ª Corintios 11:31.

Las consecuencias del orgullo son nefastas. Salomón lo describe así: “El hombre que reprendido endurece la cerviz, de repente será quebrantado, y no habrá para él medicina.” Proverbios 29:1 RVR1960. Antes de verlas, solo identifiquemos, las diferentes máscaras que muestra el orgullo.

a)    Celos: No es agradable ver las victorias de otros. “Esto hizo que Saúl se enojara mucho. «¿Qué es esto? —dijo—. Le dan crédito a David por diez miles y a mí solamente por miles. ¡Solo falta que lo hagan su rey!». Desde ese momento Saúl miró con recelo a David.” 1ª Samuel 18:8-9 NTV
b)   Contiendas: Nadie está a la altura del orgulloso por lo cual siempre hay peleas, ya que hace sentir mal a otros y se siente satisfecho por lo logrado.
c)    Sed de fama: El éxito no es malo, su lado negativo es cuando en lugar de dejar un legado, se buscan los elogios y la fama desmedida.
d)   Maltrato: El orgulloso maltrata a los demás, simplemente porque si. No tiene razón para criticar, molestar, insultar, agraviar y humillar a otros, pero lo hace. Las lágrimas de los demás son su motivación.
e)   Busca privilegios en lugar de derechos y menos sus obligaciones.

La única forma de librarnos de la soberbia o del orgullo es cambiando nuestra perspectiva y llenar nuestra vida de humildad. Si no trabajamos en ello, las consecuencias son la humillación. Dios detesta el orgullo y la vanidad, porque nos entronizamos y nos entregamos la adoración a nosotros mismos para que los demás nos sigan. El orgullo nos separa de Dios, no porque el Señor lo quiera así, sino porque no soporta enfrentar a gente que se ama más a sí misma. El salmista lo describió de la siguiente forma: “Aunque el Señor es grande, se ocupa de los humildes, pero se mantiene distante de los orgullosos.” Salmos 138:8 NTV.

Así que, si estás perdido en el orgullo deja esa carga. Tira todas las máscaras y no ocultes tus errores y debilidades ante Dios. No existe peor maleta, ni esclavitud que servirte a ti mismo. Cuando siempre hay algo que ocultar, siempre hay que ganar, siempre hay que recibir, eso jamás traerá satisfacción.

¿Cómo vencer el orgullo? Será una batalla diaria, cruenta y difícil, ya que deberás vencer a tu ego y coronar a Cristo como Señor de tu vida. Esto es lo que ayudará.

a)    Ser humilde. Toma tu corona y colócala a los pies de Jesús. Eso te ayudará a entender que lo más importante no está en lo que logres, sino en lo que puedas hacer por otros. La humildad te llenará de prudencia, amistades y plenitud porque nunca perderás de vista lo más importante. No sean egoístas; no traten de impresionar a nadie. Sean humildes, es decir, considerando a los demás como mejores que ustedes.” Filipenses 2:3 NTV

Reconocer las limitaciones es victoria contra el orgullo
b)   Mantener una vida equilibrada. Mantén tus pies en la tierra, no dejes que el liderazgo o una posición de autoridad te maree, porque habrá probablemente gente a tu disposición, elogios y recompensas, pero recuerda que todo ello es pasajero. “La gloria, Señor, no es para nosotros; no es para nosotros sino para tu nombre, por causa de tu amor y tu verdad.” Salmos 115:1 NVI.

c)    Crucificar tu yo. Es la parte más difícil de la vida. Es abdicar al trono y poner tus derechos y privilegios a un lado y vivir para ser mejor.  “Mi antiguo yo ha sido crucificado con Cristo. Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Así que vivo en este cuerpo terrenal confiando en el Hijo de Dios, quien me amó y se entregó a sí mismo por mí.” Gálatas 2:20 NTV

d)   Servir a otros. Ora por otros. Visita un hospital, Apoya a un necesitado. Escucha a alguien y dale una palabra de aliento. Adopta como coach a un joven que lo necesite. Brinda tu asiento en el autobús. Cuando ores por otros te convertirás en intercesor. La vida te dará un giro de 180° y serás fuerte y vencerás. Pero entre ustedes será diferente. El que quiera ser líder entre ustedes deberá ser sirviente.” Mateo 20:26 NTV

e)   Reconocer las limitaciones. El orgullo te aleja de las personas. No permite ver tus falencias y amenazas. Sin embargo, donde hay luz se puede ver. Reconoce que hay personas más hábiles, mejor preparadas y con grandes habilidades y aprende de ellas, su sacrificio, sus dones y su actitud, esto te ayudará a comprender que es lo que necesitas mejorar. Ponme a prueba, Señor, e interrógame; examina mis intenciones y mi corazón.” Salmos 26:2 NTV

f)     Aceptar los errores y pedir perdón. No es malo equivocarse, lo malo es no hacer nada con ello. Pide perdón y enmienda. Tiende las manos a la reconciliación y  trabaja por reconstruir lo que una vez se derrumbó con el orgullo. “—No siete veces —respondió Jesús—, sino setenta veces siete.” Mateo 18:22 NTV

g)    Siempre dar gracias por la ayuda. Max Lucado escribió sus Máximas, en su libro Cuando Dios Susurra tu Nombre, Tanto como puedas, agradece. Él ya nos ha dado más de lo que nos merecemos.”, “Sé doblemente amable con las personas que te traen la comida o estacionan tu automóvil.” Y “Por la avaricia a menudo me he lamentado. Por la generosidad… nunca.” Fascinante. Esto te ayudará a derrotar al orgullo.

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4 Comentarios

  1. Exelente réflexion muy edificante Gracias PADRE CELESTIAL POR CADA PALABRA ES UNA ESEÑANSA A NUESTRA VIDA TE AMO JESUCRISTO

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  2. Enrriquecedor material, gran parte del daño espiritual que sufrimos las personas, pasa por este tema del orgullo, aún cuando lo ignoren.
    Gracias hno.

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    1. Gracias Jorge Aguilera. El orgullo mata lo mejor de nosotros. Dios le bendiga.

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