Susurro del Cielo: ¿Cómo Tener un Corazón de Conquistador?

¿Cómo Tener un Corazón de Conquistador?
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“Este siervo tuyo ha matado leones y osos, y ese filisteo incircunciso correrá la misma suerte por haber desafiado a las huestes del Dios vivo.
Y añadió:
— El Señor que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, me librará del poder de ese filisteo.
Entonces Saúl le dijo:
— Anda y que el Señor te acompañe.” 1ª Samuel 17:36-37 BLPH


En la vida hay muchos soñadores pero muy pocos conquistadores. Esto es por el hecho que de pasar del sueño a la acción, se debe tener carácter, pasión y determinación. Eso hace la diferencia entre los que quieren y los que hacen. En su segunda aparición en las Escrituras, y quizás una de las más conocidas, David, el pequeño pastor, el enorme adorador, el extremadamente valiente joven, nos enseña a través de su heroico enfrentamiento con el gigante Goliat, como lograr un corazón de conquistador. Cada paso dentro de la historia nos confirma que solo alguien capaz de hacer, será capaz de cambiar su historia personal, la historia de su familia e incluso, la historia de su nación.

Dios no eligió a David por su preparación, sino por su corazón. Un corazón capaz de seducir el corazón del Creador, a través de una vida de rectitud, adoración y enorme deseo de entregarle lo mejor. Eso es lo que hace un conquistador. Por lo que, dentro de algunas partes de esta bella historia, encontramos perlas de sabiduría que nos permitirán labrar en nuestra vida enormes dotes de liderazgo y nos enseña las cualidades que debe tener el corazón de un conquistador. Y estas son:

a) Tener la actitud correcta.
“Y David se alejó de su hermano, pero fue y le preguntó a otro soldado en cuanto a la recompensa que ofrecía el rey. Y el soldado le repitió lo que ya le habían dicho. Algunos soldados oyeron que David andaba preguntando, y fueron a decírselo a Saúl. Entonces el rey hizo llamar a David, y David le dijo:
—No se preocupe Su Majestad. Yo mataré a ese filisteo.” 1ª Samuel 17:30-31 NTV


En la vida se pueden encontrar tres tipos de personas:
- Los que no pueden hacer algo,
- Los que no quieren hacer nada,
- Los que desafían las circunstancias queriendo hacer hasta lo imposible.
 
Estos últimos son los que mueven al mundo. Esto es porque la actitud es la disposición a actuar. El deseo de cambiar. La resolución de mejorar.
 
Entre la oscuridad del temor de todos los soldados de Israel, incluyendo el rey Saúl, emergió la luz de una actitud correcta de un visitante encargado de suministrar alimentos a sus hermanos: David. No tenía, ni debía estar allí, pero gracias a su actitud, fue el instrumento usado por Dios para cambiar las circunstancias actuales de su nación, la cual, estaba oprimida, afrentada y desquiciada ante el reto del gigante.

¿Tenía la experiencia? No. Era la primera vez que pisaba un campo de batalla
¿Tenía el puesto necesario? No. Era un simple pastor de ovejas.
¿Tenía el apoyo? No. Su hermano mayor pidió que dejara de molestar.

Sin embargo, llegó en el momento justo, debido a que las personas con buena actitud siempre son oportunas, siempre están interesadas en hacer lo imposible, tal como dijo Helen McIness: “Nada es interesante si tú no estás interesado.”

Así que, debemos revisar nuestro corazón e identificar cuál es nuestra actitud por la vida. Es pasiva, Reactiva. Pesimista. Soberbia. Descuidada. O es proactiva y optimista. Cualquiera que sea, tendrá un resultado en cuanto a las oportunidades. Puedes quedar preso de las circunstancias que están a tu alrededor. Tu pasado, tu apariencia, tus habilidades, experiencias o talentos o cambiar tu rumbo y comenzar a labrar un mejor futuro, retomar tu pelea con ese gigante, salir de la zona de confort y llevar un corazón dispuesto a labrar algo mejor. No dependas de tu estado. Depende de una buena actitud y tu fe será invencible.

b) Tener las palabras correctas.

“Pero David le contestó:
— ¡Y tú vienes a pelear conmigo con espada, y flechas y lanza! Pues yo vengo en el nombre del Dios todopoderoso, el Dios de los ejércitos de Israel, a quien te has atrevido a desafiar. Hoy mismo Dios me ayudará a vencerte, y te mataré y te cortaré la cabeza. Hoy mismo alimentaré a los buitres y a las bestias salvajes con los cadáveres de los soldados filisteos. ¡Y todo el mundo sabrá lo grande que es el Dios de Israel!” 1ª Samuel 17:45-46 NTV

Me encanta una reflexión hecha por Max Lucado en su libro, Enfrente a Sus Gigantes, que se basa en la historia de David. En ella menciona lo siguiente:
“Tome nota las veces en que David menciona a Dios y el número de veces en que David menciona a Goliat. Yo cuento 9 menciones de Dios y solo 2 menciones de Goliat.
¿Dónde estaba la mente de David ese día?
La mente de David estaba en Dios. Una porción de 9 a 2. Las referencias a Dios fueron 4 veces más que las referencias al gigante. Haga sus cálculos en sus días difíciles.
¿Está usted pensando en Dios 4 veces más que en sus desafíos?
¿Está considerando la fuerza de Dios 4 veces más que sus debilidades?
¿Está meditando en el perdón de Dios 4 veces más que sus errores?
Si no, ahora sabe porque sus gigantes lo están derribando.
¿Quiere saber si usted puede permanecer firme en contra de sus gigantes?
Enfrente a sus gigantes como lo hizo David.”

David no enfrentó a Goliat con confesión positiva. El universo no conspiró para que lograra la victoria. No decretó, ni declaró victoria. No se inspiro en la Ley de la Atracción. Él habló de su fuente de poder. Sabía quién era Todopoderoso. Sabía quién había dado grandes victorias a Israel. Recordó las diez plagas de Egipto. Un mar abierto. Muros caídos. Las leyes de física ignoradas. Sabía quién lo había hecho y en Él puso su fe.

“…Pues yo vengo en el nombre del Dios todopoderoso, el Dios de los ejércitos de Israel, a quien te has atrevido a desafiar.” No son palabras complicadas, pero muy difíciles de expresar. Es el postulado de una fe inquebrantable y de una confianza absoluta en Jehová. David representaba a Dios y Dios confiaba en David. Así que, es momento de revisar nuestras palabras. Es momento de examinar lo que sale de nuestra boca. Si estás basando tus batallas en tus títulos, en tu capacidad y en tu fuerza, la batalla será complicada y nos llevará a la derrota.

Es en Dios que debe estar puesta nuestra confianza. Dios debe marcar el paso. Debe impulsar nuestro caminar. Y esto solo se logra con una relación. Solo conociéndolo y caminando a su lado, tendremos la capacidad de confiar en Él. Así que, cada batalla que enfrentes, no declares victoria. No declares bendición. Sólo compromete tu fe en Aquel que hace lo imposible, posible. Habla de Dios, camina con Él y sigue en línea de batalla.

c) Tomar las decisiones correctas.

“y David le dijo: —No se preocupe Su Majestad. Yo mataré a ese filisteo.” 1ª Samuel 17:32 NTV
El conquistador toma decisiones correctas. Esto implica conectar nuestra razón con las emociones. Es dejar actuar a la fe. Es aprender a tomar riesgos. Significa desafiar lo ordinario y apostarle a lo extraordinario. David pudo haber dicho: “No, no es el momento.” Recuerde que el ya había sido ungido rey. Solo debía esperar la muerte de Saúl o la insurrección popular, para llegar al trono. La batalla contra Goliat no era una prueba para validar su ungimiento. Esa guerra no era suya. Sin embargo, David oyó que el filisteo se burlaba de Dios. Allí es donde decidió. Allí es donde dejo su comodidad y firmó su contrato con las fuerzas armadas israelitas. Así como nosotros también debemos decidir. Debemos escoger. Ahora bien: ¿Tus decisiones están basadas en Dios?, ¡Actúas emocionalmente?, ¿Encubres con prudencia, tu pereza? Si esto es así debemos revisar nuestras prioridades. La primera y más importante decisión es esta: “Después Jesús les dijo a todos los que estaban allí: «Si alguno quiere ser mi discípulo, tiene que olvidarse de hacer lo que quiera. Tiene que estar siempre dispuesto a morir y hacer lo que yo mando.” Sn. Lucas 9:23 TLA

En ese sentido las decisiones de un conquistador deben ser:

a) Firmes:
Es decir, son decisiones sin ambigüedades. Sin emocionalismos. Robert Schuller mencionó: “Nunca cortes un árbol en el invierno. Nunca tomes una decisión negativa en los momentos bajos. Nunca tomes tus decisiones más importantes cuando estas de mal humor. Espera. Se paciente. La tormenta pasará. La primavera llegará.”

b) Seguras:
La seguridad de las decisiones no están cimentadas en nuestras capacidades, debe estar en la fe, pero no en la fe ciega, o en nosotros mismos. Como David, una fe segura en que Dios tiene control y actuará conforme a su soberanía y en su amor.

c) Determinadas:
Luego de tomada la decisión, es necesario no abandonarla. Enfrentarla con decisión firme de conducirse hasta las últimas consecuencias, creyendo que: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” Romanos 8:28 RVR1960.

d) Hacer las acciones correctas.

“Cuando el filisteo se acercó para atacarlo, David también corrió hacia él y, sacando una piedra de su bolsa, disparó su honda y le pegó al filisteo en plena cara. La piedra se le clavó en la frente, y el filisteo cayó de cara al suelo.” 1ª Samuel 17:48-49 NTV
Los conquistadores se diferencian de los soñadores en la forma de cómo actúan. David no se rindió. Cuando el duelo de palabras finalizó y el filisteo se sintió apesadumbrado por no poder intimidar al nuevo guerrero y se lanzó a la batalla, David cerró su boca y actúo. Dice la Escritura que, David corrió hacia él y disparó su honda…Lo demás es historia conocida. Victoria de Dios. Giovanni Boccaccio dijo: “Vale más actuar exponiéndose a arrepentirse de ello, que arrepentirse de no haber hecho nada.”

Esto es una constante en las reflexiones: La Biblia no pierde el tiempo en los que no actuaron. El joven rico perdió su posibilidad de ser parte del equipo de Jesucristo por pensarlo demasiado. Aquellos que se escudan en su incapacidad actual, están condenados a ser privados de la oportunidad de hacer la diferencia. Los que prefieren que todo este facilitado, jamás hará nada. Salomón escribió:

“Cuando el árbol cae, no importa de qué lado caiga; donde cae, allí se queda.
Si quieres sembrar,
no te quedes mirando al viento;
si quieres cosechar,
no te quedes mirando al cielo.”
Eclesiastés 11:3-4 TLA

Actúa con firmeza. No habrá batallas fáciles. La tormenta arreciará. El gigante tratará de avergonzarnos. La deuda no se borrará. Las críticas no se apaciguarán cuando lo queramos. Eso es parte de la batalla. A veces habrá milagrosas victorias, otras veces serán a costa de sudor, lágrimas y sangre. Pero que eso no nos quite el esfuerzo. Que eso no destruya nuestra fe. Dios está con nosotros. Él nos está formando a través de muchas circunstancias. No nos dejará solo y Pablo confirma esto con este versículo: “¿Qué podemos decir acerca de cosas tan maravillosas como estas? Si Dios está a favor de nosotros, ¿quién podrá ponerse en nuestra contra?” Romanos 8:31

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