Esta es una pregunta que alguna vez nos hemos hecho. Es muy probable que esto sea porque siempre es más fácil soñar que crear un propósito o una meta, porque mientras los sueños nos hacen sentirnos bien con nosotros mismos, las metas nos desafían a salir, tomar decisiones, franquear obstáculos y desarrollarnos. En esta última, se necesita algo más que todo, más que nuestras habilidades, se necesitan las actitudes correctas y la perseverancia a tope. Las metas nos exigen una entrega total donde mantenerse firme no es una opción, es una obligación. En esto Pablo, el apóstol, ejemplifica con certeza aquel que durante su recorrido por esta tierra, tuvo un cambio en su propósito y luego trabajó hasta alcanzarlo.
Cuando una meta está llena de pasión, determinación y valentía, se convierte en una llama sagrada que va de generación a generación con una fecha de inicio pero sin finalización.
La idea ahora es demostrar con la vida y escritos inspirados por el Espíritu Santo, como Pablo logró triunfar y se pueda tener una idea de las razones por las que en nuestra vida sentimos frustración porque disponemos nuestro corazón por un propósito noble, una meta específica pero muchas no la alcanzamos. Veamos algunas situaciones:
1. Porque no estamos dispuestos a pagar el precio:
“Con gusto me desgastaré por ustedes y también gastaré todo lo que tengo, aunque parece que cuanto más los amo, menos me aman ustedes a mí.” 2° Corintios 12:15 NTV
Una meta requiere disciplina. Un campeón entrena, renuncia a los malos hábitos y mejora su actitud. No podemos alcanzar una meta cuando no disponemos lo mejor de nosotros para tal fin. Despojarse de la pereza y salir a enfrentar lo que se nos pone por delante es la base para que se labre el cumplimiento de una meta. No importa los recursos a utilizar, si hay un propósito correcto, todo lo que hagamos será recompensado.
2. Porque nos conformamos con hacer lo suficiente.
“Todos los atletas se entrenan con disciplina. Lo hacen para ganar un premio que se desvanecerá, pero nosotros lo hacemos por un premio eterno.” 1ª Corintios 9:25 NTV
Hacer lo suficiente nos condiciona a darlo todo mientras no haya obstáculos. Lo suficiente es el enemigo No. 1 de las metas, pues todo se basa en que se avanza mientras haya fuerza, mientras haya oportunidades, mientras haya ánimo. Sin embargo, una meta nos exige dar un salto de calidad y enfrentarnos a lo que venga con un poco más. Con paciencia, con constancia y con excelencia.
3. Porque son esfuerzos aislados que no llevan a ningún lado.
“Por eso yo corro cada paso con propósito. No solo doy golpes al aire.” 1ª Corintios 9:26 NTV
Mientras no tengamos la mente enfocada en el propósito todo esfuerzo parecerá bueno, nos hará llegar a un lugar, pero siempre será un lugar desconocido. Cualquier lugar será bueno, pero no será el correcto. Nos sentiremos insatisfechos y frustrados (en el mejor de los casos). Mientras tengas miles de ideas sin estructuras, jamás llegarás alguna parte. El enfoque será capaz de ayudarte a dejar el sobrepeso a un lado y llevarte más liviano al lugar correcto: Cumplir tus metas.
“Así es, todo lo demás no vale nada cuando se le compara con el infinito valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por amor a él, he desechado todo lo demás y lo considero basura a fin de ganar a Cristo.” Filipenses 3:8 NTV
Una fábula muy conocida de dos amigos muy diferentes: Una gallina y un cerdo. Ambos se proponen iniciar un negocio de comida y su primer plato del menú, a propuesta de la gallina, es huevo con tocino. Al cerdo, no le parece la idea y cuestiona a la gallina: ¡No es bueno esto, porque mientras tú estás involucrada, yo estoy comprometido! El compromiso nos pide dar todo, mientras el involucramiento es poner una parte. Esto requerirá de nosotros nuestra potencia, pero también nuestra pasión, paciencia y perseverancia.
5. Porque perdemos la fe.
“Aférrense a la palabra de vida; entonces, el día que Cristo vuelva, me sentiré orgulloso de no haber corrido la carrera en vano y de que mi trabajo no fue inútil.” Filipenses 2:16 NTV
La fe es básica. Es la que nos hace llamar las cosas que no son como si fuesen. Nos hacen ver cosas que otros se imaginan. Nos traslada a ver nuestro futuro y confirmar que lo mejor está por venir. Mientras la fe este encendida todo será más fácil.
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