Todos las personas tenemos un antes y un después:
Antes de Cristo nuestras vidas estaban fuera de control, eran cochinas y dadas a la indulgencia. No sabíamos que éramos cochinos hasta que lo conocimos a Él. Entonces Él entró.
Las cosas empezaron a cambiar.
Lo que tirábamos por todos lados empezamos a ponerlo en su lugar.
Lo que descuidábamos, empezamos a limpiarlo.
Lo que estaba en desorden se puso en orden.
(tomado de en Manos de la Gracias, Max Lukado)
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