-->
El cambio verdadero es un trabajo interno. Es posible que logres modificar las cosas por un día o dos con dinero y sistemas, pero el meollo del asunto es y siempre será, el asunto del corazón.
Permíteme aclarar. Nuestro problema es el pecado. No las finanzas. No los presupuestos. No las prisiones atestadas ni los comerciantes de drogas. Nuestro problema es el pecado. Estamos en rebelión contra nuestro Creador. Estamos separados de nuestro Padre. Estamos desconectados de la fuente de la vida. Un nuevo presidente o política no corregirá eso. Sólo Dios puede resolverlo.
Es por eso que la Biblia utiliza términos drásticos como conversión, arrepentimiento, y perdido y hallado. La sociedad puede renovar, pero sólo Dios re-crea.
He aquí un ejercicio práctico para poner en marcha esta verdad. La próxima vez que suenen alarmas en tu mundo, pregúntate tres cosas.
1. ¿Hay en mi vida algún pecado sin confesar?
«Mientras no confesé mi pecado, mi cuerpo iba decayendo por mi gemir de todo el día, pues de día y de noche tu mano pesaba sobre mí. Como flor marchita por el calor del verano, así me sentía decaer. Pero te confesé sin reservas mi pecado y mi maldad; decidí confesarte mis pecados, y tú, Señor, los perdonaste» ( Salmo 32.3–5 , Versión Popular).
(La confesión es contarle a Dios que hiciste lo que Él te vio hacer. Él no tiene tanta necesidad de escucharlo como tú de decirlo. Ya sea demasiado pequeño para mencionarlo o demasiado grande para perdonarlo no te corresponde a ti decidir. Lo que te toca es ser sincero.)
2. ¿Hay en mi mundo algún conflicto sin resolver?
«Si estás presentando tu ofrenda en el altar y allí recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar. Ve primero y reconcíliate con tu hermano; luego vuelve y presenta tu ofrenda» ( Mateo 5.23 , NVI).
(Según lo que sé, esta es la única vez que Dios te dice que salgas de la iglesia temprano. Al parecer, prefiere que entregues tu rama de olivo antes que tu diezmo. Si estás adorando y recuerdas que tu mamá está molesta contigo por haberte olvidado de su cumpleaños, levántate del banco y busca un teléfono. Tal vez te perdone; tal vez no. Pero al menos podrás regresar a tu asiento con la conciencia tranquila.)
3. ¿Hay en mi corazón alguna preocupación no rendida al Señor?
«Echando toda vuestra ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de vosotros» ( 1 Pedro 5.7 ).
(La palabra alemana que se traduce ansiedad significa «estrangular». La palabra griega significa «dividir la mente». Ambas son precisas. La ansiedad es una soga al cuello y una distracción de la mente, ninguna de las cuales es propicia para el gozo.)
Las alarmas cumplen un propósito. Señalan un problema. A veces el problema está allá afuera. Con más frecuencia está aquí adentro. De modo que antes de espiar hacia afuera, echa un buen vistazo para adentro.
0 Comentarios
Manda tus comentarios del blog, puedes escribir tus testimonios, o historias que desees.