En todo rebaño
hay ovejas que obedecen y otras que se
separan del rebaño para explorar su “vasto mundo”, lo cual hace que se expongan
a los peligros que las acechan: un lobo, un golpe, insectos, entre otras.
Siempre hay un
momento que no nos sentimos parte de nuestro rebaño. Muchas veces deseamos
tomar nuestras propias decisiones y lograr nuestro propio destino. Y Dios nos
deja. Dios a través de esta frase del Salmo 23, nos dice: cada vez que te
alejes de mí y te encuentres en situaciones no muy gratas, no te preocupes,
extenderé mi cayado para atraerte de nuevo al rebaño. Su perdón es ilimitado y
su misericordia no tiene límites; de hecho, cada mañana, no importando cuánto
hayamos ocupado el día anterior, regresa a C-E-R-O. “Sé que cada mañana se renuevan su gran amor y su fidelidad.” Lamentaciones 3:23 TLA.
También habrá un
momento que tendrá que disciplinarnos, ocupará su vara, para hacernos entender
que no vamos por el camino correcto, y que Él nos sigue amando como el primer
día. “Porque
Dios corrige y castiga a todo aquel que ama
y que considera su hijo.” Hebreos 12:6.
Una aclaración
necesaria: la disciplina de Dios, no es para hacernos sufrir o para apalearnos
y maltratarnos. Es para que comprendamos que Él nos necesita y quiere que
estemos cerca de Él. Por eso, la frase que cierra es importante: …infundirá
aliento… Tanto su cayado (Gracia), como su vara (disciplina) tienen el
propósito de dar ánimo, coraje y cambiar nuestro rumbo.
Necesitas nuevas
fuerzas, tu alma necesita aliento, tu cuerpo necesita fuerzas, tanto la vara como el cayado infunden aliento.
"Pero los que confían en Dios
siempre tendrán nuevas fuerzas.
Podrán volar como las águilas,
podrán caminar sin cansarse
y correr sin fatigarse."
Isaías 40:31. TLA
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