“Hermanos,
yo sé muy bien que todavía no he alcanzado la meta; pero he decidido no fijarme
en lo que ya he recorrido, sino que ahora me concentro en lo que me falta por
recorrer. 14 Así
que sigo adelante, hacia la meta, para llevarme el premio que Dios nos llama a
recibir por medio de Jesucristo.” Filipenses 3:13-14.
El final de un año siempre nos deja
enseñanzas, experiencias y aprendizajes pero también nos permite identificar
logros y dificultades. Lastimosamente no se puede cambiar el pasado, pero si
podemos trabajar para que las nuevas oportunidades que nos proporciona Dios
para vivir, en este nuevo año, podamos crecer y estemos más cerca de cumplir su
Voluntad. ES por ello que para este nuevo año, no hay nada mejor que
identificar algunos consejos para que sea en Victoria:
- No descuides la presencia de Dios en tu vida:
“—Yo mismo te acompañaré y te
haré descansar —dijo el Señor.” Éxodo 33:14 DHH
Prioriza al Señor
en tu lista de preferencias para este nuevo año, pero no lo tomes como la
herramienta para alcanzar tus metas y anhelos, mucho menos como el mago o genio
que te puede cumplir tus deseos.
Lleva la
presencia de Dios a tu casa, sin ningún interés material o por conveniencia.
Quédate con Él, porque lo amas, porque estás interesado en habitar y convivir
con Dios. Entrega el control de tus decisiones y deja que moldee tu carácter
para que seas un mejor discípulo de Cristo, que lo siga sin importar los
impedimentos, las situaciones y las desventajas que puedan acontecer.
Respétalo,
porque siempre andará contigo. No lo hagas sonrojar por las cosas que hagas,
veas o pienses. Toma un tiempo para conocer Su corazón, Sus necesidades y Sus
anhelos. Pregunta y deja que te conteste. Trata de cumplir su voluntad, porque
siempre será buena, agradable y perfecta. “No
entristezcan al Espíritu Santo de Dios con la forma en que viven. Rec
uerden que él los identificó como suyos, y así les ha garantizado que serán salvos el día de la redención” Efesios 4:30 NTV
Si esta es la
base de tu nuevo año tu vida cambiará en gran medida. No lo olvides, no
descuides la presencia de Dios. Jamás. Nunca. Que tu corazón sea un altar de
adoración, donde Dios tenga el gusto de habitar, porque recibe la atención
debida y jamás tendrás que quejarte de que el no esté cerca para apoyarte.
“Por lo cual te aconsejo que
avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos.”
2ª Timoteo 1:6
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