La
disposición y la diligencia son la sazón que da sabor al servicio.
“Todo lo que hagan, háganlo de buena gana, como si
estuvieran sirviendo al Señor Jesucristo y no a la gente.” Colosenses 3:23
La
integridad logra calibrar los hechos con las palabras.
“Los fariseos y los maestros de la Ley son los que más conocen la ley
de Moisés.
Ustedes deben hacer todo lo que ellos digan; pero no hagan lo que ellos hacen, porque enseñan una cosa y hacen otra.” Mateo 23:2-3
El
corazón del servidor es abnegado, apasionado y determinado.
“Cuiden
ustedes de las personas que Dios dejó a su cargo, pues ellas pertenecen a Dios.
Cuídenlas, como cuida el pastor a sus ovejas. Háganlo por el gusto de servir,
que es lo que a Dios le agrada, y no por obligación ni para ganar dinero.” 1ª.
Pedro 5:2
Una
ofensa busca herir, pero sólo logra su objetivo si la dejamos entrar en nuestro
corazón.
“Si se enojan, no permitan que eso los haga pecar. El enojo no debe
durarles todo el día” Efesios 4:26
Jesús
siempre confrontó a los religiosos, porque en lugar de acercar a la gente a
Dios, ponían los obstáculos para llegar a Él.
“¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que cierran
la puerta del reino de los cielos para que otros no entren. Y ni ustedes mismos
entran, ni dejan entrar a los que quieren hacerlo.” Mateo 23:13
La
amargura es el cáncer del alma. Se reproduce a gran velocidad y es el asesino
silencioso del gozo y la paz.
“Hoy
también hablaré con amargura; Porque es más grave mi llaga que mi
gemido.” Job 23:2
La
felicidad no se alcanza, se disfruta.
“Hay quienes llegan a la muerte llenos
de vigor, felices y tranquilos, llenos de prosperidad y
de salud. Otros, en cambio, viven amargados
y mueren sin haber probado la felicidad.” Job 21:23-25
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