Esta es una historia escrita por Max Lucado en su libro “Como Jesús”, en la cual nos detalla la importancia de tener claro que debemos enfocar nuestra vida, en lo que podemos y debemos hacer:
El Faro y el Aceite
Existe una
historia de un hombre en el siglo 17 cuyo trabajo era cuidar el faro en
una zona costera con muchos acantilados rocosos. El hombre recibía
aceite para mantener la llama ardiendo solamente una vez al mes. La
cantidad era justo la necesaria para durar el mes completo. Sin embargo,
puesto que vivía a solo algunos minutos del poblado, el hombre recibía
visitas periódicas de las personas que allí vivían.
En cierta ocasión una de las personas que lo visitaba le suplico un
poco de aceite, puesto que tenía a su familia en casa y no tenía
suficiente aceite para soportar el frio. En otra ocasión una anciana le
suplico un poco de aceite para encender su estufa y poder alimentarse.
En otra ocasión, durante una noche lluviosa, un hombre le pidió auxilio;
necesitaba aceite para lubricar las ruedas de su carrosa, puesto que
estaba atorada y no podía llegar a casa. “¿Quien se negaría a tan
loables peticiones?” pensó aquel vigía. En su deseo por hacer el bien, se olvidó que el aceite ya tenía un objetivo por cumplir.
Llegado el fin del mes, el hombre no tuvo más aceite para el faro,
causando que durante la noche muchos barcos se estrellaran y fue grande
la ruina de ellos. El ser reprendido por sus superiores, el hombre
explicó sus causas nobles, a lo cual recibió una sola respuesta “Hiciste
mal, pues el aceite se te dio con un propósito especifico: mantener la
llama ardiendo”.
"Un buen plan no es aquel que está bien formulado, sino aquel que se cumple en metas, tiempos y desarrollo."
Nos debemos ajustar a nuestros recursos, sean pocos o muchos. Recuerde que al intentar dar en el blanco, se obtiene mejores resultados cuando se dispara una tiro a lavez que muchos tiros al mismo tiempo.
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