Los 7 Pecados que Arruinan a un Líder (No. 3) ¡nuevo!



3. El deseo de poder:
Pensabas para tus adentros: “Voy a subir hasta el cielo; voy a poner mi trono sobre las estrellas de Dios; voy a sentarme allá lejos en el norte, en el monte donde los dioses se reúnen.  Subiré más allá de las nubes más altas; seré como el Altísimo.” Isaías 14:13-14

Abraham Lincoln, ex Presidente estadounidense dijo: Casi todos podemos soportar la adversidad, pero si queréis probar el carácter de un hombre, dadle poder." Una frase muy certera en su contenido. El poder embriaga a sus poseedores de manera tal, que no puede vivir en la realidad, fantasean con tener más y más hasta que terminan destruyendo su carácter y vida.

En ningún momento se supone que el poder, en sí mismo, es malo. La autoridad es necesaria en muchas ocasiones para conducir, guiar o alcanzar metas en una organización. Sin embargo, cuando el poder se ve como un privilegio de sobrepasar, maltratar y cumplir caprichos, degenera su utilidad; ya que éste, es un deber de cumplir y hacer cumplir las necesidades que los demás tienen, brindar justicia, mejorar la calidad de vida de otras personas.

Es por ello que, un líder siempre debe rendir cuentas de sus acciones, porque esto es parte importante para evitar sobrepasarse de los límites de su responsabilidad y convertirla en una ventaja. Además, debe evitar justificar sus acciones a través de querer llegar a satisfacer su anhelo de lograr lo más alto de una jerarquía, ya que su fin siempre será el fracaso.

También, el deseo de poder deslumbra. Desarrolla una conciencia perturbada de usar a las personas para cumplir caprichos de toda índole. Son el medio para llegar al fin deseado. El ministro o líder se convierte en un dictador, en una autócrata, que no puede ser señalado y ni mucho menos juzgado, porque siente que nadie está a su altura.

Por lo cual, la única forma de vencer este pecado o vicio es recordar que el liderazgo ha sido diseñado para servir a los demás, es necesario para satisfacer metas del equipo de trabajo y no personales, que en un equipo el líder forma parte del mismo y no está destinado a estar por encima del resto y sobre todas las cosas, al final, siempre se pagan las consecuencias de todas las malas acciones que destruyeron la estima de los demás, cumpliéndose la ley de la siembra y la cosecha mencionada en el libro de Gálatas 6:7 No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.

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