“Ustedes vayan y hagan más
discípulos míos en todos los países de la tierra. Bautícenlos en el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.” Sn. Mateo 28:19 TLA
Misión
viene del latín “mittere” que significa enviar. Es decir, es un trabajo
específico que se debe cumplir por una persona, grupo u organización. La
palabra clave es “debe” o sea, no hay grises. No hay otras opciones.
Al
igual que el capitán John H. Miller, en la galardona película “Rescatando al Soldado
Ryan” que con siete de sus mejores hombre se les asigna la misión de rescatar a
un soldado perdido. No es un General, Coronel, Teniente o Sargento. Es un
simple paracaidista que a petición de una madre es mandado a buscar para darle
una satisfacción a una familia que había visto perecer a tres de sus miembros.
Es
parecida a lo que Dios ha hecho. No quiere ver que sus hijos se pierdan, por lo
cual, envió a su Hijo para regalarnos su perdón. Nos dotó de su Espíritu Santo
para tener poder. Nos encomendó seguir el legado y la misión. “El hijo del
Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” detalla Jesús en la
casa de Zaqueo, un hombre con muchas señales en contra, pero que Jesús salva en
una noche.
La
misión es clara: Ir. Sin interrogantes. Sin ambigüedades. Todos tenemos el deber
de cumplir con este proyecto. Pero no nos manda solos. El Espíritu Santo está
con nosotros para continuar. “Pero
quiero que sepan que el Espíritu Santo vendrá sobre ustedes, y que recibirán
poder para hablar de mí en Jerusalén, en todo el territorio de Judea y de
Samaria, y también en los lugares más lejanos del mundo.” Hechos 1:8.
¿Cómo podemos cumplir la misión?
1.
Testificar sin reservas que Cristo vive en nosotros.
Pablo dijo: “No me da vergüenza anunciar esta
buena noticia. Gracias al poder de Dios, todos los que la escuchan y creen en
Jesús son salvados; no importa si son judíos o no lo son.” Romanos 1:16. A
las personas que no conocen a Cristo no les importa las palabras, les importan
los hechos. Si se actúa con indiferencia ante la necesidad, ante los problemas
del prójimo, ellos no verán el cambio que Jesús hace en nuestra vida.
Un
evangelista le dijo a su equipo de trabajo: “iremos a predicar a esta ciudad”.
Todos se prepararon para iniciar las actividades de evangelismo, casa por casa,
persona a persona. Sin embargo, el
evangelista empezó a platicar con un paralítico que había en la ciudad, almorzó
en el comedor del pueblo con personas desconocidas, ayudó a un par de
indigentes que andaban por las calles, en fin, se dedicó a ser otras cosas y
nunca empezó a predicar.
Su
equipo de trabajo molesto y frustrado por no empezar con las actividades evangelísticas,
reclamó airado a su líder que habían perdido un día sin hacer nada. Que no
habían ganado un alma. El líder levantó su vista y dijo: No hemos perdido un día,
hemos ganado un día. Al siguiente día mucha gente conoció a Cristo, gracias al
ejemplo del evangelista. No usó muchas ni palabras elocuentes, simplemente
abonó el terreno a través de su ejemplo.
Uno de los últimos pasos para cumplir está misión es
uno de los más importantes. Jesús no pidió que hiciéramos seguidores ni
creyentes. Él detalló que debían ser discípulos. La diferencia entre un discípulo
y un seguidor son las siguientes:
a) El discípulo está dispuesto a entregar su tiempo,
recursos para Dios. El seguidor espera recibir algo de parte de Dios para estar
satisfechas sus necesidades.
b) El discípulo sirve, el seguidor está disponible
para ser servido.
c) El discípulo piensa en los demás, el seguidor
piensa en sí mismo.
d) El discípulo trabaja. El seguidor se enoja porque
los demás no trabajan.
e) El discípulo aprende y se desarrolla. El seguidor
escucha lo que desea y es agradable a su modo de vida.
f) El discípulo se enfrenta a las limitantes y los
problemas. El seguidor con un pequeño problema ya no quiere seguir en los
caminos de Dios.
g) El discípulo se reproduce, el seguidor se enoja
porque otros conozcan de Jesús porque les roba sus “espacios” y “bendiciones”.
Pero también está el planteamiento de la iglesia:
Para desarrollar un discípulo la iglesia consume recursos,
desarrolla aprendizaje, vive con ejemplos. Para tener seguidores, simplemente
basta con tener buena música, no predicar del pecado, sino de la prosperidad,
bendición y de conquista. Es decir, no sólo tiene que ver con la persona, sino
con lo que la Iglesia desea conseguir.
Para desarrollar discípulos se debe trabajar en amor,
armonía y confianza. Para tener seguidores o adeptos, simplemente se debe
trabajar en el carisma del líder y de tratar de no caerle mal a nadie.
Un iglesia que desarrolla discípulos se toma el tiempo
de caminar con ellos, entender sus imperfecciones, señalarlas y trabajar juntos
por mejorar.
Una iglesia que desarrolla discípulos entrena y
capacita. Tiene un plan de trabajo basado en Dios y Su palabra y nunca deja las
cosas pendientes.
Elimine el desánimo, la desobediencia y tome la determinación, el poder para alcanzar a otros para Cristo.
1 Comentarios
gracias!!! es importante para nuestra vida,,discipulo o seguidores.....
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