“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia,” 2ª Timoteo 3:16
Hay normas para todo. Desde la mejor forma de
tomar té hasta para las guerras. Desde un saludo hasta el manejo de las
finanzas. Todas sirven con un propósito: Regular nuestra conducta. ¿Por qué?
Hemos nacido manchados por el pecado. Por un
error de Adán y Eva ahora todos fallamos. Todos nos enojamos. Reclamamos
justicia. Gritamos. Odiamos. En fin. Nadie nos enseña a mentir o a ocultar un
vaso roto. No hay un manual para bebés (si pudieran leer) que les enseñe
golpear a otros niños o a hacer berrinches. Simplemente es esa parte del ADN de
la conducta humana que necesita ser regulado.
Y las Escrituras toman nuevamente importancia.
2ª. Timoteo 3:16 nos dicta que ella es capaz de enseñarnos la verdad sobre la
salvación, la vida y nuestro futuro. Hace ver nuestra condición actual y que
cosas necesitan ser mejoradas de nuestros pasos. Si ya cometimos el error nos
corrige con amor y rectitud y para terminar nos enseña a hacer lo correcto.
Hacer lo correcto.
Una vida de rectitud.
La mejor manera de vivir.
Nadie jamás se ha sentido culpable por hacer lo
correcto. Puede ser una decisión complicada y generar un conflicto entre mi
conveniencia y lo apropiado, pero jamás deja insatisfacción ni remordimiento.
Y ese es el tesoro de las Escrituras. No nos
muestra súper hombres o súper mujeres que hicieron bien todo. Nos muestra los
aciertos y los desaciertos. Los deslices, flaquezas y tropiezos; así como las
buenas decisiones, la rectitud y la integridad de los hombres de Dios. Así como
nos muestra a José que fue fiel, trabajador y amaba a Dios, nos conduce ante la
vida de Jacob, llena de engaños, luchas, astucias y trampas, mostrándonos las
consecuencias de sus actos. Huir de su hogar luego de haber engañado a su
padre. Estafó a su hermano y su Tío Labán lo estafó a él. Le dio una hija que
no quería y le quería dejar sin ovejas. 21 años de trabajo duro, por un plato
de lentejas, “tratando de apresurar”
la promesa de Dios.
Y así otras historias. La fidelidad de Daniel. Lo
llevó a ser parte del consejo de ministros de algunos de los más grandes reyes
de la historia de la humanidad. Nabucodonosor, Darío, Ciro son algunos reyes
que escucharon los consejos de Daniel. Otra más. La impulsividad de Sansón.
Nacido bajo la promesa de Dios, su nacimiento fue anunciado por el mismo Ángel
del Señor. Con una misión por cumplir y ser alguien especial, era capaz de
acostarse con rameras, tomar vino, tocar cosas inmundas olvidando su llamado y
sufriendo la burla de sus enemigos, el engaño de una mujer y la destrucción de
su propia vida.
¿Qué nos indica esto? Que la Palabra de Dios
quiere ser el manual de instrucciones. Nos muestra los dos lados de la vida. Lo
bueno y lo malo. Lo que edifica y no edifica. Nos expone los beneficios de una
vida recta y las consecuencias de nuestros errores. Revela la mejor manera de
vivir y tener paz, tranquilidad y armonía. Nos conduce a la salvación de
nuestra vida y por ende, a eso que el hombre trata de llenarlo con el éxito, el
dinero, la fama, con la plenitud y es la felicidad. La felicidad no es más que
saber que podemos vivir con Él por la eternidad. Lo demás, es añadidura.
“Repite
siempre lo que dice el libro de la ley de Dios, y medita en él de día y de
noche, para que hagas siempre lo que éste ordena. Así todo lo que hagas te
saldrá bien.” Josué 1:8
¿Qué nos pide?
“Grábate en la mente todas las cosas que hoy te he dicho, y enséñaselas
continuamente a tus hijos; háblales de ellas, tanto en tu casa como en el
camino, y cuando te acuestes y cuando te levantes. Lleva estos mandamientos atados en tu mano y en
tu frente como señales, y escríbelos también en los postes y en las
puertas de tu casa.” Deuteronomio 6:6-9
Es decir, que en todo lugar que nos encontremos,
Que cada decisión que tomemos,
Que cada acto que hagamos,
Que cada pensamiento que tengamos,
Cada situación que afrontemos,
Sea filtrada por lo que ella dice. En ella está
la Palabra de Dios, esa palabra que jamás nos mentirá, que nos muestra la ruta
perfecta, enseña sus estándares y nos modela la vida a la manera de Cristo, la
cual:
a) Cumple el propósito de Dios:
“y estando en la condición de hombre, se humilló
a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” Filipenses
2:8
b) Vive en comunión con su Padre:
“En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios.” Sn. Lucas
6:12
c) Vive bajo los estándares de rectitud e
integridad:
“El diablo le puso a Jesús las mismas trampas que
nos pone a nosotros para hacernos pecar, sólo que Jesús nunca pecó. Por eso, él
puede entender que nos resulta difícil obedecer a Dios.” Hebreos 4:15
d) Desecha el bienestar propio:
“Y al ver la gran cantidad de gente que lo
seguía, Jesús sintió mucha compasión, porque vio que era gente confundida, que
no tenía quien la defendiera. ¡Parecían un rebaño de ovejas sin pastor!” Mateo
9:36
e) Sirve a su prójimo:
“Y saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos
estaban enfermos.” Mateo 14:14
f) Predica con el ejemplo:
“Todos estaban admirados de sus enseñanzas, pues
cuando les hablaba, lo hacía con autoridad, y no como los maestros de la Ley.”
Sn. Marcos 1:22
g) Transforma la vida de otros:
“Yo les he dado el ejemplo, para que ustedes
hagan lo mismo.” Juan 13:15
h) Ama:
“Faltaba muy poco para que empezara la fiesta de
la Pascua, y Jesús sabía que se acercaba el momento en que dejaría este mundo
para ir a reunirse con Dios, su Padre. Él siempre había amado a sus seguidores
que estaban en el mundo, y los amó de la misma manera hasta el fin.” Sn. Juan
13:1
i) Establece su prioridad:
“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su
justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” Mateo 6:33
Y para finalizar, nos conduce a una vida de
rectitud y nos muestra el camino de la salvación: JESUCRISTO.
0 Comentarios
Manda tus comentarios del blog, puedes escribir tus testimonios, o historias que desees.