“Y no vivan ya como vive todo el mundo. Al
contrario, cambien de manera de ser y de pensar. Así podrán saber qué es lo que
Dios quiere, es decir, todo lo que es bueno, agradable y perfecto.” Romanos
12:2
La vida es estéril cuando no hay retos. Los retos
nos permiten avanzar y levantarnos a conquistar. Tres palabras nos permitirán
avanzar en este mundo.
PASIÓN
“Y eso es lo que quiero hacer con mi vida. Pongo a Dios por testigo, de
que sea cual sea su decisión de hoy, he decidido convertirme en el mejor médico
que haya conocido el mundo. Ustedes tienen capacidad para impedirme que me
gradúe, pueden impedir que consiga el título y la bata blanca, pero no
pueden controlar mi espíritu, no pueden impedir que aprenda y tampoco pueden
impedir que estudie. Ahora pueden elegir entre tenerme como colega profesional,
apasionado, o como marginado sin pelos en la lengua pero igualmente inflexible.
En ambos casos quizás sigan considerándome una espina, pero les prometo una
cosa, soy una espina que no desaparecerá.
-¿Ha terminado?
-Espero que no señor.”
Este es el último párrafo del discurso de Hunter Doherty “Patch” Adams,
al enfrentar al Comité de Médicos que definirían su futuro como colega o apasionado.
Una de las pequeñas muestras de personas ordinarias, que prefirieron dejar la
comodidad de un futuro prometedor, para caminar por el tortuoso pero fructífera
autopista de cumplir un propósito.
En este discurso no se encuentra la palabra pasión, pero cada frase la
expresa con una fuerza inquebrantable. Creo que la palabra P-A-S-I-Ó-N es la
que nos ayuda a avanzar por la vida. Tomar un reto, desafiar las
circunstancias. Aprender y desaprender. Confiar en medio de los problemas.
Enfrentarse a los gigantes que avanzan con fuerza.
No se puede frenar a una persona apasionada. Es capaz de entregar su vida
por la causa. Es capaz de mejorar y superar cualquier barrera o marca colocada
anteriormente. No les importa cuánto y cuándo se logrará. Lo que le importa es
que aun en su último suspiro han dado un paso hacia delante para lograr la
victoria.
“Y yo con mucho gusto gastaré lo que tengo, y hasta
yo mismo me gastaré, para ayudarlos a ustedes. Si yo los amo tanto, ¿por qué
ustedes me aman tan poco?” 2ª Corintios 2:15
Los nuevos retos se ven en los ojos de una persona apasionada como el
agua en el desierto, como lluvia en verano. La pasión no te permitirá sentarte
a ver qué sucede. No serás informado. Serás parte de la noticia. Cualquiera que
sea tu talento. Podrás marcar algo cuando te llenes del ímpetu necesario para
dejar la comodidad del letargo de caminar por esta vida. Darás sin esperar nada
a cambio y no esperarás felicitaciones, ni premios, ni condecoraciones.
Esto te hará avanzar en la vida. Te sacará una sonrisa. Te permitirá
descansar con un enorme deseo que llegue un nuevo día. No habrá excusas, solo
soluciones. Habrá problemas, pero no serán obstáculos, sino signos de esperanza
que se abren para ayudarnos a crecer.
Un reto sin llenarse de pasión, sólo será un sueño lleno de frustración.
De tal forma, que esa pasión se convierta en el carburante necesario para
dejarlo todo y seguirlo. Dios no pierde el tiempo con personas que tienen otras
prioridades. Observa:
“Luego
vino otra persona y le dijo a Jesús: —Señor,
quiero seguirte, pero primero déjame ir a despedirme de mi familia. Jesús le dijo: —No se puede pertenecer al
reino de Dios y hacer lo mismo que hace un mal campesino. Al que se pone a arar
el terreno y vuelve la vista atrás, los surcos le salen torcidos.” Lucas
9:61-62
Nunca más se volvió a hablar de esta persona. No la conocemos. No sabemos
qué pasó con ella. En cambio, aquellos que responden al llamado de Dios (No
hablo de sueños personales). Él se ocupa de capacitarlos, formarlos y darles
las oportunidades necesarias para finalizar con éxito lo que les mandó a hacer.
Observa:
“Y cuando trajeron a
tierra las barcas, dejándolo TODO, le siguieron.” Lucas 5:11
Ellos marcaron historia. Escribieron o ayudaron a escribir 7 libros del
Nuevo Testamento. Sanaban, con el poder de Dios, con su sombra. Vieron el final
de los tiempos. Cambiaron la historia de la humanidad. Más de mil millones de
personas han conocido a Cristo a causa de su mensaje. Pedro, Andrés, Juan y
Santiago son sus nombres. Son parte de la Corte de Honor del Cielo. Son parte
del Salón de la Fama de la fe.
Ellos no fueron elegidos. Ellos fueron llamados y con pasión tomaron una
decisión.
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