Características del Corazón de un Adorador: Nunca Olvidar su Amor. (1a. Parte)

Recordando su amor:
Porque Jehová es bueno; para siempre es su misericordia, Y su verdad por todas las generaciones.” Salmos 100:5

En la versión más utilizada en habla hispana de las Escrituras, Reina Valera 1960, la frase “para siempre es su misericordia” aparece 42 veces. Sólo en el libro de Salmos se repite alrededor de 24 ocasiones.

El amor de Dios. Se han dicho millones de palabras de ella. Se han escrito millares de libros explicando su grandeza, su eternidad y su inagotable existencia. Miles de millones de expositores han tratado de hacernos comprender su significado. De cómo el Creador del Universo está pendiente de su creación, que cuida de ella, que está pendiente de sus necesidades, de lograr su salvación, de entregarse a sí mismo, de tolerar los pecados, de disciplinarlos, de corregirlos, de crear un plan maravilloso para que vivamos con Él por la eternidad.

Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.” Hebreos 4:16 RVR1960

Ese amor inagotable. Capaz de tomar nuestro lugar. Esa bondad capaz de juzgar nuestros pecados de manera justa, pero con la capacidad de pagar por ella. Así como aquel Juez que recibe un caso de un joven acusado de diversos delitos con muchas pruebas en su contra. Los fiscales se encargan de presentar las pruebas correctas y los defensores, no tienen nada más que esperar la sentencia del juez.

Llega el momento de que el veredicto sea dado. Los medios de comunicación hablan de que no hay lugar a dudas que este joven tendrá que pagar la pena por todos los delitos cometidos. Las personas que han seguido el caso esperan las sanciones más fuertes que la ley permite. Las víctimas sólo quieren aplacar su sed de venganza. No hay nadie a favor del joven delincuente. Nadie ni nada podrá impedir su condena.

El Juez que ha estado en su sala de deliberación, accede a su silla y se dispone a dictar sentencia. La sala ha quedado en un silencio sepulcral. El juez toma sus papeles y se levanta de su diván con el fin de darle la suerte al muchacho.
El juez dice: -Con todas las evidencias encontradas este juzgado declara que el imputado es:
-Culpable de todos los delitos cometidos. Según la Ley deberá pagar una pena de 30 años de prisión. Los fiscales celebran, las víctimas se gozan de la noticia. Los medios transmiten la información a una gran velocidad.

Sin embargo, el Juez se quita su toga, que permite conocer que investidura posee dentro de esa Sala. Todos asombrados, esperan escuchar las razones por las que está tomando esta decisión. El juez baja de su lugar y dice:
-“Como juez, he encontrado todas las pruebas para condenar a este joven. Sin embargo, soy su Padre y quiero tomar su lugar, para que quede libre de cargos. Yo pagaré su condena.”
Mientras se arma un gran alboroto las cadenas pasan de una mano a otra y el Juez toma su lugar. El condenado sale libre, gracias al amor y la misericordia de su padre, que como juez tenía que tomar una decisión.

Así ha hecho Dios. Su misericordia es tan grande que al ver que, a pesar de la lucha no podíamos cumplir sus estándares, tomó nuestro lugar y nos dio su perdón. Un perdón sin restricciones. Un perdón ilimitado. Cargó en la cruz, desde el pecado más pequeño al más grande. De la persona considerada santa como la más malvada, allí estaban sus pecados. Los colgó allí de una vez y para siempre.

“Porque como la altura de los cielos sobre la tierra, Engrandeció su misericordia sobre los que le temen.  Cuanto está lejos el oriente del occidente, Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones.” Salmos 103:11-12 RVR1960

Ese es amor. Ese amor se resume en el versículo 5 del Salmos 100. Un amor compasivo. Que se da al 100%. Que se da desinteresadamente. Que no se frustra por los fallos ajenos. Que no pasa por alto el mal, sino que disciplina para moldearnos a Su Imagen y Semejanza.

Su bondad. Ese amor que se acrecienta por la necesidad. Esa capacidad de ver nuestra miseria y darnos una nueva oportunidad. Esa bondad nos permite adorarlo en cualquier momento y condición. Un adorador puede percibir eso. La bondad es la hermana de la misericordia, mueve a la compasión y da todo lo que tiene para cambiar una realidad.

...Continuará... Bondad y amor... nunca lo olvides...

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