3 Consejos de Oro para Vivir Con Sabiduría. ¡Nuevo! Para Compartir.



1. La planificación y la prudencia simplifican tu camino
“El prudente se anticipa al peligro y toma precauciones. El simplón sigue adelante a ciegas y sufre las consecuencias.” Proverbios 27:12 NTV

Hay una conversación en el genial libro de Alicia en el País de las Maravillas, del escritor Lewis Carroll que ilustra el principio de tener claridad al momento de iniciar una travesía por la vida, la cual se narra a continuación: “Minino de Cheshire, ¿podrías decirme, por favor, qué camino debo seguir para salir de aquí?
-Esto depende en gran parte del sitio al que quieras llegar - dijo el Gato.
-No me importa mucho el sitio... -dijo Alicia.
-Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes - dijo el Gato.
- ... siempre que llegue a alguna parte - añadió Alicia como explicación.
- ¡Oh, siempre llegarás a alguna parte - aseguró el Gato -, si caminas lo bastante!”

Como Alicia, muchos nos hacemos la misma pregunta ¿Cómo llegó a triunfar en la vida?, ¿Cuál es el camino más corto a la felicidad?, ¿Hacia dónde va mi vida? Y otras más que son válidas y correctas, sin embargo, deseamos vivir los triunfos ajenos, la felicidad de otros y el rumbo de la vida de otros, lo que nos hace gastar más recursos como tiempo, gastos de dinero superfluos, lo que nos hace transitar por la vida sin un propósito claro que nos permita cumplir el plan de Dios para nuestras vidas.

Lo primero que debemos hacer es O-R-D-E-N-A-R, organizar nuestros pensamientos, conocer nuestras habilidades, comprender nuestras fortalezas, deshacernos de lo innecesario, es decir, eliminar el desorden y enfocarnos en lo correcto, es decir, todas aquellas cosas que deseamos alcanzar. El hombre planea su futuro, pero Dios le marca el rumbo.” Proverbios 16:9 TLA

Segundo, V-I-S-I-O-N-A-R, esto es tomarse el tiempo e identificar con los recursos que se tienen (habilidades, conocimientos y actitudes) que es lo que podemos hacer y qué estrategias se tomarán para alcanzarlos. Mientras más clara es la visión y más cerca del Señor nos encontremos, el plan se ejecutará de acuerdo a lo planificado. Siempre que hagas planes, sigue los buenos consejos; nunca vayas a la guerra sin un buen plan de batalla.” Proverbios  20:18 TLA

En tercer lugar, P-L-A-N-I-F-I-C-A y O-R-G-A-N-I-Z-A, Vivir a la deriva es una de las peores decisiones del ser humano, implica llegar a dónde y cómo sea, tratando de sobrevivir, sin saber los obstáculos, sin planes de contingencia, sin saber los riesgos, sin ningún tipo de brújula. Esto nos lleva a invertir (perder) más recursos sin ningún sentido. La planificación nos permite ver el horizonte y la organización nos ayuda a ver qué recursos tenemos para lograr llegar al horizonte y determinar los ajustes necesarios que se deben hacer para continuar. “Pon tus actos en las manos del Señor y tus planes se realizarán.” Proverbios 16:3

Así también, se deben establecer P-R-I-O-R-I-D-A-D-E-S, Haz una lista de todas las metas e inicia el proceso de identificar aquellas que se alcanzarán primero hasta finalizar con las menos prioritarias, tómate el tiempo para celebrar los pequeños triunfos que sirven para concatenar cada meta y persiste hasta el final. Una actividad a la vez, te ayudará a evitar el desánimo, sobreesfuerzos y te permitirá enfocarte en finalizar la meta y el propósito de Dios para tu vida.

Y para finalizar, evita las P-R-E-O-C-U-P-A-C-I-O-N-E-S, esto drenará tus fuerzas y dividirá tu mente en varias dificultades que no te dejarán avanzar, soluciona cada problemas según la necesidad, vigoriza tu fe y trabaja con paciencia hasta el final. “Dejen todas sus preocupaciones a Dios, porque él se interesa por ustedes.” 1ª Pedro 5:7

Al hacer este ordenamiento siempre habrán dos ejes transversales: La ORACIÓN y la LECTURA BÍBLICA, en estos dos puntos encontrarás las respuestas básicas a los problemas complejos que ocurran en tu caminar, ayudarán a tomar decisiones prudentes y te ayudarán a comunicarte con Dios que será el que moldee el camino y te lleve a cumplir su llamado.

2. La altivez de corazón cosecha vergüenza, un corazón humilde merece estima.
“El orgullo termina en humillación, mientras que la humildad trae honra.” Proverbios 29:23 NTV
La soberbia siempre trata de subir y al final termina por caer. Siempre desea estar por encima de, busca el lugar privilegiado, los elogios, las alabanzas se convierten en su sustento. Mí, yo, mío, logré, son sus palabras favoritas. Cuando esto se logra instalar en el corazón, el fin es miserable y destructivo porque nos aísla de los demás y nos hace ser indiferentes, despectivos hasta convertirnos en groseros y ofensivos, lo que nos hace herirnos a nosotros mismos, degradando el diseño de Dios para el ser humano.

Tomás de Aquino dijo esto: “La soberbia no es grandeza sino hinchazón; y lo que está hinchado parece grande pero no está sano.” Y podríamos agregar lo que no está sano es necesario curarlo, extirparlo y si fuera posible cercenarlo. Como el joven predicar que preparó un sermón brillante, sintiéndose seguro de sí mismo y con mucho orgullo de ser uno de los primeros predicadores jóvenes elegidos para dar un sermón en esa multitudinaria congregación… sin embargo, sus nervios lo traicionaron y no logró hilvanar ninguna idea de su “gran preparación”, por ende, bajo humillado, su amado tutor viendo esto, le dijo: Si hubieras subido de la misma forma que bajaste, habrías bajado de la misma forma que subiste.”

Cada día debemos hacernos un auto examen para limitar el crecimiento de la altivez y la jactancia y la mejor forma de hacerlo es la siguiente:

a) No le prestes demasiada atención a los elogios. Que tu alegría por ellos dure el mismo tiempo que duren los aplausos (o sea, unos pocos segundos) que no sean tu motor, ni el combustible por el que hagas las cosas.

b) Disfruta de acercarte a personas con mejores habilidades, talentos y conocimiento que tú. Aprende de ellos, celebra los triunfos de los demás, no dejes que la envidia invada tu ser y nuble tu vista de lo importante y valioso que somos cada uno, por pequeño e insignificantes que parezca. Trata a todos como deseas ser tratado.

c) No tomes los mejores asientos y antes de sentarte asegúrate haber servido. La mejor forma de mantener los pies en la tierra es servir a todos con un corazón correcto, con las intenciones correctas. Mientras mantengas tu vida de espaldas del espectáculo, menos problemas tendrás con los reflectores y vivirás tranquilo. Cuando fueres convidado por alguno a bodas, no te sientes en el primer lugar, no sea que otro más distinguido que tú esté convidado por él, y viniendo el que te convidó a ti y a él, te diga: Da lugar a éste; y entonces comiences con vergüenza a ocupar el último lugar.” Sn. Lucas 14:8-9 DHH
d) Cuando sientas aires de grandeza y seguridad en ti mismo, recuerda que sin Dios no somos nada. Somos hijos de la Gracia y la Misericordia. Somos frutos del trabajo de otros. Sin Cristo nuestra vida no tiene sentido.

e) Nunca se te olvide dar las gracias. El dar gracias nos recuerda que somos no merecedores de los favores recibidos. Dar gracias nos recuerda el esfuerzo y la estima que los demás nos tienen. Ser agradecido mantiene nuestra cabeza en su lugar y con el mismo tamaño. Uno de ellos, cuando vio que estaba sano, volvió a Jesús, y exclamó: « ¡Alaben a Dios!».  Y cayó al suelo, a los pies de Jesús, y le agradeció por lo que había hecho. Ese hombre era samaritano.” Sn. Lucas 17:15-16

f) Mantén tus palabras del mismo tamaño de tus hechos. Evita la autopromoción, no exageres tus logros para que no haya heridas al ver que lo que hablas no corresponde con lo logrado.

Caminemos siempre con sencillez. Quitemos la apariencia y la superficialidad. Seamos sinceros con nosotros mismos y veremos como la humildad logrará alcanzar una gran estima a los ojos de Dios y de nuestros prójimos. Aunque el Señor está en lo alto, se fija en el hombre humilde, y de lejos reconoce al orgulloso.” Salmos 138:6 DHH.



3. La mentira aparenta librarte de los errores, pero al final te llena de enemigos.
“El SEÑOR detesta los labios mentirosos, pero se deleita en los que dicen la verdad.” Proverbios 22:12 NTV

La mentira se viste con disfraces de la verdad, pero su olor delata su verdadera condición. Nos libra momentáneamente de la vergüenza ocasionada por el error cometido, sin embargo, su final siempre nos marca con una tinta que jamás se borra, llamada desconfianza. Cuando iniciamos a mentir, podremos jactarnos de nuestra astucia, al final regaremos lágrimas de tristeza y dolor.

Cada día que pasa debemos luchar por mantener la credibilidad, ya que es ella la que mantiene nuestro honor de pie y nos librará de situaciones que pueden destruir nuestra vida y corazón, tal como le ocurrió a nuestro famoso pastorcillo mentiroso: “Había una vez un joven pastor que vivía en una aldea muy tranquila. El joven, que no tenía familia, tenía la fea costumbre de decir mentiras.
Una vez el joven pastor, cuando estaba cerca la villa, alarmó a los habitantes tres o cuatro veces gritando
-¡El lobo, el lobo!
Pero cuando los vecinos llegaban a ayudarle, los campesinos encontraron al pastorcito revolcándose en el pasto muerto de la risa.
Días después el pastorcito gritó: ¡El lobo, el lobo!.
Nuevamente los pastores salieron de sus casas para perseguir al animal pero en vez del animal se encontraron con el pastorcito que otra vez se burlaba de sus buenas intenciones,
Sin embargo, semanas después un grande y feo lobo llegó a la villa y comenzó a atacar a las ovejas del pastorcito, quien, lleno de miedo, gritaba:
- Por favor, vengan y ayúdenme; el lobo está matando a las ovejas.
Pero ya nadie puso atención a sus gritos, y mucho menos pensar en acudir a auxiliarlo. Y el lobo, viendo que no había razón para temer mal alguno, hirió y destrozó a su antojo todo el rebaño, esto nos enseña que al mentiroso nunca se le cree, aun cuando diga la verdad”

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1 Comentarios

  1. ¡Muy buen contenido!¡Gracias por compartir esta sabiduría espiritual!

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