
Hace un par de horas
leía un artículo que explicaba el origen de la frase “dormirse en sus laureles”
en el que detallaba que luego de una gran victoria por parte de los grandes
generales romanos, se le entregaba una corona elaborada con hojas de laurel y
posterior a la entrega de esa condecoración, se tomaban vacaciones o tiempos de
descanso, que en muchas ocasiones duraban demasiado tiempo, haciéndolos creer
que ese éxito era la cumbre de lo que podía aspirar, descuidando sus avances y
al final perdiendo lo alcanzado.
Este proverbio nos
habla sobre como la comodidad nos insensibiliza el corazón, destruyendo la
pasión que nos lleva a continuar buscando la mejora. No sólo hablo de progreso
material, sino del hambre por la Presencia de Dios. Eso que Jeremías explica
con este hermoso escrito: “Sin embargo, si digo que nunca mencionaré
al SEÑOR o que nunca más hablaré en su nombre, su palabra arde en mi corazón
como fuego. ¡Es como fuego en mis huesos! ¡Estoy agotado tratando de
contenerla! ¡No puedo hacerlo!” Jeremías 20:9 NTV. Los éxitos
pasados se convierten en los extintores de la pasión. La estabilidad pueden ser
los que demuelan la determinación. La inacción y la desocupación oxidan el
apetito por acercarse a Su Corazón. No dejemos que nos domine los triunfos
pasados o actuales. Eso es pasado. Es parte de la historia.
Lastimosamente para
nosotros, Dios no toma en cuenta lo cercano que ayer estuvimos o la intimidad
alcanzada en ocasiones pasadas. Él vive en un presente continuo, “Jesucristo
es el mismo ayer, hoy y siempre.” Hebreos 13:8 NTV, lo que significa que todo esfuerzo pasado se agota y cada día debe
empezar una nueva historia de búsqueda, es algo continuo que jamás debe parar.
Es necesario mantenerse
con hambre. Despojarse de la corona de laurel y avanzar hacia adelante,
enfrentándose a nuevos retos, aprovechando oportunidades y sedientos de dejar
un legado, Pablo escribió: “No, amados hermanos, no lo he logrado, pero
me concentro sólo en esto: olvido el pasado y fijo la mirada en lo que tengo
por delante, y así avanzo hasta llegar al final de la carrera para recibir el
premio celestial al cual Dios nos llama por medio de Cristo Jesús” Filipenses
3:13-14 NTV.

En muchas ocasiones nos
deberemos enfrentar al desánimo. El desánimo no viene por fracasos, viene
porque las fuerzas se debilitan, porque no se observa el fruto del esfuerzo o
se percibe que es inalcanzable. Allí es donde debe aflorar nuestra fe. Esa
confianza en Dios que nos permite dar un paso más, levantarse y continuar el
camino. Allí eliminaremos el desánimo y el estado de confort que trata de
disipar lo que deseamos lograr.
También nos
enfrentaremos a la crítica. Esa despiadada forma de hacernos sentir que no
somos capaces, que jamás lo lograremos y que juzgan nuestras intenciones. Es
otra forma dejamos todo a un lado y ya no queremos seguir. Es allí donde
nuestro Señor nos dice que no tiremos la toalla y sigamos adelante, tal como se
lo dijo a Josué: “Nadie podrá hacerte frente mientras vivas. Pues yo estaré contigo como
estuve con Moisés. No te fallaré ni te abandonaré.” Josué 1:5 NTV. La
esperanza es lo que vivifica nuestras metas o llamado. A pesar de lo que
alguien diga, quien se oponga, ese anhelo oxigena el alma y nos lleva a nuevos
desafíos.
Hay muchas más situaciones
que nos hacen caer en la comodidad y desinterés, finalizaremos con dos de
ellos: los elogios y la estabilidad. Los elogios nos hacen pensar en que somos
los mejores, nublando nuestra visión y llenando el corazón de orgullo que al
final nos hacen sentir que debemos seguir disfrutando de las mieles del
triunfo, pero llega esa necesidad que se hace infinita, recuerde estas
palabras: “El fuego prueba la pureza del oro y de la plata, pero la persona es
probada por las alabanzas que recibe” Proverbios 27:21 NTV.
La estabilidad es otro
insumo que nos manda a ser cómodos y disfrutar de la zona de confort. En ese
sentido, Dios nos llama a salir de allí y dejarlo todo y seguirlo a Él. “Luego
Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno de ustedes quiere ser mi seguidor, tiene
que abandonar su manera egoísta de vivir, tomar su cruz y seguirme. Si tratas
de aferrarte a la vida, la perderás, pero si entregas tu vida por mi causa, la
salvarás.” Sn. Mateo 16:24-25 NTV. Tener hambre implica empezar de
nuevo, con menos recursos, batallar con la escasez, limitantes y otras
situaciones, sin embargo, nos ayuda a entender la necesidad de tomar riesgos y
ver las nuevas oportunidades que nos conduzcan a la acción, de tal forma que
jamás nos quedemos sentados disfrutando del hoy, sino en seguir soñando hasta
el último día de nuestras vidas. Alguien dijo una vez: “Mientras haya una razón
por la cual morir, vale la pena seguir viviendo.”

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