El
compromiso del trabajo duro:
“¿Has visto hombre solícito en su trabajo? Delante de los reyes
estará;
No estará delante de los de baja condición.” Proverbios 22:29 RVR1960
No estará delante de los de baja condición.” Proverbios 22:29 RVR1960
Trabajo duro. Fácil escribirlas, demasiado difícil
vivirlas. En un mundo en el que oímos
historias de ganadores de loterías, de millonarios en un segundo por realizar
inversiones en la bolsa de valores, de ricos por venta de drogas, de
“socialites” que sirven de publicidad móvil, de cantantes “enlatados” que
alcanzan la gloria en un programa de tres meses, de personas que se encierran
en una casa, haciendo nada y ganan notoriedad rápidamente, parece que hablar de
trabajo duro es demasiado, (perdón por la redundancia) duro.
Sin embargo, como hombres somos llamados a comprometernos a
trabajar duro por nuestra familia, a ser diligentes y proveer para las
necesidades de la familia. Ese trabajo duro no sólo implica tener que trabajar
doce o dieciséis horas al día, sino tomarse el tiempo de apagar el televisor y
poner atención a lo que ocurre en el hogar. Tomarse el tiempo de escuchar los
problemas de sus hijos y ayudar en la educación de los hijos en valores,
actitudes, creencias y estilos de vida.
Muchos padres se abstraen del hogar porque piensan que el
hecho de proporcionar el mantenimiento del hogar es su función única. Nada más
falso que eso. Dios colocó al hombre en la familia para que ella tuviera un
guía, un protector y una fortaleza. Un padre y esposo debe saber las
necesidades emocionales y espirituales de su familia poniendo manos a la obra
para poder ser bendición en su casa. Sin embargo, actualmente se está relegando
esa función a un solo miembro del matrimonio: la esposa. Lo que causa que ese
hogar no se edifique con las bases fuertes y sea derribado en cualquier
momento.
El trabajo duro tiene que ver con el hecho de edificar un
hogar. El hombre debe dejar la apatía y la distancia de su casa. Debe
establecer un vínculo que permita que en la casa haya buen humor y acercamiento
entre todos.
Esto es lo que se debe dar prioridad. La familia se pierde
cuando le damos prioridad a otras cosas. David es nuestro ejemplo. La historia
lo recuerda como el dulce cantor de Israel, como el rey más fuerte que unificó
a Israel como una sola nación, pero con una familia destruida. El descuidar a
sus hijos lo llevó a un caos que tuvo violaciones, venganzas, asesinatos. El
libro de 2ª. Samuel del capítulo 13 al 18 nos narra este fracaso de David.
Amnón viola a su hermana Tamar, David
decide no hacer nada y deja que en el corazón de Absalón se instale el deseo de
venganza. David no lo ve. Absalón se venga asesinando a Amnón y David decide
desterrarlo. Mala decisión. Absalón quería justicia que nunca recibió del rey y
su padre. No era lo justo. Este joven decide derrocar a su padre y estalla una
guerra civil en el pueblo de Israel. Pero esa guerra ya había estallado tiempo
antes en un corazón no atendido.
Absalón muere en esta guerra y en lugar de estallar la
alegría de David y su pueblo, se genera tristeza y arrepentimiento. Estas son
las palabras de David: “¡Hijo mío
Absalón, hijo mío, hijo mío Absalón!, ¡Quién me diera que muriera yo en lugar
de ti, Absalón, hijo mío, hijo mío!”
Esto es lo que sucede cuando nos dejamos que la familia no tenga
su lugar. Es por eso y muy importante trabajar duro por dejar malos hábitos de
generaciones anteriores donde el hombre se aísla de la familia y espera que lo
sirvan, sin dar oportunidad de estar cerca de la familia, comunicarse, apoyar,
proteger, establecer alianzas, ser un catalizador, ser alguien que se pueda
encontrar y propulsar la unión familiar.
Así también, no olvidar el compromiso de ser diligente en su
trabajo de cuidarlo y dar lo mejor. De tal forma que la familia siempre tenga
el sustento necesario para salir adelante. Además, debe enseñar a sus hijos el
valor de las cosas y que todo lo que se recibe debe tener un esfuerzo.
Enseñarle a un hijo a trabajar no lo va a traumar, por el contrario, le va a
enseñar a que las cosas se aprecian.
Evita la holgazanería y la pereza, el trabajo dignifica. Sea
cual sea este. No importa ser un barrendero o un ejecutivo. Lo que importa es
la diligencia con la que se ejecute estas labores. Eso te hace más grande. Eso
eleva tu estatus cada día, por sobre cualquiera.
Debemos enseñar y aprender que todo lo bueno de la vida cuesta y
que mientras nos lo propongamos siempre habrá una forma de hacer que las metas
se cumplan. Nada se da por generación espontánea, todo es en base al esfuerzo y
la diligencia.
“Anda a ver a la hormiga, perezoso; fíjate en lo que hace, y aprende la lección:
aunque no tiene quien la mande ni
quien le diga lo que ha de hacer, asegura su comida en
el verano, la almacena durante la cosecha.” Proverbios
6:6-8 DHH
No te amoldes a los cánones presentes. Un hombre debe trabajar
duro. No debe dejarse llevar por la mediocridad y la pereza. El trabajo duro
siempre será bien recompensado. Observa esta carta escrita al trabajo duro,
para que te motives cada día a superar tus expectativas:
Querido 'trabajo duro':
Solía odiarte, cuando llamabas mi nombre. Huía de ti, cuando
sabia que vendrías. Me escondía de ti, cuando influenciadas a otros para que me
hablen de ti. Rápidamente inventaba excusas para alejarme de ti. Asustado del
dolor, porque no quería lastimarme. Asustado de fallar, entonces ni siquiera
intentaba. Asustado de tu nombre, por lo que has hecho a otros.
¿Quién te crees que eres? Asustándome por quien eres.
Reflejándote en el espejo. La sombra detrás de mí. Doy un paso y sigues delante
de mí. Sudor en mi rostro, lágrimas en mis ojos. Seguiré adelante. Escuche que
no dices mentiras.
Tú convertiste al pobre en rico, malas calificaciones en buenas.
¿Hay algo que no puedas hacer? Ahora mírame. Tú me hiciste quien soy hoy.
Y por ti, tengo esta actitud de nunca perder. Nunca abandonar. ¿Abandonar? Esa
palabra no está en mi vocabulario. Cuando abandonan, yo sigo adelante. Cuando
duermen, yo trabajo más duro.
Cuando dicen que no puedo y me retan, les demuestro que puedo.
Cuando les cuento de mis sueños y se ríen, me aseguro de reír menos. Soy un
cazador de sueños, significa que busco mis sueños, y los de nadie más. Solo yo
puedo vencerme. Soy yo contra mi entrenamiento.
No hay derrota. No voy a perder. Llegue hasta aquí, y no voy a
detenerme ahora. Querido 'trabajo duro', mi entrenador tenía razón sobre ti,
cumples lo que prometes, y por eso, te amo. ¿Cómo no voy a hacerlo? Ya no me
escondo de ti. Estoy esperándote.
Lograr no hacerle mala cara al trabajo duro se
puede lograr de la siguiente manera:
1)
Tener objetivos claros: El esfuerzo sólo será la cereza en el pastel.
2)
Mantenerse muy enfocado: Esto nos ayudará a ver las bondades del trabajo duro,
hoy; para disfrutar el futuro.
3)
Tener claro que es un regalo para nuestra familia. Lo que hagamos por ello,
podrá convertirlos en mejores personas.
4)
Plantea desafíos: Un desafío siempre te hará encontrar formas de lograr la
victoria.
5)
Comprueba tu progresa. Haz seguimientos sobre lo que se ha alcanzado y proyecta
lo que falta.
La Biblia no pierde el tiempo en personas que no
trabajaron duro, que no se exigieron al máximo, que no lo dejaron todo. Los que
querían seguridad en su futuro se encontraron con que Jesús deseaba que dejaran
de pensar en el cómo y se enfocarán en el quién. Tu familia es tu desafío y tu
compromiso, lo que te hará ser mejor cada día. Esfuérzate por sacarlos adelante
y dejarles un legado de amor y de trabajo, para tener un gran futuro.
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