Me llevó
tiempo escribir este artículo. No es fácil escribir sobre la humildad. Encontré
miles de publicaciones (más de 17 millones en el buscador de Google). Leí
decenas de anécdotas para iniciar, pero ninguna llegó a cubrir las expectativas
que deseaba. Encontré muchos conceptos, tales como una actitud de reconocer
nuestras debilidades y limitaciones. Postrarse en tierra. Inclinarse ante una
autoridad. Encontré hermosos versículos de la Biblia que hablan sobre cómo Dios
disfruta de la compañía del humilde de corazón. ¿Qué escribir, cuándo hay miles
de publicaciones que hablan sobre la humildad, la desarrollan y la explican con
maestría y hermoso dominio del tema?
Continúa
siendo una tarea difícil, porque la humildad está ligado invariablemente a
saber quiénes somos, porque a través del autoconocimiento nos podemos dar
cuenta de quienes somos, cuáles son nuestra debilidades y nuestras
oportunidades de mejora. Sobre todo en nuestra relación con Dios. Dios tiene
una especial relación con los humildes y existe muchas razones, pero una de las
más impactantes es que no hay doble discurso, ni intenciones ocultas, ni deseos
de querer sorprender a Dios por nuestras acciones. Simplemente hay un deseo
ardiente de transparencia y de presentarse ante Él como siempre. Jesús dijo: “Si
alguno quiere ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de
todos.” Sn. Marcos 9:35 NVI.
Así que, para
este nuevo año uno de los primeros pasos es cambiar nuestro pensamiento y
trabajar en la humildad. La humildad nos recuerda que no somos dueños de nada,
simplemente estamos para administrar lo que tenemos, sea poco o sea mucho y que
al final lo más importante no es lo que acumulamos, sino aquello que tiene un
valor eterno, tal como Jesucristo estableció en el estimadísimo Sermón del
Monte: “Más bien
amontonen riquezas en el cielo, donde la polilla no destruye ni las cosas se
echan a perder ni los ladrones entran a robar. Pues donde esté tu riqueza, allí estará también tu corazón.”
Sn. Mateo 5:21-22 TLA
La
humildad tiene recompensas, Max Lucado, en el artículo titulado “Una Lección de
Humildad” describe los estímulos que Dios le da a los humildes:
- Él les da honor:
“Si quieres ser honrado, debe ser humilde” (Proverbios 15:33).
- Él les da sabiduría:
“Es bueno ser humilde”. (Proverbios 11:2).
- Él les da sentido:
«El muestra a los que son humildes como hacer lo correcto” (Salmo 25:9).
- Él les da gracia:
“Él da gracia a los humildes” (1 Pedro 5:5).
También podemos agregar que:
- Él
acompaña y convive con los humildes: “Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo
nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado
y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para
vivificar el corazón de los quebrantados.” Isaías 57:15
- Él los escucha: “El
deseo de los humildes oíste, oh Jehová; Tú dispones su corazón, y haces
atento tu oído,” Salmos 10:17 RVR1960
- Les otorga un lugar privilegiado: “Jehová
exalta a los humildes, Y humilla a los impíos hasta la tierra.” Salmos 147:6
RVR1960
Son
múltiples las recompensas, pero a la vez es un trabajo duro que inicia con el
moldeamiento de nuestro pensamiento hasta llegar a trastocar nuestras acciones.
Así que si deseamos iniciar a caminar en humildad debemos de trabajar en las
siguientes áreas de nuestra vida.
1)
Acepte sus
errores y enmiéndelos en todos los sentidos, que haya paz en su corazón luego
de pedir o aceptar el perdón.
2)
Tome tiempo
para responder en una conversación. Respire profundo y trate de entender a las personas
con las que hablas de tal forma que sienta confianza de que su idea ha sido
comprendida.
3)
No tienes que saberlo
todo (mucho menos de inventar respuesta) si debe decir no, hágalo y exprese su
deseo de buscar la respuesta y facilitarla lo más pronto posible.
4)
Evite dar
excusas ni justificaciones. Sea claro y luche por no fallar de nuevo.
5)
Evite mostrar
dos personalidades. Que la gente lo conozca como es y nunca trate de esconder
sus intenciones y sus acciones.
6)
Evite que en
su corazón se instale la avaricia. Esto siempre tratará de sobrevaluar sus
éxitos y sus pertenencias por encima de otros.
7)
Divórciese de
la envidia. Si alguien logra reconocimientos, apláudale con sinceridad.
8)
Sea amable. La
amabilidad capacita al corazón de una persona que ama el servicio.
9)
Que la
modestia sea su encargado de marketing.
10) Quite
sus ojos de sus necesidades y deseos, trate de enfocarse y ayudarle a otros en
sus necesidades.
11) No
esconda ningún defecto, pero tampoco se escude en que usted así es. Si es un
error, corríjalo.
12) Si
alguien lo invita, no esperes estar en primera fila. No te jactes de lo que has
logrado sino tómalo como algo pasajero.
13) Agradezca
siempre.
14) Nunca
empequeñezca o ultraje a ninguna persona. Siempre observe su potencial.
15) Si
debe ahorrarse algunas palabras, no lo dude. Alguien dijo que somos esclavos de
lo que decimos y dueños de lo que callamos.
16) Brinde
un respeto mayor a aquellas personas que brindan servicios.
17) Recuerde
que Dios lo creó a usted y no lo contrario.
18) Demuéstrese
atento a la mejora continua.
19) Aprecie
a los demás y tómese el tiempo de conocerlos. Nuca se haga prejuicios de las
personas.
20) Déjese
aconsejar.
21) Acepte
la autoridad de otros, evitando la rebeldía contra el líder.
22) Ame
a Dios por sobre todas las cosas. Entréguese en cuerpo, alma y espíritu en engrandecer
su nombre. Recuerde el Salmos 115:1: “No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros, Sino a tu
nombre da gloria, Por tu misericordia, por tu verdad.”
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