Ofrecer una
Adoración extrema.
“—Te lo agradezco
—dijo David—, pero yo no puedo ofrecerle a Dios algo que no me haya costado
nada. Así que yo te pagaré todo lo que me des.” 2ª Samuel 24:24 TLA
Toma
¡oh Dios! mi voluntad,
Y hazla
tuya, nada más;
Toma,
sí, mi corazón;
Por tu
trono lo tendrás.
Toma tú
mi amor, que hoy
A tus
pies vengo a poner;
Toma
todo lo que soy;
Todo
tuyo quiero ser.
Estas
dos estrofas son del bello himno escrito en el siglo XIX, escrito por Frances
R. Havergal que nos explica un axioma irrefutable sobre la adoración: La
adoración es la unión genuina de nuestra voluntad, acciones, amor y fuerzas
donde las disponemos para nuestro Dios por el simple hecho de disfrutar su Presencia.
No
hay adoración sin entrega. No hay adoración sin rendición, sin humillar al
orgullo, sin aplastar nuestros deseos, sin tumbar nuestro ego. En la adoración
no puede existir el aburrimiento ni la falsedad.
Desde
Abel nos demuestra que la adoración es una actitud que nos permite
desprendernos de lo que apreciamos lo que renueva nuestra relación con Dios y
la hace íntima y eficaz.
“Por
su parte Abel escogió las primeras crías más gordas de sus ovejas, y se las
llevó a Dios como ofrenda. Dios recibió con mucho agrado la ofrenda de Abel,”
Génesis 4:4 TLA
Con
Abraham nos expone que donde vayamos debemos mostrar que estamos interesados en
acercarnos y vivir una cercanía genuina, botando las barreras entre vida espiritual
y nuestro día a día.
“Allí
Dios se le apareció y le dijo: «Toda esta región se la daré a tus
descendientes». Como Dios se le
apareció allí, Abram le construyó un altar. Luego siguió su camino hacia la zona montañosa que
está al este de Betel. Cuando llegó allí, armó su tienda de campaña. La ciudad
de Ai estaba al este, y la ciudad de Betel, al oeste. Allí también construyó
un altar para adorar a Dios.” Génesis 12:7-8 TLA
David
demostró que lo más importante es tener Su Presencia cerca y que, sin importar
las críticas, el deleite de Su cercanía nos permite exteriorizar que lo disfrutamos
y nos regocijamos que nos haya cambiado nuestra vida.
“Para
agradarle a Dios, David danzaba con mucha alegría. Llevaba puesta sólo una
túnica sacerdotal de lino. Y así, entre gritos de alegría y toques de trompeta, David y
todos los israelitas llevaron el cofre de Dios a Jerusalén… También David se fue a su casa, y al llegar empezó a bendecir a su
familia. Pero Mical le dijo: —¡Hoy has hecho el ridículo! No te has
portado a la altura de un rey. Con los saltos que dabas, hasta la última de tus
sirvientas te vio el trasero. ¡Realmente te has portado como una persona vulgar
y sin vergüenza!
David
le contestó:
—Si dancé, lo hice para agradar a Dios. Y
recuerda que fue Dios quien rechazó a tu padre y a tu familia. Además, fue Dios
mismo quien me eligió como rey de su pueblo. Y si a ti te parece que me rebajo, pues seguiré
rebajándome. Pero aun así, esas sirvientas que dices comprenderán por qué lo
hago, y me honrarán.” 2ª Samuel 6:14-15; 20-21
Isaías
vivió en carne propia la adoración celestial y aprendió que en ella hay una
santidad total, y experimentó, en medio de ella la culpa del pecado y el poder
liberador de la Gracia de Dios.
“Mientras ellos alababan a Dios,
temblaban las puertas del templo, y éste se llenó de humo. Entonces exclamé:
« ¡Ahora sí voy a morir!
Porque yo, que soy un hombre pecador
y vivo en medio de un pueblo pecador,
he visto al rey del universo,
al Dios todopoderoso».” Isaías 6:4-5 TLA
Porque yo, que soy un hombre pecador
y vivo en medio de un pueblo pecador,
he visto al rey del universo,
al Dios todopoderoso».” Isaías 6:4-5 TLA
Habacuc
valoró que la adoración no depende de lo que posea, ni lo que reciba, ni la
escasez o la abundancia, depende de que tan dispuesto estemos que Dios ocupe el
lugar que le corresponde.
“Aunque
no den higos las higueras,
ni
den uvas las viñas
ni
aceitunas los olivos;
aunque
no haya en nuestros campos
nada
que cosechar;
aunque
no tengamos vacas ni ovejas,
Siempre
te alabaré con alegría
porque
tú eres mi salvador.” Habacuc 3:17-18 TLA
Eliseo vivía para
Dios y literalmente estaba en la misma Presencia del Señor. Nos enseña que no
hay máscaras, ni disfraces, ni momentos para adorar a Dios. El mejor momento de
adorarlo se encuentra en un presente continuo.
“Y Eliseo dijo: Vive Jehová de los ejércitos, en cuya presencia estoy,
que si no tuviese respeto al rostro de Josafat rey de Judá, no te mirara a ti,
ni te viera.” 2ª Reyes 3:14 RVR1960
Hay
miles de ejemplos más que por el espacio podrían escribirse muchos libros sobre
la causa y los hermosos efectos que tiene la adoración sobre la vida del
hombre. Sin embargo, podemos decir que la adoración promueve lo siguiente:
a)
La adoración
promueve un cambio de actitud.
“pero
si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, busca mi rostro y se
aparta de su conducta perversa, yo oiré desde el cielo, perdonaré sus pecados y
restauraré su tierra.” 2ª Crónicas 7:14 NTV
b)
La adoración genuina
marca el camino a la victoria.
“Luego
Josafat…eligió a varios cantores para que marcharan al frente del ejército, y
fueran cantando y alabando a Dios con el himno que dice: «Den gracias a Dios,
porque él nunca deja de amarnos». Los cantores marcharon, vestidos con sus
trajes especiales, y en cuanto empezaron a cantar, Dios confundió a los
enemigos de Judá. Fue tal la confusión, que los amonitas y los moabitas
atacaron a los de Seír, hasta que acabaron con todos. Luego, los amonitas y los
moabitas se pelearon entre ellos, y acabaron matándose unos a otros. Así fue
como cayeron derrotados.” 2ª Crónicas 20:21-23 TLA
c)
La adoración
verdadera implica una rendición total
“—Ni lo uno ni lo otro
—respondió el hombre—. Yo soy el jefe del ejército de Dios. Y aquí me tienes.
Josué cayó de rodillas, y con gran reverencia se inclinó hasta el suelo y le
dijo: —Estoy a tus órdenes. Haré cualquier cosa que me pidas.” Josué 5:14 TLA
d)
La adoración
genera conflictos con nuestros malos hábitos.
“«Odio
todos sus grandes alardes y pretensiones,
la hipocresía de sus festivales religiosos y asambleas solemnes.
No aceptaré sus ofrendas quemadas ni sus ofrendas de grano.
Ni siquiera prestaré atención a sus ofrendas selectas de paz.
¡Fuera de aquí con sus ruidosos himnos de alabanza!
No escucharé la música de sus arpas.
En cambio, quiero ver una tremenda inundación de justicia
y un río inagotable de rectitud.” Amós 5:21-24 NTV
la hipocresía de sus festivales religiosos y asambleas solemnes.
No aceptaré sus ofrendas quemadas ni sus ofrendas de grano.
Ni siquiera prestaré atención a sus ofrendas selectas de paz.
¡Fuera de aquí con sus ruidosos himnos de alabanza!
No escucharé la música de sus arpas.
En cambio, quiero ver una tremenda inundación de justicia
y un río inagotable de rectitud.” Amós 5:21-24 NTV
“Los
sacerdotes no pudieron seguir con la celebración a causa de la nube, porque la
gloriosa presencia del Señor llenaba
el templo de Dios.” 2ª Crónicas 5:14 TLA
f)
La adoración
verdadera nos hace desprendernos de lo que no es valioso.
“No
a nosotros, oh Señor, no a
nosotros
sino a tu nombre le corresponde toda la gloria,
por tu amor inagotable y tu fidelidad” Salmos 115:1 NTV
sino a tu nombre le corresponde toda la gloria,
por tu amor inagotable y tu fidelidad” Salmos 115:1 NTV
g)
La adoración nos
permite depender de Dios.
“Vengan,
adoremos e inclinémonos.
Arrodillémonos delante del Señor, nuestro creador,” Salmos 95:6 NTV
Arrodillémonos delante del Señor, nuestro creador,” Salmos 95:6 NTV
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