Irónicamente, deshacerse de lo
menos importante es lo más difícil. Tenemos una tendencia a la acumulación de
cosas sin trascendencia. Nos encanta recordar el dolor causado por ese
sobrenombre cruel de la secundaria. Somos capaces de acordarnos con
minuciosidad toda la escena de esa ocasión que vivimos la infidelidad. Con
seguridad, reconocemos el tono de voz de aquella persona que nos decía que éramos
inútiles. Eso es muy fácil. Algunos llevamos algunos meses con ese dolor. Otros
años. Día a día rebobinamos el dolor, la conmiseración y el rechazo y lo
reproducimos. Lo repartimos. Lo regalamos.
Sin embargo, llega el momento
de la encrucijada. Desterrar la baja estima. Botar ese frasco de veneno llamado
amargura que está debilitando nuestro corazón. Derribar a la soberbia de ese
sitio que ella misma se ha colocado y arrebatarle el trono que ha tomado en
nuestra vida. Son 3 nuevas cosas que debemos despedir de nuestra vida, para
lograr vivir en plenitud.
- La baja estima.
“Pero
Moisés rogó al Señor:
—Oh
Señor, no tengo facilidad de palabra; nunca la tuve, ni siquiera ahora que tú
me has hablado. Se me traba la lengua y se me enredan las palabras.
Entonces el Señor le preguntó:
—¿Quién
forma la boca de una persona? ¿Quién decide que una persona hable o no hable,
que oiga o no oiga, que vea o no vea? ¿Acaso no soy yo, el Señor?
¡Ahora ve! Yo estaré contigo cuando
hables y te enseñaré lo que debes decir.
Pero Moisés suplicó de nuevo:
—¡Te
lo ruego, Señor! Envía a cualquier otro.” Éxodo 4:10-13.
Cuando
hablamos de Moisés, siempre se viene la imagen de un mar abierto. De un monte
con una enorme nube de la que salen refulgentes rayos y poderoso truenos. Un
gran líder. Un estadista. Un poderoso hombre de fe.
Cuando
se habla de Gedeón. Imaginamos una batalla de 135,000 soldados contra 300. 450
a 1. Poderoso. Valiente. Entregado.
Un
ejemplo más. Jeremías. Uno de los profetas con las revelaciones más claras,
bellas y específicas contra el pueblo de Judá. Incomodaba a los reyes. Revelaba
el corazón putrefacto del pueblo. Escuchaba y transmitía el mensaje de Dios.
Tres
grandes hombres. Titanes de la fe. Sin embargo, con dificultades en su estima.
Moisés idealizaba sus debilidades y discapacidades (—Oh Señor, no tengo facilidad de palabra; nunca la tuve, ni siquiera
ahora que tú me has hablado. Se me traba la lengua y se me enredan las
palabras. Éxodo 4:10 NTV). Gedeón,
disfrazaba con una falsa humildad, su falta de disposición de cumplir con su
llamado (—Pero, Señor —respondió Gedeón—,
¿cómo podré yo rescatar a Israel? ¡Mi clan es el más débil de toda la tribu de
Manasés, y yo soy el de menor importancia en mi familia! Jueces 6:15
NTV) y Jeremías creía que Dios no podía usarlo por su edad. (—Oh Señor Soberano —respondí—. ¡No puedo
hablar por ti! ¡Soy demasiado joven! Jeremías 1:6 NTV).
Esa
baja estima boicoteará las promesas de Dios. Los “no puedo” se hacen
frecuentes, se exaltan las flaquezas y minan nuestra vida, de manera que nos
lanzan a un letargo mental y espiritual, que nos lleva a pasar por esta vida
como un número más. No estoy hablando del idílico deseo de triunfar, ser
reconocido y famoso. No, es algo diferente. Hablar de sanar la estima, tampoco
es exaltar al ser humano, que es lo más grande y maravilloso en sí mismo. Eso
también es falso. Pablo lo declaró perfectamente en la carta a los Romanos: “Por el favor que Dios me ha mostrado, les
pido que ninguno se crea mejor que los demás. Más bien, usen su buen juicio
para formarse una opinión de sí mismos conforme a la porción de fe que Dios le
ha dado a cada uno.” Romanos 12:3 PDT
Jeremías, Moisés y Gedeón manifestaron su baja
estima al decirle a Dios que no. Se observaron internamente y vieron que no
eran capaces, que no alcanzaban el perfil, que su familia no era prominente,
que no eran genios, que eran prófugos de la justicia, no merecedores. Señalan
errores, defectos y debilidades. Sin embargo, Dios tenía planes. Como los tiene
con nosotros. David escribió: “El Señor
llevará a cabo los planes que tiene para mi vida, pues tu fiel amor,
oh Señor, permanece para siempre. No me abandones,
porque tú me creaste.” Salmos 138:8 NTV
Para lograr sanar nuestra estima y borrar esa mala
imagen, debemos empezar a trabar en ello:
- Reconocer que aunque tenemos debilidades y defectos, también existen fortalezas, talentos y dones que fueron plantados por Dios, en el momento de nuestra concepción. No somos copia de nadie. Ni somos más grandes que otros. Somos ese alguien individual y único que tiene un propósito en la vida, que Dios ama y ha tendido su lazo de salvación para nuestra vida.
“no
puedo menos que pensar: «¿Qué somos
los mortales para que pienses en nosotros y nos tomes en cuenta?»
¡Nos
creaste casi igual a ti! Nos trataste
como a reyes; nos diste plena autoridad sobre todo
lo que hiciste; nos diste dominio sobre toda tu creación.” Salmos 8:4-6
- Tenemos un potencial enorme. Sólo debemos entrenarnos con mucho ahínco para ser mejores. Esto no implica riquezas o reconocimientos, sino, satisfacción personal por haber hecho lo mejor y con todas nuestras fuerzas.
“Todo
lo que hagas, hazlo bien, pues cuando vayas a la tumba no habrá trabajo ni
proyectos ni conocimiento ni sabiduría.” Eclesiastés 9:10 NTV
- No bases tu valor en lo que tienes, sino en lo que eres.
“No
te desgastes tratando de hacerte rico. Sé
lo suficientemente sabio para saber cuándo detenerte. Las riquezas desaparecen
en un abrir y cerrar de ojos, porque les
saldrán alas y se irán volando como las águilas.”
Proverbios 23:4-5 NTV
- No creas en todo lo que dicen de ti. Ni lo bueno, ni lo malo. Toma las palabras como lo que son.
“El
tiempo te demostrará que vale más una crítica sincera que un elogio.”
Proverbios 28:23 TLA
- Labra tu propio legado. En la vida no hay herencias culturales impuestas. Escoge y cambia el destino familiar.
“No
hubo otro rey antes de él, que se convirtiese a Jehová de todo su corazón, de
toda su alma y de todas sus fuerzas, conforme a toda la ley de Moisés; ni
después de él nació otro igual.” 2ª Reyes 22:25
- Desechas las siguientes frases: ¡no puedo!, ¡no valgo!, ¡no tengo nada!, ¡No sé! Camina con un enfoque claro de lo que Dios quiere de ti.
“Cristo
me da fuerzas para enfrentarme a toda clase de situaciones.” Filipenses
4:13 NTV
- No pongas tu fe en ti mismo. No confíes en tu buen nombre, en tus riquezas, conocimientos o trabajo. Confía plenamente en Dios.
“Jehová
está conmigo; no temeré lo que me
pueda hacer el hombre.” Salmos 118:6
- Aprende, Desaprende y Reaprende. No programes tu mente para la derrota, no programes tu mente a mendigar amor. Que tu vida siempre este abierta al aprendizaje continuo.
“No
descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la
imposición de las manos del presbiterio.” 1ª Timoteo 4:14 RVR1960
- No vivas pensando en el fracaso, sino en las oportunidades que se colocan enfrente
“Se ha
abierto una puerta de par en par para hacer un gran trabajo en este lugar,
aunque muchos se me oponen.” 1ª Corintios 16:9 NTV
- Vive siempre cerca de la Cruz. Esto te ayudará a vivir en equilibrio. Te permitirá derrotar a la soberbia y fortalecerá tu estima.
“Mi
antiguo yo ha sido crucificado con Cristo. Ya no vivo yo, sino que Cristo vive
en mí. Así que vivo en este cuerpo terrenal confiando en el Hijo de Dios, quien
me amó y se entregó a sí mismo por mí.” Gálatas 2:20 NTV
- No vivas para dar lástima. Si sufriste algún tipo de abuso, crítica o accidente, no fue para destruirte, fue para forjar en ti un carácter firme, una fe plena y ser bendición y apoyo a otros que lo hayan vivido.
“Sabemos
que Dios va preparando todo para el bien de los que lo aman, es decir, de los
que él ha llamado de acuerdo con su plan.” Romanos 8:28 TLA
- Encuentra la mejor compañía para el viaje por esta vida, que te llevará a nuevos destinos.
“Y yo
le pediré al Padre que les mande otro Defensor, el Espíritu de la verdad, para
que esté siempre con ustedes. Los que son del mundo no lo pueden recibir,
porque no lo ven ni lo conocen; pero ustedes lo conocen, porque él permanece
con ustedes y estará en ustedes.” Sn. Juan 14:17 DHH
1 Comentarios
Gracias...
ResponderEliminarManda tus comentarios del blog, puedes escribir tus testimonios, o historias que desees.