Las cargas reducen nuestras fuerzas, ya que,
alguien que acostumbra a ser un doble esfuerzo para llevar una carga se acomoda
a ello y percibe que tiene las fuerzas suficientes para llevarlo, pero su
avance siempre es lento y el dolor es continuo. Mucho nos situamos en la vida
en el área de llevar cargas absurdas, que no nos sirven para tener una vida
como es digna de Dios. Pablo era consciente de ello y, en muchas ocasiones hacía referencias a
despojarse, dejar, renunciar, deponer y entregar todo aquello que no permitía a
sus lectores caminar según lo que Dios deseaba para sus vidas. A la iglesia de
Éfeso le escribió lo siguiente: “Por eso, deben ustedes renunciar a su antigua manera de vivir y
despojarse de lo que antes eran, ya que todo eso se ha corrompido, a causa de
los deseos engañosos. Deben renovarse espiritualmente en su manera de juzgar, y
revestirse de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios y que se distingue
por una vida recta y pura, basada en la verdad.” Efesios 4:22-24 DHH.
Al escudriñar con detenimiento el pasaje nos damos cuenta que Pablo hace
un llamado a un cambio radical del interior, no solo de una cosas, sino de
todo. Muchos seguimos arraigados a pensamientos de derrota, con amargura por el
dolor pasado, la soberbia de victorias anteriores, la estima baja debido a
rechazos y malos tratos de nuestra niñez y juventud. Lo que hace que nuestro
andar por la vida sea lacónico y sin lograr avanzar al propósito del Señor para
nuestras vidas.
De todo lo anterior, es necesario despedirnos y dejar esos “bultos”
frente a la Cruz. Es por ello que estas son algunas cosas que debemos de dejar
de coleccionar y enfrentar la vida con nuevos bríos:
- Deshazte de la Mala Actitud.
“Por todos lados nos presionan las dificultades,
pero no nos aplastan. Estamos perplejos pero no caemos en la desesperación. Somos
perseguidos pero nunca abandonados por Dios. Somos derribados, pero no
destruidos.” 2ª Corintios 4:8-9 NTV.
Estas palabras solo pueden ser dichas por un campeón. Une la dificultad,
con la persistencia. La incertidumbre, con la paciencia y la fe. Ensambla la
impotencia humana con la invencibilidad divina. Conecta el dolor del fracaso,
con las fuerzas de la determinación. Esto es una buena actitud. Anthony
D´Angelo dijo: “Vayas a donde vayas, no importa el
tiempo, lleva siempre tu propia luz.”.
Desecha la mala actitud.
El negativismo. La falta de fe. Sonríe y emprende. Camina con osadía. Detente
con prudencia y avanza con fe. Muchas voces tratarán de dominarte y hacerte
regresar a tu actitud anterior. Dependerá de nosotros mismos ver el tamaño de
nuestro problema, de nuestra meta, del futuro o ver que lo que estamos
atravesando es algo que será bendición más adelante. Todo es cuestión de
perspectiva. Recuerda que un pueblo nómada llegó a tener posesión de la Tierra
Prometida. Un pastor de ovejas llegó a ser primer ministro de una gran Potencia
Mundial. Un simple fabricante de tiendas revolucionó la cultura de todo el
mundo conocido. Renuncia a la mala actitud y camina con fe a tomar la promesa
de Dios.
- Destierra el desánimo y la tristeza.
“¿Por qué estoy desanimado? ¿Por qué está tan
triste mi corazón?
¡Pondré mi esperanza en Dios!
Nuevamente lo alabaré, ¡mi
Salvador y mi Dios!” Salmos 42:11 NTV
El desánimo es el cáncer del espíritu. Carcome las fuerzas y la voluntad
de tal forma que, va asesinando la pasión interna que nos conduce a caminar
hacia realizar la voluntad de Dios. Al final, nos derrumba y desarrolla un
estado permanente de tristeza y depresión. Ese desánimo nace cuando confinamos
a nuestra fe a convertirse en un artículo en desuso. Salomón escribió en el
libro de Eclesiastés: “Esto es otro
problema muy serio: las personas no se van de este mundo mejor de lo que
llegaron. Todo su esfuerzo es en vano, como si trabajaran para el viento. Viven
toda su vida bajo una carga pesada: con enojo, frustración y desánimo.”
El antídoto del desánimo es la esperanza. No en nuestras fuerzas,
capacidades o apoyo de otras personas. Es en Dios. La confianza que Dios tiene
el control. La esperanza que Él nunca nos desamparará. La seguridad que sabe lo
mejor. La convicción que nunca nos dejará solo. Podrán venir vientos,
tormentas, cataclismos que toquen los cimientos de nuestra vida, pero si
estamos enfocados que nuestra vida depende de Él, todo lo que viene será
pasajero. En Hebreos 12:2 está escrito: “ Fijemos
nuestra mirada en Jesús, en quien la fe empieza y termina. En vez del gozo que
podía haber tenido, sufrió la muerte en la cruz y aceptó la humillación como si
no fuera nada. Después se sentó a la derecha del trono de Dios.”
- Pelea contra el pecado.
“¡Todas esas personas están a nuestro alrededor
como testigos! Por eso debemos dejar de lado el pecado que es un estorbo, pues
la vida es una carrera que exige resistencia.” Hebreos 12:1 NTV.
No es fácil hablar del pecado porque siempre hay señalamientos. Hay mal
olor. Hay muerte. Esto es debido a que el pecado genera culpa. Desarrolla
dolor. Obstruye la gracia de Dios. Empieza como una pequeña grieta y termina
con una destrucción total. Nos dice que somos demasiado buenos y que debemos
bajar la guardia pero cuando nos seduce y nos atrapa, nos dice que no somos
merecedores del perdón. El pecado no es una bomba que estalla, es una pequeña
gota que va minando hasta destruir la imagen de Dios en nosotros. Germina,
permanece, llenándonos de culpa, vergüenza que se termina disfrazando de
orgullo.
¿Cómo escapar de las garras del pecado? Solo hay una fórmula. Reconocer
el poder de la Gracia de Dios y arrepentirnos. No tenemos los méritos
suficientes para llegar ante Dios. Nacimos en pecado. Nuestra sangre está
contaminada. Para salvar nuestro pellejo, mentimos. Para tratar de controlar
nuestra codicia, robamos. Para evitar ser castigados, nos alejamos. Solo Su
gracia puede limpiarnos y allí deben surgir las dos ideas antes mencionadas.
Reconocer que Dios es el único capaz de librarnos y llegar con sinceridad de
corazón colocando nuestras cargas delante de Él. Debemos abandonar el pecado
para recibir vida y salvación que solo viene de Dios. No viviremos sin pecar,
porque somos imperfectos, pero si desechamos el pecado no tendremos una vida de
pecado, que solo nos llevará a la muerte eterna. Pablo escribió: “Pues la paga que deja el pecado es la
muerte, pero el regalo que Dios da es la vida eterna por medio de Cristo Jesús
nuestro Señor.” Romanos 3:23 NTV
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