Según
algunos “cazadores de curiosidades” en la Biblia se encuentran alrededor de
3565 a 3573 promesas de Dios para nuestra vidas. Promesas llenas de vida. Que
incrementan nuestra fe. Que nos vigorizan. Que nos llenan de esperanza,
motivación y consuelo. Esas promesas escritas con la tinta de su amor, con la
fuerza de su voluntad y la veracidad de su palabra.
Josué
escribió acerca de las promesas de Dios: “Dios cumplió con todas las
promesas que les había hecho a los israelitas; no dejó de cumplir ninguna de
ellas.” Josué 21:45 TLA. Solo una palabra se repite en este
versículo: Cumplir. Por lo que la palabra promesa y cumplimiento siempre van de
la mano. La primera nos motiva, la segunda nos llena de esperanza. Así que,
mientras caminamos por esta vida, es necesario leer estas promesas y
escribirlas en la tabla de nuestros corazones para que se convierta en ese
oasis en medio del desierto espiritual. Sea luz en medio del túnel de la
desesperanza. Sea paz en medio de la tormenta. Sea poder en medio de la
batalla. Sea pasión, cuando hay desánimo. Ese es el poder de las promesas de
Dios. Lo que hará, unido con el cuidado que nos tiene, embellecido por esas
hermosas palabras de amor y gracia que nos muestra.
Así que cuando la duda haga
sombra a tu vida, aférrate a sus promesas. Sus promesas son grandes y maravillosas
y como dijo Pablo: “Dios lo hará porque
él es fiel para hacer lo que dice y los ha invitado a que tengan comunión con
su Hijo, Jesucristo nuestro Señor.” 1ª Corintios 1:9
Promesa
No. 1:
“Por lo tanto, ya no hay
condenación para los que pertenecen a Cristo Jesús;” Romanos 8:1 NTV
Convengamos
en una idea básica de nuestra vida: Somos pecadores. Nacidos en un linaje donde
su historia está llena de sangre, mentira, destrucción, violencia, envidia.
Nada para sentirnos orgullosos. Pablo dijo: “No
hay justo ni aun uno.” Romanos 3:10 RVR1960. Salomón escribió sobre la raza
humana: “No hay una sola persona en la
tierra que siempre sea buena y nunca peque.” Eclesiastés 6:4 NTV. Isaías describió
nuestra esencia y nuestras mejores obras
de la siguiente forma: “Estamos todos
infectados por el pecado y somos impuros. Cuando mostramos nuestros actos de
justicia, no son más que trapos sucios. Como las hojas del otoño, nos
marchitamos y caemos, y nuestros pecados nos arrasan como el viento.” Isaías
64:6 NTV.
Infectados
por el pecado. Nuestro destino, estar separados de Dios. Sin embargo, en la
oscuridad de nuestro pecado, resplandece su promesa: Ninguna condenación hay.
Todo está pagado. No por lo que nosotros hemos hecho por merecerlo. Solo por
pura GRACIA. Su sacrificio nos limpió. Su amor nos rescató. El veredicto de
muerte se cambió para vida. Redimidos: De esclavos del pecado a libres de la culpa.
Sólo nos pide creer en su Hijo. Creer que su muerte es suficiente para tener
vida. Ya no más dolor, no más remordimiento. El juicio finalizó y nuestro
abogado ganó el caso. Por ello, tenemos las puertas del cielo abiertas, sólo
esperando que nuestra decisión sea la correcta. Esperando que hagamos propia
esa promesa: No hay más condenación. No hay más culpa. No hay más separación.
Esta promesa es para toda la humanidad. Una promesa personal.
Promesa No. 2:
“No temas ni te desalientes, porque el propio Señor irá delante de ti. Él estará contigo; no te fallará ni te
abandonará».” Deuteronomio 31:8 NTV.
Cuatro
promesas en veintidós palabras. Cuatro promesas que nos hacen disfrutar de su fidelidad, compromiso y
poder. La que nos despoja del miedo y de la desesperanza, que escribe los
párrafos de nuestra victoria.
a)
El propio
Señor irá delante de ti… ¿Algo más que decir? Suficiente como intimidar al más “grande”
adversario. Dios nos abrirá camino. Nos llevará al triunfo y a la victoria
siempre.
b)
Estará contigo…
No solo irá con nosotros y nos dejará solo. No, nada de eso. En medio de la
lucha, no nos dejará pelear. Nos dará la sabiduría para tomar las mejores
decisiones y nos dará la autoridad para dar el primer paso y no se moverá de su
lugar.
c)
No te fallará…Si
hay algo que Dios no puede hacer es quedar mal. Sus planes para nuestras vidas
son de bien, con un propósito y no admiten errores.
d)
No te
abandonará…Dios permanece fiel y cumplirá su promesa con respeto a su palabra…
como escribió el salmista, una promesa de Dios: “A David le hice una promesa, y juro por mí mismo
que la cumpliré.” Salmos 89:35 NTV
Promesa
No. 3:
“Cuando
todo esté listo, volveré para llevarlos, para que siempre estén conmigo donde
yo estoy.” Sn. Juan 14:3 NTV
Una de mis promesas favoritas:
Él volverá. Una promesa que inquieta a muchos, pero que nos hace suspirar. Nos
hace sonreír. Ver el Hogar. Ver lo que nos ha preparado. En un mundo en
problemas, envuelto en la violencia y la destrucción, esta promesa es un oasis.
Pero no se quiere hacer énfasis en las calles de oro, en las moradas celestiales
o en los premios o coronas. No se quiere enfatizar en lo “material”, sino en
que viviremos con Cristo. Imaginar su plenitud, su amor y su santidad. Ver lo
que estos ojos llenos de pecado, no pueden observar. Que nos regale uno “minutos”
de la eternidad para acercarnos y conversar. Que día a día nuestra adoración
sea directa.
Esta promesa no debe darnos
miedo. Todo lo contrario. Nos debe llenar de gozo y consuelo. Nos debe dar las
fuerzas para decirle NO al pecado. A pelear la buena batalla, a ser un
verdadero discípulo. A nunca abandonar las filas. A perseverar. A resplandecer
en un mundo lleno de sí mismo. A esperarlo. Que cuando el mencione estas palabras:
“El que anuncia estas cosas dice: «Les aseguro que vengo pronto».”
Apocalipsis 22:20 TLA. Todos los que leamos estas líneas digamos: “¡Así sea!
¡Ven, Señor Jesús!” Apocalipsis 22:20 b TLA. ¡Esperamos tu regreso Señor!
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