“—No se
preocupe por este filisteo —le dijo David a Saúl—. ¡Yo iré a pelear contra él! —
¡No seas ridículo! —Respondió Saúl—. ¡No hay forma de que tú puedas pelear
contra ese filisteo y ganarle! Eres tan solo un muchacho, y él ha sido un
hombre de guerra desde su juventud… ¡El mismo Señor que me rescató de las garras
del león y del oso me rescatará de este filisteo!
Así
que Saúl por fin accedió:
—Está bien, adelante. ¡Y que el
Señor esté contigo!” 1ª Samuel
17:32-33;37
Salomón
escribió en el libro de Eclesiastés lo siguiente: “El agricultor que espera el
clima perfecto nunca siembra; si contempla cada nube, nunca cosecha.” Este pensamiento se
puede resumir en una sola palabra: ¡Arriésgate! No dudes nunca en salir a
pelearte con la vida, por lograr ese sueño que parece inalcanzable, por
arrebatar esa oportunidad que no se presenta, por cumplir la voluntad de Dios.
Las Escrituras están llenas de hombres y mujeres que no cumplían los estándares
de éxito, poder y prestigio. Eran personas comunes y corrientes que tomaron el
reto, determinaron que era posible y se despojaron del temor. Observa:
David. El último de los hijos de
Isaí, no se quebrantó delante del gigante Goliat. Posibilidades de victoria de
un novato ante un experto en guerra: 0(cero). Peleas anteriores de David: 0 (cero). Experto
en artes, pero no en guerra, se presentó a la batalla con una premisa: O soy
yo, o nadie, pero vengo representando a Jehová de los Ejércitos. “Entonces habló David a los
que estaban junto a él, diciendo:…¿quién es este filisteo incircunciso, para
que provoque a los escuadrones del Dios viviente?”
Rut y
Noemí. Tenían todas las cualidades para ser discriminadas por la sociedad de su
tiempo. Mujeres. Viudas. Exiliadas de su país. Sin recursos. Sin parentesco.
Esto no las hizo quedarse de brazos cruzados. Se pelearon con la vida.
Destruyeron los estigmas y se encaminaron a una vida mejor. Su destino era para
mal pero su determinación cambió el rumbo de sus vidas, que terminaron legando un
poco de su linaje a Nuestro Señor Jesucristo. “Pero Rut respondió: —No me pidas que te deje y regrese a mi pueblo. A donde tú vayas, yo
iré; dondequiera que tú vivas, yo viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios
será mi Dios. Donde tú mueras,
allí moriré y allí me enterrarán. ¡Que el Señor me
castigue severamente si permito que algo nos separe, aparte de la muerte!”
Rut 1:16.
Y así
podemos seguir escribiendo de hombres que se arriesgan. Moisés enfrentando al
Faraón. Gedeón guiando a 300 para una pelea con decenas de miles. Ester
ayunando para ver a Asuero. Pablo ante reyes, sacerdotes y emperadores. Miles de
anónimos que arriesgaron su vida por Cristo. Son los descartados por la
sociedad pero aquellos que se pelearon una nueva oportunidad. Aquellos que no
destacaban por sus competencias pero si por su corazón. Ganadores de burlas,
pero que no se dejaron vencer por el desánimo. Arriesgarse puede hacer la
diferencia entre terminar la vida frustrado, recriminándole a Dios el porqué no
nos uso con todo el potencial que se tenía o disfrutar los últimos días de
nuestra vida robándole a Dios una sonrisa y una frase que motiva a cualquier corazón
frío: “Lo hiciste bien, hijo…en lo poco me fuiste fiel…”
Tomar
riesgos no es ser temerario. No significa ser imprudente. Significa tener claro
el desafío y enfrentarlo. Significa salir de la zona de comodidad y dejar de
pasar la vida por largo y para ello debemos:
a)
No temer a los fracasos: El
miedo a fracasar nos convierte en fracasados. Las veces que nos caemos deben
ser motivos de aprendizaje y de tomar las acciones correctivas para continuar
adelante tratando de alcanzar nuestro objetivo.
“Los justos podrán tropezar siete
veces, pero volverán a levantarse. En cambio, basta una sola calamidad
para derribar al perverso.” Proverbios 24:16 NTV.
b)
Estar determinado: Pablo dijo: “Con
gusto me desgastaré por ustedes y también gastaré todo lo que tengo, aunque
parece que cuanto más los amo, menos me aman ustedes a mí.” 2ª Corintios 12:15
NTV. Cuando
hay determinación no se escatima en esfuerzo, inversión de recursos, solo con
llevar a feliz término el propósito de Dios para nuestra vida y dejar un legado
de bendición a nuestro prójimo.
c)
Estar dispuesto a dejar la zona
de confort: Debemos decir entre abandonar nuestro sueño o dar un paso de fe
dejando todo a un lado. Paul Tillich dijo: “El que se arriesga y fracasa puede ser perdonado. El que nunca
arriesga y nunca fracasa es un fracaso en todo su ser.” Jesús dijo
a las personas que querían seguirlo pero que ponían excusas, lo siguiente: “Jesús le
dijo: —No se puede pertenecer al reino de Dios y hacer lo mismo que hace un mal
campesino. Al que se pone a arar el terreno y vuelve la vista atrás, los surcos
le salen torcidos.” Lucas 9:62 TLA. El resultado de no arriesgarse es demasiado costoso,
que todo lo que ocurra mientras se está trabajando por alcanzar la meta.
d) Eliminar
la palabra renuncia de nuestro vocabulario. A lo único que debemos renunciar es
al temor, a la desidia y la mediocridad. Por lo demás es necesario continuar. Mientras
más críticas haya, mientras más oposición, es probable que se vaya por el
camino correcto. Tirar la toalla no puede ser una opción para alguien que
arriesga porque se debe jugar las cartas que tiene y siempre dar lo mejor de sí.
Recuerda que Dios siempre está con nosotros: “y dijo: Oíd, Judá todo, y vosotros moradores de Jerusalén, y tú, rey
Josafat. Jehová os dice así: No temáis ni os amedrentéis delante de esta
multitud tan grande, porque no es vuestra la guerra, sino de Dios.” 2° Crónicas
20:15 RVR1960.
e) Pelearnos
con la vida: La historia la escriben aquellos que se pelean con la vida, dan lo
mejor, escapan del conformismo y provocan reformas. No importa quiénes estén en
contra, si Dios nos mandó a hacer algo, siempre habrá confrontación, problemas
y vicisitudes. Es parte del contrato. Sin embargo, Dios no nos ofrece garantías
de que el camino será fácil ni lleno de fantasía. Es necesario conquistar, ser
ambiciosos y triunfar. Recuerda: “así
que el ángel me explicó: —Dios le está mandando un mensaje a Zorobabel, y es el
siguiente: “Zorobabel, no hace falta que seas poderoso, ni necesitas un gran
ejército; lo único que necesitas es mi espíritu. Yo soy el Dios todopoderoso, y
te aseguro que así es.”
f)
No dejar de dar pasos.
Arriesgarse implicar avanzar continuamente. Esto implica no desmayar, pero
sobre todo nunca limitarse a que lo conseguido en el presente es lo último.
Siempre hay algo mejor adelante. Que el éxito actual no sea una barrera. Que
los fracasos no se conviertan en obstáculos. En el libro de Éxodo, Dios retó a
Moisés de esta forma: “Luego
el Señor le dijo a Moisés: «¿Por qué clamas a mí?
¡Dile al pueblo que se ponga en marcha!” Éxodo 14:15 NTV
g)
Deja todo aquello que te hace
mal. El mayor desafío de los seres humanos está en lanzar la amargura, dolor,
odio, infelicidad de nuestra vida. Dios no nos ha dado un espíritu de temor,
sino de amor, poder y dominio propio. Nunca lo olvide.
Al
final, cosecharemos nuestra siembra. Los resultados obtenidos nos darán grandes
satisfacción. No habrá mejor recompensa que ver en los ojos de Dios una
satisfacción plena de ver a su hijo cara a cara, que no le importó si tenía un
llamado, si tenía las cualidades, sino que se abrió paso entre la gente y dijo:
“Dios, aquí estoy, puedes usarme…” y que al final de sus días diga como el
apóstol Pablo: “Me fue bien en la competencia: he peleado bien, he terminado la carrera
y no he perdido la fe.” 2ª Timoteo 4:7. Y
Dios con una sonrisa en sus labios dirá: “Su señor le dijo: Bien, buen
siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te
pondré; entra en el gozo de tu señor.” Mateo 25:23 RVR 1960.
0 Comentarios
Manda tus comentarios del blog, puedes escribir tus testimonios, o historias que desees.