Desafía el Status Quo
La
sabiduría popular nos dice: “Nadie se ha lamentado toda su vida por lo que
intentó, sino por lo que dejó de hacer.” Y esta es una verdad muy certera. Dar
el primer paso es lo más complicado. Tomar la decisión de abandonar la zona
cómoda, nos llenará de expectativas y temores. La duda se presentará en cada
esquina provocando pensamientos que nos
hagan reñir con la decisión tomada: ¡Me hubiera quedado como estaba!, ¡nunca me
imaginé que costará tanto!, ¡renunciaré en este momento!, ¡estaba mejor antes!
Nos querrá hacer retroceder y plantearnos regresar o quedarnos y nos avanzar.
Sin embargo, para tomar riesgos debemos realizar algunas de las siguientes
actividades:
A)
Vencer el Temor:
El
temor paraliza, hace perder el enfoque y mina nuestra fe. Hace que nuestra
mente se divida y la motivación inicial se pierda. El temor es parte de la
vida. Forma parte de nuestros mecanismos de defensa, en la cual debemos tomar
una decisión. Abrazarlo o enfrentarlo. Al abrazarlo, perdemos. Al enfrentarlo,
nos damos cuenta de sus debilidades. Es un simple espejismo. Su tamaño depende
del valor que le demos. Adopta la posición que le demos en nuestra vida. Su
impacto es proporcional a la influencia que tenga sobre nuestras decisiones.
La
mejor forma de vencerlo es a través de una determinación sana y una fe
inquebrantable. La determinación de establecer que estrategias se tomarán, que
caminos se seguirán y desarrollar un esfuerzo de gran envergadura para a
atravesar los caminos más complicados. Además, se deberá enfocar las fuerzas en
la fe, pero no una fe basada en nuestras capacidades, sino en el poder de Aquel
que nos amó y espera cumplir su propósito en nuestra vida. Al final, si se unen
estas dos (determinación y fe), el temor tendrá que huir. Sin embargo, será una
batalla cruenta. Habrá dudas. Habrá momentos complicados. Sin embargo, existe
una garantía que siempre funciona y es no dejarse minar. Esto nos hará invencibles.
B)
Dar el primer paso:
Luego
de vencer el temor, saldrá un nuevo enemigo a la escena: La duda. El temor
paraliza, la duda, trata de destruir los planes. Es un enemigo más fuerte,
porque no solo trata de detenernos, sino que lucha porque se aborte por
completo la misión que se desea llevar a cabo. No desea que pongamos manos a la
obra. Sabe que motivados y seguros, es muy complicado dejar de luchar.
Este
es el punto sin retorno. Emprender implica valentía. Habrá errores pero también
aciertos. Habrá obstáculos, sin embargo, habrá puertas abiertas. Sólo es
cuestión de empezar. Sam Walton dijo: “Tener grandes expectativas es la clave
de todo.” Esto será clave en la vida. Determinará nuestro futuro. Hará que
dentro de 5 años nuestras conversaciones estén llenas de “hubiera…”, “si
hubiese…” o de “Gracias a Dios, logré llegar hasta el final.”
Recuerda
que la prudencia no es equivalente de esperar el mejor momento. Esos “momentos”
casi nunca llegan. La prudencia es la capacidad de conectar la fe con la acción
y saber que lo mejor de nosotros, puede obtener lo mejor de esta vida. Así que
emprende tu salida de la zona cómoda y verás un bosque lleno de sueños, metas y
ambiciones con una serie de obstáculos que provocarán un desarrollo de la fe,
mejora de nuestro carácter y formador de corazones valientes y entregados.
C)
No desmayar.
La
siguiente etapa para atreverse es dar el segundo paso. Muchas veces lo
complicado no es empezar, sino permanecer. El esfuerzo implica un derroche de
energía mental y física que al no ser renovada, implica un agotamiento que se
traduce en desánimo. Nos hará flaquear nuestras fuerzas y nos cuestionará las
motivaciones. Todo esto con el propósito de debilitar la pasión.
Por
lo que es importante, renovar nuestra visión, esto se traduce en visualizar
nuestra meta, reenfocarnos y continuar, diciendo al desánimo: ¡No podrán contra
mi voluntad, mi determinación es grande y mi fe jamás decaerá.”
D)
Mantén la motivación
inicial:
La
motivación es la fuente inagotable de energía que nos hará entrar a la zona de
aprendizaje y sacar lo mejor de ella. En este punto, debemos incentivarnos
siempre a la acción. Se deben medir los avances y celebrarlo. Si logramos leer
nuestro primer libro por completo, es momento de festejar. Los triunfos deben
alentar a nuestro corazón para que no desfallezca y los fracasos deben ser motivadores
de reflexión para verificar qué decisiones fueron incorrectas, qué actividades
nos desvían y si hicimos uso efectivo de los recursos con los que contamos. De
tal forma que la próxima vez este aprendizaje nos conduzca a estar cada día más
cerca del propósito planteado. Al final, el riesgo se verá como una puerta de
bendición (oportunidad lo llamarán otros) que se abrió y nos llevo a ser
CONQUISTADORES DE PROMESAS.
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