“El que esconde sus rencores, en el
fondo es mentiroso. No creas lo que te diga, pues te habla con dulzura pero busca hacerte
daño. Miente al decir que te quiere, pues todos saben que te odia.” Proverbios 26:24-26 TLA
Es probable que haya tres cosas que jamás podrás
ocultar: La primera es cuando te enamoras de alguien, por más esfuerzo que
hagas, no podrás disimular que sientes algo bonito por otra persona. El enojo
es otra que no se puede esconder, ya que será a través de las evasivas, “ley
del hielo” hasta gritos o golpes que se puede llegar a demostrar. El último es
el rencor. En ello nos vamos a detener. El rencor es esa piedra en el zapato
que nos hace recordar el pasado con dolor. Es la espina que regresa para
torturarnos en nuestros mejores momentos. Es el último eslabón que entrega a
nuestra alma al odio. Por lo general, el rencor es dulce, pues se conjuga con
el deseo de venganza, ya que se disfruta del mal ajeno ante determinadas
circunstancias, se obtiene placer de que otra persona “este recibiendo su
merecido” por el mal hecho.
Es imposible esconderlo. Podremos demostrar un
rostro afable ante el ofensor, sin embargo, en un momento se destruye esa
imagen y sale a luz el verdadero objetivo: hacer daño o buscar que pague por lo
hecho. Eso nunca podrá ser. La sed de venganza es como un bola de nieve que
crecerá, de tal forma, que te pedirá tu tiempo, tus esfuerzos y energías y al
final sólo harás crecer el odio interno, que te llevará a un estado autodestructivo.
La única forma de sanarlo es a través de que salga
a luz. El por error que nos dice el sabio es tratar de esconderlo. No se puede,
esto sólo acabará haciéndonos peores. Amargados. Estresados. Salir a luz no
significa vengarse, sino tomar las decisiones correctas y darle vuelta a la
página para que no continuemos infligiendo más heridas emocionales. No
significa olvidar, sino PERDONAR. El perdón es ese ungüento que cicatriza y
evita que se contamine la herida y se extienda de la mente al corazón para
alojarse completamente en el alma.
El perdón implica un desafío porque implica dejar
la carga del orgullo y dar una nueva oportunidad. Implica retomar el camino y
dejar de contemplar el pasado con sufrimiento. Sin embargo, es lo mejor. No
estarás interesado en lo que otros hagan, sino en siempre hacer lo correcto.
Vivir. Sanar y obrar correctamente. Recuerda: “Quien perdona gana un amigo;
quien no perdona gana un enemigo.” Proverbios 17:9 TLA.
quien no perdona gana un enemigo.” Proverbios 17:9 TLA.
Los triunfos no se cosechan de la noche a la
mañana.
“Si quieres buena fruta, cuida
del árbol; si quieres buen trato, trata bien a tu jefe.” Proverbios 27:18 TLA
Todos tenemos sueños, metas y desafíos. Algo por
lo que morir. Algo por lo que seguir viviendo. Lo que le da sentido a nuestra
vida y nos hace salir cada día a encontrarnos con nuestro destino. Sin embargo,
esto, no es lo único. Los sueños lastimosamente no se alcanzan, sólo por tenerlos. Los resultados no vienen de
la pasividad o de la inercia. Algunos, tal vez sí, pero los buenos o excelentes
resultados son fruto del cuido, de la entrega, pasión y perseverancia que tracemos
en el desarrollo de ellos.
Convengamos que los sueños son planes. Es una
utopía que tiene como fin mover nuestra vida a un camino o destino. El tiempo
que le dediquemos, las energías que dispongamos y los recursos es ese buen
cuido de ello. No podemos pasar por la vida sin sueños, pero tampoco podemos
tener sueños y tratar que por tengan grandes resultados en estado de abandono.
Ya no podemos vivir en el modo fácil. Es necesario entregarnos a nuestro
llamado y darle el valor que se merece. Podemos derrochar talento, pero sin
disciplina no podremos ser campeones. Al final, no es el tamaño del sueño lo
que vale, sino lo que hicimos para darle vida. Dios se toma el tiempo para
entrenarnos y llevarnos al momento decisivo para exponer lo mejor de nosotros,
pero somos nosotros, los que decidimos hacerlo, no hacerlo o hacerlo a medias.
Al final, el terminará cumpliendo su propósito, usándonos o usando a otros, al
final los lamentos y los “hubiera” serán nuestras consecuencias. El fruto no
depende del sueño, depende del trabajo que hagamos porque ese árbol de
excelentes frutos.
Éxito
se escribe con E de Esfuerzo.
“Mientras
más hambre se tiene, más duro se trabaja.” Proverbios 16:26 TLA
Este
proverbio es fascinante. En 9 palabras, 40 letras y un solo pensamiento nos permiten
entender la clave del éxito. He aquí 7 consejos para vivir este bello aforismo
o proverbio escrito hace unos tres mil años por un rey judío llamado Salomón:
1.
Plantea
metas que te desafíen: Lo fácil está al alcance de
cualquiera, sin embargo, lo complicado, lo desafiante se encuentra solo para
aquellos que están dispuestos a bajar de la barca y caminar hacia donde está el
Maestro. Solo uno caminó sobre las aguas. Los demás, sólo pudieron ver el
milagro. Desafíate a dejar de ser observador y conviértete en protagonista.
2.
Exígete: No te
quedes haciendo lo necesario. Haz un poco más. Libérate del prejuicio. Batalla
contra el miedo al error y al fracaso ye emprende. No te quedes pensando que
has dado lo mejor si aún tienes fuerzas.
3.
No seas
conformista: No te conformes con los logros del hoy.
Avanza ve por más. El conformismo es la
pereza de un corazón que no fue capaz de ver que lo mejor estaba por venir.
4.
Deshazte
rápido del triunfo y los elogios: Cuando tienes muchos
triunfos, empiezas a vivir de ellos. Cuando llegan las felicitaciones a nuestra
vida, debemos recibirlas con gusto, pero dejarlas atrás y volver a enfocarnos. Que
los elogios no sean la brecha que el orgullo tenga para ingresar a tu vida.
5.
Centra
tus esfuerzos en lo verdaderamente importante: No
hagas mil cosas a la vez, esperando que alguna fructifique, porque estarás cansado
y falto de preparación para lo verdaderamente importante. Conviértete en un
especialista y cuando haya la oportunidad, tómala y no la dejes ir.
6.
Vive tus
convicciones: Que nadie le ponga valor a tus
sueños, pero tampoco a tus principios. No destruyas la confianza de los demás,
por 5 minutos de placer. No devalúes el valor de tus palabras, por una simple
mentira. No vendas tu integridad por simples monedas. Trata cada día de ser
mejor y que tu vida viva conforme a los principios de Dios. Como dijo Salomón: “No
traspases los linderos antiguos.” Ponte límites y actúa conforme a tus
convicciones. Esto será una puerta abierta al éxito y el legado.
7.
Ama lo
que haces: esto evitará que caigas en la rutina. Te mantendrá
con la actitud correcta y la pasión en los niveles adecuados. No perderás la
perspectiva y avanzarás a cumplir con tu llamado.
Recuerda
no hay mejor forma de vivir que caminar dando lo mejor todos los días de tu vida.
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