Siete Versículos para Motivar Nuestro Corazón (No. 99)


Tus circunstancias no pueden aprisionarte.
Tu pasado no tiene porque tener las riendas de tu vida.
La herencia familiar, sea buena o mala, no puede tomar el control de quién tu eres.
Eres lo que Dios dice que eres.
“Josías derribó los altares que los reyes de Judá habían construido en la azotea del palacio, sobre la habitación de Acaz en el piso de arriba. El rey destruyó los altares que Manasés había construido en los dos atrios del templo del Señor. Los hizo añicos y esparció los pedazos en el valle de Cedrón” 2ª Reyes 23:12 NTV 



Dios perdona nuestro pasado.
Nos acompaña en el presente.
Hace todo esto para transformar nuestro futuro.
“Él renueva mis fuerzas. Me guía por sendas correctas,
Y así da honra a su nombre.
Aun cuando yo pase por el valle más oscuro,
no temeré, porque tú estás a mi lado.
Tu vara y tu cayado me protegen y me confortan.” Salmos 23:3-4 NTV

La felicidad no se alcanza ni te alcanzará, solo la tienes que vivir.
“Todo lo que quise lo hice mío; no me negué ningún placer. Hasta descubrí que me daba gran satisfacción trabajar mucho, la recompensa de toda mi labor; pero al observar todo lo que había logrado con tanto esfuerzo, vi que nada tenía sentido; era como perseguir el viento. No había absolutamente nada que valiera la pena en ninguna parte.” Eclesiastés 2:10-11 NTV 

El orgullo te hace desear lo que otros tienen y se convierte en envidia. Te hace amar las cosas que tienes y engendra la avaricia. Te hace idolatrarte a ti mismo convirtiéndose en altanería y te hace amarte sin control, transformándose en soberbia.
“Pero si ustedes lo hacen todo por envidia o por celos, vivirán tristes y amargados; no tendrán nada de qué sentirse orgullosos, y faltarán a la verdad.” Santiago 3:14 TLA 

Es necesario sentirse frustrado por los fracasos, sin embargo, no podemos dejar que esa frustración se convierta en conformismo y a la vez, no tomar lecciones aprendidas de esos reveses. El verdadero fracaso es perder el aprendizaje y no volver a luchar.
“Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.” 1ª Juan 4:4 RVR1960.
La fe derrota el miedo, vence a la impaciencia y evita que germine la preocupación.
“Pues ya saben que cuando su fe es puesta a prueba, ustedes aprenden a soportar con fortaleza el sufrimiento.” Santiago 1:3 DHH
El verdadero problema de la humanidad no reside en la baja autoestima. Hemos satisfecho nuestros deseos. No nos ha servido. De hecho nos hace sentir culpables. Y ese es el gran problema: la culpa. No nos perdonamos el dolor que hemos causado. No podemos dejar de recordar los insultos, las críticas y los corazones rotos que hemos dejado en nuestro tránsito por la vida. Nos esclaviza. No nos permite entender la Gracia. No nos permite acercarnos a un Dios que detesta el pecado. Nos ciega a la verdad de Dios. Nos incapacita a entender que Él pago todo eso en la cruz. Nuestras cargas las llevó. Tomó nuestro lugar y nos dio una nueva oportunidad. Nos regaló el anhelo del ser humano: Ser perdonado y tener vida eterna.
“Entonces, así como el pecado reinó sobre todos y los llevó a la muerte, ahora reina en cambio la gracia maravillosa de Dios, la cual nos pone en la relación correcta con él y nos da como resultado la vida eterna por medio de Jesucristo nuestro Señor.” Romanos 5:21 NTV

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