1. El fruto del orgullo es:
Querer lo que otros tienen, llamándose envidia
Desear acumular bienes, llamándose codicia.
Idolatrar las cosas que tenemos, llamándose avaricia.
Creerse superior a otros, llamándose altanería,
Publicitar lo “bueno” que somos, llamándose jactancia,
Viviendo con el dolor de estar insatisfecho, llamándose amargura y
No poder estar cerca de otros, llamándose soledad.
“Pedante, orgulloso e insolente se le llama al que actúa con demasiada pedantería.” Proverbios 21:24 DHH
2. A nadie le gusta entrar al taller de las dificultades. Es oscuro, exigente y solitario. Sin embargo es allí donde la paciencia es pulida, la fe es acrecentada y las convicciones se someten a una prueba de resistencia que siempre nos hará reflejar más quien Dios quiere que seamos y no quién queremos llegar a ser.
“Mas él conoce mi camino; Me probará, y saldré como oro.” Job 23:10 RVR1960
3. Insistir es la prueba más fehaciente que tu fe sigue viva.
“Entonces el desconocido le dijo: —¡Suéltame! ¡Ya salió el sol! Pero Jacob le respondió: —No te suelto si no me bendices.” Génesis 32:26 TLA
4. La esperanza te hace suspirar, la fe te pone a trabajar.
“Todas estas personas murieron aún creyendo lo que Dios les había prometido. Y aunque no recibieron lo prometido lo vieron desde lejos y lo aceptaron con gusto. Coincidieron en que eran extranjeros y nómadas aquí en este mundo.” Hebreos 11:13 NTV
5. Al mediocre todo le parece difícil. Al perezoso, imposible.
“Trabaja, y triunfarás; no trabajes, y fracasarás.” Proverbios 12:24 TLA
6. La indiferencia es la anestesia de nuestra conciencia.
“También dicen: ‘¡Ay, qué fastidio!’ Y con indiferencia lo desprecian,” dice el SEÑOR de los ejércitos “y traen lo robado, o cojo, o enfermo; así traen la ofrenda. ¿Aceptaré eso de su mano?” dice el SEÑOR.” Malaquías 1:13 NBLH
7. El perdón es poderoso: desinfecta el corazón de la amargura, disminuye la ira, cambia la actitud, abre la puerta a una nueva oportunidad, reconcilia al hombre con Dios.
“Y él pasó delante de ellos y se inclinó a tierra siete veces, hasta que llegó a su hermano. Pero Esaú corrió a su encuentro y le abrazó, y se echó sobre su cuello, y le besó; y lloraron.” Génesis 33:3-4 RVR1960.
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