Elías se deprimió. No fue una derrota lo que lo llevó a sentirse abatido. Fue una gran victoria. 850 falsos profetas fueron asesinado por su propia mano luego de hacer una oración en la que utilizó 75 palabras y ante tal petición, Dios hizo que cayera fuego del cielo lo cual produjo un cambio en la actitud del pueblo de Israel y creer que Jehová es el único Dios verdadero. Esto es para sentirse vitorioso, pero un hecho cambio la actitud de vencedor de Elías, a una lucha contra la ansiedad.
Jezabel envía un mensaje que lo llevó a un estado de ansiedad. ¡Te mataré, Elías! dijo Jezabel y Elías huyó. La pregunta es: ¿Por qué huye un hombre que acaba de escribir y cambiar la historia?, ¿Por qué un hombre de Dios corre por una amenaza?, ¿cómo un hombre qué vive en la Presencia de Dios (literalmente, el acuñó la frase: ¡El Dios en cuya presencia estoy!) e hizo caer fuego del cielo está huyendo?
No es fácil decirlo, pero es probable que sea porque Elías ya no tiene ganas de luchar. No porque no tenga fuerzas, sino porque lo ha dado todo. Pensó que era el "evento" para cerrar su ministerio con broche de oro, para ya no ser molestado por el enemigo, tener siempre bendición en sus actividades y pasar a un nuevo nivel donde se encargaría de ser el mensajero de Dios para un pueblo que había visto las maravillas de Jehová.
Y pasó al siguiente nivel. Dios pedía que Elías volviera a depender de Él y escuchar su voz. A través de una visita, le dio a entender que Él puede estar en el estruendoso viento y el impetuoso fuego o no. Que Dios puede estar en un silbido apacible que permite entender que estaba tan cerca que no era necesario gritar, sino solo un suave susurro. La visita de Dios a Elías nos permite entender que Él está buscando a su profeta y que tiene cuidado de él. Nos dice con esta acción que es un Dios personal, cercano y con un corazón de padre que no dejará que su hijo se abandone a su preocupación, ansiedad o depresión, sino que le dará provisiones y lo enviará de nuevo al lugar donde se encuentran. A Elías fue al Monte Horeb, el monte de Dios.
Así que debemos cuidarnos. Luego de una gran victoria no te asegura que no volverás a luchar. Esto implica nada más cambiarse, "ceñirse los lomos" y continuar. ¿Cuántas veces? No lo sé. Lo que sé es que si huyes, Dios te dará lo necesario pero te dirá estas palabras: Come y sigue porque largo camino te espera.
No dudes que Dios está contigo en tus mejores momentos o en aquellos que no deseas salir de la cueva. Lo importante es que la depresión se vence, saliendo y escuchando el susurro de Dios que te da nuevas instrucciones para alcanzar grandes cosas en tu llamado. ¡Adelante guerrero, sal de la cueva, ciñe tus pantalones, escucha la voz de Dios y retoma tu llamado!
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