Los planes de Dios pueden llevarte 13 años a la cárcel o 40 años al destierro. Sus planes pueden llevarte a que te cases con una ramera, a "arrebatarte en un dos por tres" al deleite de tus ojos, te hará huir de tu rey, te hará sentirte solo.

Sus planes nos ayudarán a comprender que no somos el director de la orquesta, mucho menos el músico. Somos el instrumento por medio del cual, su poder se manifiesta.
Cuando no comprendamos los que nos sucede, Dios nos ayudará a comprender que es una noche fría de soledad para que en esa angustia, logremos tener un abrazo sincero. Ante el grito desesperado de nuestra alma, su silbido apacible nos dirá: "Yo estoy contigo" Que ante el dolor, Él pueda acercarnos y contar nuestras lágrimas y darnos una misión nueva, fresca y transformadora. Que ante la culpa por los errores cometidos, su gracia nos abra la puerta de su perdón.

Así que, los planes de Dios no son fácilmente digeribles pero son eternamente confiables. Son altamente cuestionables (desde la óptica humana) pero son gloriosamente entendibles cuando logramos unir los puntos y ver después de un cierto tiempo que Él jamás se detiene. Que nunca nos hará fracasar.
No sabemos que Dios hará con nosotros, lo que si sabemos que ya sea en la cárcel, en el dolor, en el destierro, en el luto, en la persecución, estamos siendo forjados y que ante la prueba, se pueda afirmar como Job, lo siguiente: "Sin embargo, él sabe a dónde yo voy; y cuando me ponga a prueba, saldré tan puro como el oro." Job 23:10 NTV
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