Vida Con Sabiduría: La Desconexión Familiar y Sus Consecuencias.

Gracias a Un Psicoloco Cristiano (Su cuenta la pueden encontrar en: https://twitter.com/unpsicoloco1) por la invitación a tratar un tema semiescondido en la iglesia y en un lugar que jamás deberìa de existir el secretismo: La Familia. 
 
Ese tema es: La sexualidad. 
 
Mientras muchos (No solo jóvenes, hay miles de adultos de ambos sexos) luchan con la vergüenza, la culpa o el rechazo por los sentimientos que los agolpan en su adolescencia y adultez, hay dos instituciones que se quedan completamente en silencio: 
 
a) Los padres y 
b) La Iglesia. 
 
La sexualidad no es un tema de moda. Es un tema de actualidad. Debemos enseñar, hablar y clarificar las dudas que nuestros pequeños (y nosotros) tenemos sobre el tema. Pero hoy no ahondaré sobre el problema, sino por una de sus causas, que desde mi punto de vista es la más trascendental.
 
Hoy más que nunca la paternidad y maternidad están en una crisis por la Desconexión. No hablo de la desconexión por el uso de la tecnología (Aunque es una variable importante) sino de un distanciamiento físico, emocional y espiritual del cual nos convertimos en verdugos, pues, cada vez dedicamos más tiempo a nuestras carreras, pasatiempos, ministerios y menos dedicación a esas pequeñas ovejitas que son un regalo de Dios: Nuestros Hijos. 
 
Cito a Dante Gebel porque me parece brillante esta frase: "Es una locura querer estar conectados con la gente de afuera, antes que conversar y conectarte con quien te fuiste a cenar.". El asesino silencioso es esa separación emocional de no saber qué decir en una cena familiar, no saber como pasar un buen tiempo en familia o en dejar que la vida transcurra en piloto automático. Viendo crecer a nuestros hijos pero no ayudándoles a desarrollarse y ser una buena persona.
 
Los jóvenes pasan demasiados problemas con su identidad, estima y desarrollo emocional debido a la desconexión que tienen en su hogar. Observemos: 
 
1. No tiene con quien a hablar de sus cambios físicos, emocionales y sexuales, ya sea por desinterés, desinformación o el peor de los indicadores: L-A  I-N-D-I-F-E-R-E-N-C-I-A de los padres. Acuden a las herramientas o a aquellos que les regalan todo el tiempo del mundo: Las redes sociales, las páginas web y la televisión. Estas tres están disponibles 24/7 y no se sentirán jamás cansados de sus preguntas, sus llantos y sus depresiones. 
 
2. Tienen lo que desean pero no lo que necesitan. Mientras aliviamos su tensión dándoles placer o satisfacción temporal, dejamos de hablarles del valor de la disciplina, la perseverancia y del dominio propio. 
 
3. Los abandonamos en el peor momento de sus vidas. Cuando son bebés necesitan nuestro cuidado para su desarrollo físico y emocional, pero en la adolescencia necesitan nuestra cobertura para su desarrollo sentimental, emocional e intelectual. En está formamos al adulto, sus juicios, sus principios, sus pasiones, su propósito de vida. Este abandono se da porque los padres confundimos libertad con liberación (o a veces con represión). Confundimos privacidad con ausencia. Según estudios, mientras a los niños menores de 9 años les dedicamos 8 a 10 horas de cuido, eso cae a 30 minutos a 2 horas en la adolescencia. Aquí viene el consejo: NO abandones a tu hijo. 
 

De los 10 a los 18 años, tienen dificultades, dudas, ansiedades que nadie mejor que su padre o madre les puede ayudar a solventar. Lee, prepárate. Estudia, Observa vídeos. Toma lo bueno, desecha lo malo. No dejes que el mundo te imponga la idea de que tus hijos necesitan independencia, entendiéndose independencia como soledad. Recuerda que lo que la sociedad quiere es que los pequeños no tengan quién los defienda, los apoye y los escuche para generarle más dudas, más confusión y así llenarles con ideas diferentes que los aparte más y más de su hogar.
 
Preparemos a nuestros hijos para ser integrales. No solo esperemos buenas calificaciones. Ayudemosle a que tomen buenas decisiones. Que logren entender sus emociones. Que aprender a sentir, amar, empatizar y desarrollarse con excelencia. A que se equivoquen pero se vuelvan a levantar. Que disfruten del trabajo duro y suelten las ideas de la gratificación instantánea. Que aprendan la diferencia entre hacer lo que quieren y entender que eso se contrapone a realizar a lo correcto. Para todo esto necesitan a padres de principios fuertes y con alto grado de comprensión de los errores juveniles.
 
Nuestros hijos nos necesitan. Hoy más que nunca. No los abandones a su suerte. Muchos logran salir a flote, pero otros lastimosamente se hundirán en adicciones, aflicciones y ansiedades. Es hora de retomar nuestro rol y como finaliza la pelicula RETO de VALIENTES, debemos decir: 
 

¡Yo lo haré!, ¡Yo lo haré! 

 P.D.: Otro día nos tomaremos el tiempo de hablar del rol de la iglesia en la sexualidad.

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