La adoración auténtica te hace tocar el Cielo. De hecho es el aroma de lo eterno en la Tierra.
Proclama Su Gloria. Vive su Presencia. Edifica con palabras, acciones y sentimientos lo que deseas decirle.
La adoración genuina te impulsa a conocerlo. Te hará ver tus imperfecciones, pero siempre saldrás con un corazón perdonado y nuevamente enfocado en lo importante.
La alabanza te expone. Te hará ver lo más bello de Dios, pero también te llevará a tomar decisiones. A desempolvar situaciones desgardables, a limpiar lo sucio. A sacar lo que no es digno. No te preocupes. No será para desprestigiarte ni para burlarte. Será para tener un corazón donde depositar sus sueños más anhelados. Lo hará para tener alguien con quien compartir sus sentimientos y para poder edificar su Reino.
La adoración auténtica no te enaltecerá. No es para ti. Te sentirás bien, pero no es el fin. La adoración es para que le entregues a Él tu alma, tu corazón y vida, para que cada día seas como Cristo.
Vive en plenitud.
Alaba y adora con entusiasmo.
Hoy, cuando te sientas fuerte o cuando estés en tu peor momento. La adoración es para Él.
San Juan 4:23 TLA
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