“Al estar David de pie entre sus hermanos, Samuel tomó el frasco de aceite de oliva que había traído y ungió a David con el aceite. Y el Espíritu del Señor vino con gran poder sobre David a partir de ese día. Luego Samuel regresó a Ramá.” 1ª Samuel 16:13 NTV
La consagración nos conecta con Dios. Es una
conexión completa de acompañamiento, cobertura, armonía, ayuda, sostén, en fin.
Al leer el versículo trece del capítulo 16 del primer libro de Samuel en
diversas versiones de la Biblia son sorprendentes las palabras que usan para
describir este momento de la vida de David, cuando fue apartado o escogido para
ser rey sobre Israel. Elección hecha por Dios mismo. Veamos:
- Dios habla Hoy (DHH): “…el espíritu del Señor se apoderó de él…” Tomó
control, se hizo socio mayoritario de su vida, se adueño de su vida.
- Nueva Traducción Viviente (NTV): “…Y el Espíritu del Señor vino con gran
poder sobre David a partir de ese día…” Como en el libro de Hechos, el
poder de ser testigo, caminar con él, cumplir con su llamado, cambiar la
historia de una nación con más de 400 años de esclavitud en sus espaldas,
derrotas espirituales, vergüenzas y otras situaciones más.
- Biblia La Palabra (BLP): “…Y a partir de aquel día el espíritu del Señor acompañó a David…” Es decir, se unieron bajo una misma visión,
caminaron juntos en derrotas y victoria, bajo un solo sentimiento, bajo un mismo
techo. El Espíritu Santo estaba con David en todo momento, en cualquier lugar y
en cualquier situación. Así como lo acompañó por el desierto en la persecución
de Saúl, estuvo con él, cuando la lujuria se apoderó de su vida al ver a
Betsabé.
-
Biblia Traducción de lenguaje Actual (TLA): “…En cuanto a David, desde ese día
el espíritu de Dios lo llenó de poder...” Lo cubrió con su gloria, lo colmó de favores, rebosó de
gozo, sació sus necesidades, lo utilizó al 100%, complementó su vida, lo hizo
darse cuenta que Dios es más que suficiente para todo.
¿Qué nos queda a nosotros? Si logramos consagrarnos, Dios
tomará control de nuestras vidas y nos llevará a lograr las siguientes
cualidades que nos harán mejores personas y lograr el propósito de Dios para nuestra
vida:
a) Tener un espíritu controlado por el Espíritu
Santo:
“Los que están dominados por la naturaleza
pecaminosa piensan en cosas pecaminosas, pero los que son controlados por el
Espíritu Santo piensan en las cosas que agradan al Espíritu.” Romanos 8:5 NTV
El
control que ejerce el Espíritu Santo sobre la vida de los creyentes no es
coercitivo. No nos oprime para hacer su voluntad, pasando por encima de nuestra
razón. Él conquista nuestra vida, dejándonos libres de hacer lo que deseamos;
sin embargo ejecuta la función de líder, guiándonos a lo correcto y a
establecer un vínculo perfecto con Dios.
Más
que dominio, es influencia. Más que tiranía, es libertad. Más que opresión y
abuso, es dependencia. No humilla, sino que nos enseña a hacer humildes. Nos
enseña a que manejemos el enojo para que no produzca amargura y odio. Nos
enseña a tener un amor real y evitar ser dominados por la pasión y la lascivia.
Nos enseña que los resultados de los celos son catastróficos para un corazón y
nos reconstruye nuestra estima y le da significado a nuestra existencia. Nos
muestra la verdad. Expone nuestro pecado, con el propósito de que demos un giro
de 180° a nuestra vida. Nos confronta
ante nuestros malos hábitos para que mejoremos.
Cuando
Él está en nuestra vida existe una mejora total. NO hacemos lo que queremos,
sino lo que nos ayudará a crecer y desarrollar el carácter de Cristo en
nuestras vidas. Nuestras relaciones mejoran y nuestra vida es luz del mundo y
sal de la tierra ante todas nuestras relaciones. Dejemos controlar nuestro
temperamento y carácter por él y sin lugar a dudas, todo será mejor.
b) Llenar nuestra vida con el fruto del Espíritu
Santo.
“En cambio, la clase de fruto que el Espíritu
Santo produce en nuestra vida es: amor, alegría, paz, paciencia, gentileza,
bondad, fidelidad, humildad y control propio. ¡No existen
leyes contra esas cosas!” Gálatas 5:22-23 NTV
Toda acción tiene una reacción. Es una ley física y sin
lugar a dudas, espiritual. Cuando caminamos con el Espíritu Santo, nuestra vida
cambia. Hay una reacción natural. Sus resultados son palpables y evidentes.
Pablo logró resumirlos a la perfección en su carta a los
Gálatas. 9 obras. 9 productos. 9 creaciones que evidencian el cambio perfecto
que el Espíritu Santo, hace sobre las vidas, los cuales son:
1. Aprendemos a amar sin intereses, sin
conflictos, sin complicaciones. No amamos para que nos amen, sino porque
estamos llenos de Su amor.
2. Tener gozo en toda circunstancia que se
presente, evitándonos convertirnos en esclavos de ellas.
3. Lograr vivir en paz en medio de las
adversidades y éxitos
4. Ser comprensivos y evitar dejarnos llevar por
nuestras emociones y esperar con sabiduría;
5. A tener palabras de vida y actos de cortesía
con todos.
6. A ver en otros a Jesús, a ver las necesidades
de los demás, antes que las nuestras;
7. A tener convicciones fuertes.
8. Nos permite entender que nada es nuestro, que
todo lo que se acumule o las victorias logradas se acaba y somos
administradores, no dueños y al final nos enseña a:
9. Poner
un freno y no ponerle precio a nuestras creencias. Como dice Marcos Vidal en su
canción “Buscadme y Viviréis” El Espíritu Santo nos ayuda romper los
compromisos con el mundo por buscar a Dios y agradarle siempre.
c) Un equilibrio espiritual, mental y físico.
“El cuerpo de ustedes es como un templo, y en ese templo vive el Espíritu
Santo que Dios les ha dado. Ustedes no son sus propios dueños.” 1ª Corintios 6:19 TLA
Cuando el Espíritu Santo mora en nuestra vida
nos brinda la fuerza necesaria para vivir de forma equilibrada, de tal forma
que cuidemos y nos preocupemos por nuestro cuerpo, sin caer en el hedonismo y
en el narcisismo; y que desarrollemos una insatisfacción sana por alcanzar a
conocer a Dios y provocar que Su Gloria rodee a todo el mundo o como dijo
Habacuc, un profeta judío: “Porque así como las aguas
cubren los mares, así también se llenará la tierra del conocimiento de la
gloria del Señor.” Habacuc 2:14
d) Una genuina comunión con Dios.
“Cuando venga el Espíritu Santo, él les dirá lo que es la
verdad y los guiará, para que siempre vivan en la verdad. Él no hablará por su
propia cuenta, sino que les dirá lo que oiga de Dios el Padre, y les enseñará
lo que está por suceder.” Sn. Juan 16:13 TLA
La
consagración nos llevará a convivir con el Espíritu Santo, y Él nos conducirá a
la Presencia de Dios. Nos enseñará lo que a Dios le agrada, nos conducirá a
adorarle correctamente, nos adiestrará para cumplir su propósito. No seremos
visitantes, conocidos o forasteros, mucho menos desconocidos de Su Presencia, sino que nos llevará a un
nivel de intimidad donde se señalarán nuestras faltas (Isaías 6:5), donde se
compartirán los planes y secretos
(Génesis 18:17), donde nos convertimos en personas conformes al corazón
de Dios (Hechos 13:22).
Esa
intimidad transforma al hombre. No lo hace un santo, ni un hombre que hace
milagros. Esos son recompensas o dones dados, según los planes de Dios. Lo
importante es poder entenderlo y vivir conforme a lo que tiene preparados para
nuestra vida.
e) Buenas relaciones con todas las personas.
“Juntos alababan a Dios, y todos en la ciudad los
querían. Cada día el Señor hacía que muchos creyeran en él y se salvaran. De
ese modo, el grupo de sus seguidores se iba haciendo cada vez más grande.”
Hechos 2:47 TLA
La consagración no nos hace religiosos que
aprueban o desaprueban el caminar diario de otras personas. La consagración nos
hace personas capaces de ayudar a otros, hacer amables, serviciales, tolerantes
y pacientes. Jesús nos conduce a
entender la consagración como esa capacidad de influenciar positivamente
en los demás, sin rebajar los estándares de respeto hacia la Ley de Dios. Lo
pudieron criticar que tenía malas compañías, como pescadores, ex prostitutas,
cobradores de impuestos, pero jamás lo etiquetaron como inalcanzable o
aprovechado. Siempre fue accesible, cordial y abierto a las necesidades de los
demás.
A la vez, era franco, directo y confrontaba a
cada persona con su realidad. Una persona consagrada cuenta con las siguientes
características:
1. Ayuda a que otros entiendan la gracia y la
misericordia.
2. No opina, ni crítica los fallos de los demás,
sino que ayuda con su ejemplo a que busquen la redención.
3. Transforma el ambiente o entorno donde llega.
4. Sus palabras transmiten vida y salud.
5. Defiende a Dios sobre todas las cosas.
Eso es lo que hace Dios. Nuestra decisión de
consagrar nuestra vida nos llevará a transformar nuestro entorno y vivir en
plenitud.
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